REDACCIÓN. – Albert Einstein, una de las mentes incomparables del siglo XX, y la novela Los hermanos Karamazov, del ruso Fédor Dostoievski: ¿Cómo influyó la lectura del ruso en la obra científica del físico?
BBC:
«Respóndeme con franqueza. Si los destinos de la humanidad estuviesen en tus manos y para hacer definitivamente feliz al hombre, para procurarle al fin la paz y la tranquilidad, fuese necesario torturar a un ser, a uno solo, a esa niña que se golpeaba el pecho con el puñito, a fin de fundar sobre sus lágrimas la felicidad futura, ¿te prestarías a ello?».
Con tales dilemas enfrenta a sus personajes —y al lector— Fedor Dostoievski, autor del que la escritora Virginia Woolf dijo:
“Aparte de Shakespeare, no hay lectura más emocionante que Dostoievski”.
La novela en la que hace esa terrible pregunta fue la última que escribió, Los hermanos Karamazov. «La más magnífica novela jamás escrita», según el padre del psicoanálisis Sigmund Freud.
Tanto Freud —cuyo primer ensayo fue «Dostoievski y el parricidio»— como los otros tantos que aclamaron la obra como uno de los logros supremos de la literatura universal, dejaron clara la razón de su admiración.
Albert Einstein dejó una incógnita
“Aprendí más de Dostoievski que de cualquier otro pensador científico”.
Sobre qué fue lo que aprendió Einstein leyendo a Dostoievski no se sabe. Pero despertó una irresistible curiosidad que ha sido fuente de inspiración de muchos escritos sobre la conexión entre dos genios.
Inconcebible
Una de las pistas está en la segunda parte de esa tan mencionada cita:
«Aprendí más de Dostoievski que de cualquier otro pensador científico, incluso más que de Gauss«.
Eso fue lo que dijo Einstein, según su amigo Alexander Moszkowski, el primero en escribir un libro sobre el científico.
Karl Gauss fue uno de los pioneros en el campo de la geometría no euclidiana. Además, proveyó la base para la teoría de la relatividad de Einstein.
Según el autor mexicano José Gordon en su libro El inconcebible universo. Sueños de unidad, uno de los personajes de Dostoievski:
«Trataba de percibir geometrías invisibles, la geometría detrás de la geometría que se escapa de las dimensiones que podemos apreciar».
Ese personaje es Iván Karamazov, ferviente racionalista y ateo. Iván atribuye su incapacidad para aceptar el Universo y la armonía de Dios a ciertas limitaciones de su mente:
La suya —dice— es una mente euclidiana terrestre, tridimensional, y la armonía divina parece operar en una cuarta dimensión.
Gordon, quien participa en el Festival Hay de Querétaro 2017, imagina que:
“Einstein dialogaba en las noches con un hombre hecho de letras que vivía dentro de una novela”.
Ese «personaje hecho de letras» postulaba que si Dios existía y había creado el mundo, seguramente lo había hecho de acuerdo a la geometría de Euclides. Sin embargo, señalaba, había especialistas en geometría y filósofos que lo dudaban.
«…incluso se atreven a soñar que dos líneas paralelas —que de acuerdo con Euclides nunca se pueden encontrar en la Tierra— podrían encontrarse en alguna parte en el infinito«.
«He llegado a la conclusión de que si ni siquiera puedo entender eso, no puedo entender a Dios».
Refiriéndose a este pasaje, el matemático David Fowler, en su ensayo «Matemáticas como ciencia ficción», expresó en pocas palabras lo obvio:
«Las reflexiones de Dostoievski sobre el tiempo y el espacio ciertamente se pueden considerar como compatibles, en sentido cualitativo, con el marco teórico de la relatividad especial».
O, tomando prestadas palabras del escritor mexicano José Gordon, los personajes podían mantener «un diálogo fantasmal» con Einstein.
Terminar por el principio
Otro interlocutor en ese «diálogo fantasmal», además de Iván Karamazov, probablemente fue el diablo. Por aquello de la relatividad del tiempo, andaba sin reloj, con ropa pasada de moda y llegaba tarde a citas.
«Estaba muy lejos y, para llegar a la tierra, tenía que cruzar el espacio. Desde luego, esto es para mí cuestión de un instante, aunque la luz del Sol tarda ocho minutos». Así se excusa el diablo por su tardanza.
Ese diablo maneja además conceptos temporales difíciles de concebir. Como el de la eternidad, genialmente ilustrado cuando relata una leyenda que termina en el principio de la historia.
