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jueves, noviembre 21, 2024

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«El sistema inmunitario es uno de los más complejos del organismo, y todavía uno de los grandes desconocidos», afirma la doctora África González Fernández en el prólogo de su libro “Inmuno Power” (La Esfera de los Libros).

La autora, catedrática de Inmunología de la Universidad de Vigo, es una reconocida experta en la materia (ha sido directora del Centro de Investigaciones Biomédicas y presidenta de la Sociedad Española de Inmunología). En este libro explica, de forma didáctica, amena y divulgativa, cómo conocer y fortalecer nuestras defensas.

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Las células de las defensas pueden recordar

Al igual que ocurre con el sistema nervioso, el sistema inmunitario puede recordar. No solo acordarse, sino funcionar más rápido la siguiente vez, remarca la experta. La memoria de las defensas es, precisamente, uno de los campos que los investigadores están estudiando más hoy en día.

  • “Hasta hace poco tiempo se pensaba que solo los linfocitos podían recordar a los microbios. Sin embargo, hoy sabemos que otras células, como las del sistema inmunitario innato, también lo hacen, aunque no de forma tan específica”, explica la inmunóloga en su manual.

Pero, ¿qué son las células del sistema inmunitario innato y los linfocitos y cómo interactúan entre ellas?

  • Si imaginamos que nuestro cuerpo es un castillo, las células del sistema inmunitario innato serían los centinelas que están siempre alerta ante la posible llegada de enemigos. «La ventaja es que responden muy rápido, e intentarán aniquilarlo lo antes posible», aclara la doctora González.
  • Pero, a veces, el trabajo de estas células no es suficiente para detener el ataque. Es entonces cuando «los vigilantes tienen que llamar a otros soldados más expertos, los linfocitos, que intervienen de forma mucho más selectiva», añade.
En algunos casos, la memoria específica dura toda la vida
En algunos casos, la memoria específica dura toda la vida.

La memoria de las defensas innatas es general

Nuestro sistema de defensas innato está formado por numerosas células. Parece ser que, de todas ellas, las responsables de almacenar los recuerdos son sobre todo los macrófagos (que se comen a los patógenos) y las células linfoides innatas (que tienen distintas funciones, como por ejemplo secretar citoquinas que envían señales a otras células).

  • «Imaginemos a un macrófago que acaba de comerse un microbio. Se activa y quiere comer y comer mucho más. Está entrenado para luchar mejor frente al siguiente patógeno que venga, aunque sea diferente al primero», pone como ejemplo.

Es lo que se conoce como memoria entrenada, pero su duración es corta (semanas o meses).

La de los linfocitos es más específica

Cuando el ataque requiere de la intervención de los linfocitos, algunos de ellos guardan en su memoria la información sobre el patógeno específico al que se han enfrentado. «Esto permitirá que recordemos y reconozcamos a ese enemigo, en concreto, si lo volvemos a ver en el futuro», remarca la inmunóloga.

  • Este tipo de memoria, a diferencia de la anterior, suele durar mucho más.
  • Puede conseguirse de dos formas: «mediante la infección por un patógeno concreto y mediante la vacunación con elementos del patógeno», aclara la experta.
  • Gracias a ella, nuestras defensas pueden responder de forma mucho más rápida y eficaz, venciendo al patógeno e impidiendo que caigamos enfermos.

Cuidar las defensas para que respondan bien

«El sistema inmunitario tiene mucha plasticidad; debe adaptarse a los elementos (patógenos, señales de peligro) que lo activaron, pero después tiene que volver a la normalidad inicial», expone la doctora.

  • El sistema inmunitario, una vez se pone en marcha, desencadena una serie de procesos para luchar contra el enemigo (fiebre, inflamación, etc). «Y todo esto tiene un coste, que puede lesionar a nuestro organismo», matiza África González.
La memoria de las células que forman parte de él es fundamental para que funcione a la perfección.
La memoria de las células que forman parte de él es fundamental para que funcione a la perfección.
  • «Para que esto no ocurra, hay un conjunto de elementos que van a regular la activación del sistema inmunitario, para que se minimicen los daños y ajustar la respuesta al enemigo en cantidad y calidad», añade.
  • El proceso de eliminación de las células sobrantes es fundamental a la hora de regular nuestras defensas, así como el tipo de citoquinas que se producen. «Algunas son pro-inflamatorias y otras anti-inflamatorias. Si las producimos en exceso podemos tener un problema», advierte.
  • Así, por ejemplo, en las personas mayores pueden liberarse citoquinas proinflamatorias de forma descontrolada, provocando lo que se conoce como tormenta de citoquinas.

Para evitarlo, conocer los hábitos que ayudan a mantener las defensas en perfecto estado es fundamental.

  • «Una nutrición adecuada y variada, el ejercicio moderado, evitar el estrés, las drogas y el alcohol, unas horas adecuadas de sueño y una correcta vacunación son las claves para lograrlo», remarca la autora del manual.

Fuente: Saber Vivir


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