23.6 C
San Pedro Sula
lunes, febrero 3, 2025

LA ENTREVISTA – Nancy John: Por ahora no podría perdonar al asesino de mi hijo

Tegucigalpa. Era la noche del viernes 11 de enero de 2019. Ella reposaba en su habitación cuando su hijo Paúl, teléfono celular en mano, entró para avisarle que saldría con su novia a comprar comida en un lugar cercano y luego volverían a casa juntos para ver juntos una serie mientras cenaban.

Nancy John –  una periodista capitalina con una trayectoria amplia en los medios de comunicación – escuchó de pronto unas detonaciones. El sonido venía de la calle y ella, muy mala para distinguir entre disparos y cuetes, pensó como siempre: que eran cuetes.

Pero en segundos, su primera impresión sobre lo que ella pensaba eran estallidos de productos de pólvora, cambió. Un murmullo de los vecinos y el grito de alguien que aconsejaba llamar a una ambulancia, la movió de la cama y la llevó al frente de su casa, en el barrio Guadalupe de Tegucigalpa.

Vio un tumulto y de entre ellos vino una vecina que le dijo: Doña Nancy, le dispararon a Paúl. Sintió que le habían arrancado la vida, se pegó a la pared de la fachada de su casa y cayó devastada al suelo. De ahí se levantó, caminó hacia el closet para quitarse la pijama y ponerse otra ropa.

Salió caminando, como pudo, al Hospital Escuela, a donde habían movido a su hijo. En el camino encontró a su esposo, Walter Reyes. Desconsolada, le comentó lo que había ocurrido y subió al auto. Al llegar recibieron la noticia más amarga de su vida. Los médicos confirmaron la muerte del muchacho, de 27 años.

Así resumen Nancy la que ella llama la noche más oscura de su vida. Sobre este episodio, que la ha llevado del dolor a la lucha por la justicia, conversamos en una entrevista en la que comentó además sobre sus frustraciones por no poder tener respuestas por el crimen.

En este diálogo, la comunicadora también nos reveló el regalo que le había pedido su hijo, a pocos días de su muerte y el cual no pudo cumplirle. También contestó si está o no preparada para abrazar y perdonar, como lo han hecho muchos, a quien le arrebató la vida de su hijo, que planeaba casarse por estas fechas.

Lea también: LA ENTREVISTA: José Luis Zúñiga, el «Cantinas» hondureño que no le gusta la chabacanería

A continuación, el diálogo con esta madre que simboliza el duelo de miles de mujeres hondureñas:

 ¿Alguna vez pensaste que una situación de estas podía pasar en tu vida?

No, definitivamente no se puede pensar nunca. Lo vemos en las noticias. Compartimos el dolor de las familias que pierden uno de sus miembros en circunstancias como las nuestras, por la violencia, pero nunca podemos interiorizar eso y decir: esto me puede pasar a mi.

Sabemos que estas cosas pasan en una sociedad violenta, pero… ¿Cómo se sobrelleva la pena de perder a una un hijo?

Es bien difícil, no te puedo decir cómo se vive, estamos aprendiendo en casa a vivir con la ausencia de Paul. Hemos considerado en los últimos días el apoyo de sicólogos, porque es complicado. Me he adherido a un grupo de madres que han perdido seres queridos por la violencia, ayuda un poco, pero no es todo. Es un proceso de aprendizaje que no se puede sobrellevar, es algo desconocido, definitivamente.

Tratando de ponerme en tus zapatos pienso que estar ocupada en tu trabajo te puede ayudar a distraerte, pero pienso… ¿Ha habido un día siquiera en que no pienses en tu hijo?

Yo soy creyente y pienso que Dios es grande. En el momento en que sucedió todo, yo estaba a punto de tomar un nuevo trabajo, y fueron muy amables, me dijeron que me tomara un tiempo, el que fuera necesario. Estuve dos semanas en casa después del hecho. Luego de eso vinieron a mí las palabras de Paúl, que me decía: ¿Qué te pasa mami? Levantate y andá a trabajar. Dije entonces, mejor me voy a ocupar porque estar en casa era una depresión grande. A Paúl lo recuerdo todos los días, a cada hora, cada momento porque él era, igual que mis otros hijos, un muchacho servicial, el que siempre nos trasladaba de un lado a otro. Imaginate ahora que no está él. Fueron 27 años de convivencia.

¿Había una relación cercana con él?

El mayor está casado y tiene su familia. Mi hija, con quien también tengo una relación cercana, está en sus asuntos profesionales. Paúl tenía un horario más flexible y compartía con nosotros.

“Aquí es donde me vas a sacar las lágrimas”

¿Cuáles son los recuerdos de tu hijo con los que más tenés que lidiar durante el día?

Aquí es donde me vas a sacar las lágrimas. Por eso creo que estaba obviando hacer esta entrevista. Paúl era jovial, chistoso. Recuerdo que el fin de novenario, vino un siquiatra familiar nuestro y me dijo que no tomara nada (de medicamentos) porque lo que harás es maquillar tu dolor. Así abrás una gaveta de tu casa, la refrigeradora y encontrarás algo de él. Y definitivamente así es. La última escena que recuerdo de él y que me ha alejado de la cocina, es haberlo visto por la ventana de la cocina pasar por un pasillo y llevando puesto un “short” que a medida avanzaba se le caía hasta que cayó por completo. Le dije: Paúl me vas a dar ese pantalón para arreglarlo. Cada episodio de nuestras vidas está conectado con las vidas de nuestros hijos, así tengas seis hijos o tengas uno.

