DE MUJERES. Las relaciones amorosas más frustrantes que se pueden establecer son con hombres ambivalentes. La mayoría ha pasado por eso: un día es puro fuego y pasión, pero al siguiente es tan frío como un bloque de hielo.
Ahí aparecen tus cuestionamientos: “¿qué hice?”, “¿en qué me equivoqué?”, “¿estará molesto por algo?”, “¿qué significa esto?”, lo que te envuelve en un espiral de dudas, suposiciones, inseguridades y a la larga, en una manipulación emocional.
Porque sí, el problema nunca está en la que lo recibe sino en el que nos dice una cosa y hace otra. Así que cuando se lidia con este tipo de personajes, hay que evitar culparse y empezar a establecer los límites.
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¿Por qué caemos ante los hombres ambivalentes?
La respuesta es simple: son encantadores, divertidos, galanes y muchos atributos más. Parecen la pareja perfecta cuando están en su fase amorosa y eso es lo que nos cautiva.
De hecho, también los que nos mantiene atentas incluso cuando se vuelven distantes, no te escuchan con atención, parecen desinteresados, te dicen que van a hacer algo y no cumplen, entre otras actitudes.
De acuerdo con la psicología, la ambivalencia es un “estado de ánimo, transitorio o permanente, en el que coexisten dos emociones o sentimientos opuestos”.
Para la terapeuta Rhonda Findling en su libro “No le llames”, este tipo de hombres puede hacer que una mujer se sienta rechazada o abandonada, afectando su autoestima al verse a sí misma como la más prescindible del mundo.
Todo esto nace por miedo al compromiso, problemas de confianza, inmadurez emocional e inestabilidad.
Para la experta, “se siente engullido por una mujer por la que se siente atraído, y para aliviar esa ansiedad, se distancia o desaparece (…) Hará todo cuanto sea necesario para no tener que soportar el terror y la vergüenza de su propia vulnerabilidad”.
De acuerdo con Emol, “el miedo a perder a ese hombre nos lleva, a su vez, a aferrarnos todavía más a él y no dejar de llamarlo y perseguirlo. Le damos vuelta a todo, nos autocensuramos por haber dicho o hecho cosas por las que normalmente no nos disculparíamos y nos hacen sentir culpables”.
Lo mejor es ponerle fin a la relación porque necesitas que te traten como mereces, especialmente, con responsabilidad afectiva y sin jugar con tus sentimientos.
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