Cuenta de un filósofo que cuando se muere se encuentra con que, en vez de la oscuridad y la nada que esperaba, tiene una vida por delante en el paraíso. Como eso está contra sus principios, se indigna y por enojarse lo sentencian a caminar un cuatrillón de kilómetros. Se rehúsa durante mil años, y luego empieza a caminar.
— ¿Acaso no es igual estar echado eternamente que tener que recorrer un cuatrillón de kilómetros? En eso se tardaría un billón de años.
Contesta el diablo:
— Tal vez más. Si tuviéramos lápiz y papel podría calcularlo. Pero terminó su caminata hace ya mucho tiempo y ahí es donde empieza la historia.
¿Fue la inspiración de esa famosa teoría?
La idea de que el que algunos califican como el más grande novelista inspiró al más grande científico a formular la Teoría de la Relatividad General es seductora.
Los hermanos Karamázov fue publicada en 1880, un año después del nacimiento de Einstein (y unos meses antes de la muerte de Dostoievski), décadas antes de que el científico cambiara la manera en la que concebíamos el mundo.
Así que habría sido posible y poético que una gran obra literaria sirviera de chispa de «la idea más feliz» de la vida de Einstein.
Pero Einstein desarrolló su Teoría General de la Relatividad entre 1907 y 1915. Por las fechas de sus cartas al toxicólogo suizo Heinrich Zangger y al físico austríaco Paul Ehrenfest, sabemos que no leyó la que sería su novela favorita hasta cinco años más tarde: 1920.
En una carta al físico austríaco Paul Ehrenfest, fechada 7 de abril de 1920, dice:
“Estoy encantado con ‘Los hermanos Karamazov’. Es el libro más maravilloso. ¡Qué lástima que pronto terminaré de leerlo!”.
«La idea más feliz de toda mi vida», según el propio Einstein, fue imaginar a una persona cayéndose de un tejado y darse cuenta de que ésta no sentiría su propio peso. Ese pensamiento, que lo sorprendió un día de 1907, iluminó su camino hacia la teoría de la relatividad.
Pero, el que Los hermanos Karamazov no inspirara directamente sus teorías científicas no niega la conexión entre Dostoievski y Einstein.
Ética, no física
Para el respetado físico e historiador de ciencia Boris Kuznetsov (1903-1984):
La clave del vínculo no está en los pasajes que tocan la física en las novelas de Dostoievski. Kuznetsov opina que más bien está en el abordaje humanístico de Einstein a la ciencia.
Para Kuznetsov…
- la esencia de la obra literaria de Dostoievski era la búsqueda de una armonía cósmica que no ignorara los destinos y sufrimiento de los individuos.
- la esencia de la obra científica de Einstein era un intento de descubrir una armonía macroscópica que no ignorara los procesos microscópicos.
Para fundamentar su visión de Einstein, Kuznetsov señalaba la resistencia del científico a admitir los descubrimientos de la mecánica cuántica. Estos implicaban que la naturaleza de los procesos microscópicos era aleatoria e indeterminada.
Dijo Einstein: “Dios no juega a los dados”.
La idea de que Dios no juega ni siquiera con el destino de las partículas más minúsculas —señaló Kuznetsov— está claramente expresada en esa pregunta imposible de si fundarías la felicidad de la humanidad sobre las lágrimas de una niña inocente.
Es la ética de Dostoievski, revelada a través de sus personajes, y la de Einstein, a través de su ciencia, y no la física lo que explica las palabras del científico sobre la novela.
Líneas paralelas
Lo cierto es que a Einstein le encantó leer Los hermanos Karamazov.
Y en ese «inconcebible universo» en el que José Gordon deleita con la magia de la ciencia, el autor nos recuerda que ese físico nos mostró «que el espacio invisible tiene curvaturas» y que «en el espacio curvo dos líneas paralelas pueden llegar a besarse«.
Como buen divulgador científico, Gordon nos invita a imaginar que…
«Nuestro mejor amigo podría volar en línea recta, remontar las alturas por encima de nuestras cabezas y alejarse de nosotros hacia los confines del universo para siempre, pero si el espacio es curvo, después de miles de millones de años, podría retornar y tocarnos en la espalda, como amores que regresan de forma sinuosa e inexplicable«.
Quizás, en ese espacio curvo, Dostoievski retornó y le tocó la espalda a Einstein.
Este artículo es parte de la versión digital del Hay Festival Querétaro, un encuentro de escritores y pensadores que se realiza en esa ciudad mexicana entre el 7 y el 10 de septiembre.
Fuente: BBC