REINO UNIDO. La pintura de Leonardo Da Vinci ocultó durante siglos un secreto. Ahora, el estudio sobre otra obra del genio renacentista arroja luz sobre ella.
Una segunda pintura de Leonardo Da Vinci contribuyó a resolver uno de los más importantes misterios del arte: qué hay detrás de la sonrisa de la Mona Lisa o La Gioconda, obra realizada entre los años 1503 y 1519, y que descansa ahora en el Museo del Louvre, en París.
Investigadores examinaron otra obra del autor -donde se producía un efecto similar- para intentar determinar la técnica recurrente que pudiera explicar el secreto oculto.
El estudio hecho por la Universidad de Sheffield Hallam y la Universidad de Sunderland, reveló que en La Bella Principessa (1490, aprox.) Da Vinci utilizó «un ingenioso truco para atraer al público», según consignó un diario inglés.
En el caso comparado, Da Vinci mezcló colores de manera tal que permitían «confundir» al espectador. Según el ángulo desde el cual la contemplaran, cambiaría la visión periférica. La boca de La Bella Principessa también parece modificarse dependiendo desde dónde se la observa. Cuando el visitante mira otras áreas del rostro de la mujer, su boca pareciera moverse muy sutilmente, generando una ilusión óptica lograda por el genio renacentista.
La técnica es conocida bajo el nombre de sfumato, y es la misma que se utilizó en La Gioconda. «Como la sonrisa desaparece tan pronto como el observador pretende ‘capturarla’, hemos llamado a esta ilusión óptica la ‘sonrisa intocable'», señalaron los investigadores Alessandro Soranzo y Michelle Newberry, quienes escribieron el informe para la revista Vision Research.
«A través de una serie de experimentos psicofísicos, se encontró que un cambio percibido en la inclinación de la boca del ‘La Bella Principessa’ influye en su expresión de satisfacción generando así una ilusión», agregaron los autores del trabajo. Los científicos se preguntan, sin embargo, si Da Vinci pretendió crear esta ilusión y por qué. «La pregunta sigue siendo si Leonardo da Vinci pretende esta ilusión. En cualquier caso, se puede argumentar que la ambigüedad creada añade al atractivo del retrato».
Para arribar a sus conclusiones, los autores expusieron a voluntarios a observar con detenimiento la pinturas La Bella Principessa y La Gioconda desde diferentes ángulos, distancias y distintos niveles de borrosidad. En ese test también incluyeron la obra de otro autor, Retrato de una niña, de Piero del Pollaiuolo.
Los participantes hallaron que a medida que se alejaban o las imágenes de las pinturas de Da Vinci se hacían más difusas, la sonrisa aparecía más fuertemente. Sin embargo, esto no ocurría con el retrato de Del Pollaiuolo.
También realizaron otra prueba con los mismos voluntarios. Por un lado, taparon con un pequeño rectángulo negro los ojos de la Principessa, y en segundo lugar, la boca. En el primero de los casos, la sonrisa permanecía; mientras que en el otro, su mueca no se distinguía, lo que aseguró a los investigadores que el truco utilizado por Da Vinci radicaba en la zona bucal de la «modelo».
Créditos: Infobae