¿Has llegado a pensar que está vivo? ¿Pasa eso en la vida de una madre que ha perdido a un hijo?

Recientemente estábamos en un centro comercial con mi hijo mayor. El tenía que hacer una vuelta y yo otra. Inmediatamente e inconscientemente pensé que Paúl podía ayudarnos a solucionar, pero en segundos dije no, no, no… Esto no es así, ya Paúl no está con nosotros. Sí me pasa eso, se viene a mi mente eso, porque era la costumbre de años de vida.

De sus pertenencias, de lo que tenía en su habitación ¿Hay algo que te llevaste a tu habitación y que te hace cercana a él?

A mi cuarto no me he llevado nada, pero en mi casa hay un cuarto que sirve de lavandería. En ese cuarto hay una pijama de él. También está ahí el bendito short que mencioné y que era de un primo de él que falleció también y que él lo atesoraba. Últimamente no he abierto la gaveta en la que está esa ropa, porque anteriormente yo iba a ese cuarto a llorar, sacaba la camisa y me ponía a llorar. Ya no he querido seguir en eso. Ahora se me hace difícil entrar en su dormitorio, ha habido algunos cambios, llega mi mamá a pasar el fin de semana a casa y se queda ahí.

¿Has podido con tus otros hijos llenar el vacío de Paúl con tus otros hijos? ¿O ese es un espacio reservado?

No, ese espacio no se puede llenar. Cada uno de ellos es un individuo, con sus vivencias, con sus formas de demostrar el cariño, todos son diferentes. Ese espacio no se puede llenar con otro hijo. Durante su vela llegó una amiga y me dijo que recordara que tenía dos hijos más y que podría llenar el espacio de Paúl con ellos y no es que se pueda llenar el espacio, lo que sucede es que uno centra el mundo en ellos, recordando a quien ya no está. Mis tres nietas me divagan, me entretienen, pero el espacio de Paúl estará ahí para siempre.

Seguro que tu esposo Walter, que también es periodista, también tiene un espacio en esta historia. ¿Cómo le ha afectado esto a él y cómo crees que lo ha sobrellevado?

Walter ha sido muy reservado en este tema. Hablamos muy poco del asunto. Cuando hemos tocado el tema, rápidamente me dice que hablemos de otra cosa. Puede ser que no quiera ayudar a que la herida esté abierta. Yo tengo episodios, no todo el tiempo estoy como hoy (tranquila). En casa tengo mis momentos y él está ahí para apoyarme. Pero Walter se refugia en la música, en los ritmos tropicales y pienso que lo lleva de manera muy personal. Paúl le hace mucha falta, ellos se conectaban mucho, le ayudaba en los asuntos de los carros de casa, en las reparaciones. Yo pienso que él también está sufriendo, pero los hombres son más duros. Uno canaliza el dolor en el llanto, ellos lo hacen de otra forma. Por ejemplo, yo voy al cementerio todos los domingos. Walter no se siente bien yendo.

“Esa noche sentí que me habían arrancado el corazón”

Paúl Alexander.

Sin el ánimo de querer revivir un momento triste quisiera saber ¿Qué ocurría esa noche de enero en que pasó todo?

Fue en enero 11. Era una noche normal de un viernes. Yo estaba en casa, Paúl andaba por ahí. Andrea (su hija) estaba en la Universidad en una cuestión de una maestría y mi esposo en casa de su mamá porque se reúnen con sus hermanos para conversar. En eso llegó Paúl a mi cuarto, con el celular en la mano, eso lo tengo muy presente. Me dijo: Mami, voy a salir con Gabriela (la novia), iremos a comprar comida. Salió de casa y le dije que sólo él me reportaba sus vueltas. Luego volvió a entrar con un amigo a casa y vieron un parlante. A Paúl le encantaba el comercio. Salieron y se fueron a casa de un vecino, según me comentaron después unos amigos. A los minutos de que salió yo escuché dos detonaciones. Paúl se reía mucho de mí porque decía que nunca en la vida aprendería a diferenciar el sonido de un cuete y de un tiro. Esta vez que debí haber creído que era un tiro, pensé que era un cuete. Pensé: a eso vino a la casa a traer cuetes. Le encantaba eso.

¿Entonces escuchaste las detonaciones?

Sí, casi fue enfrente de casa el incidente. Dije: Paúl está reventando cuetes. Pero en eso empezó a escuchar murmullo de gente en la calle y pensé que alguien se había llamado. Escuché que alguien dijo que había que llamar una ambulancia. Salí de casa y quedé viendo a toda la gente. Automáticamente comencé a buscar a mi hijo. Una vecina me dijo que habían herido a Paúl y sentí que me habían arrancado el corazón. Vi un carro blanco con la puerta abierta y ahí adentro estaba mi hijo. Lo llevaban al hospital. Algo pasó que no pude moverme, son parte de las culpas que a veces me invaden, me pegué a una pared y me caí y el carro arrancó y se fue. En eso pensé en avisarle a mi esposo. Desgraciadamente mi teléfono no tenía saldo. Entré a la casa y andaba en pijama, no me pude cambiar, me caía por todo el trayecto hasta el cuarto donde tengo la ropa. Mi vecina estaba atrás. Salí caminando al hospital, no sé cómo atravesé las calles. En el camino encontré a mi esposo. Le dije lo que había pasado y nos fuimos al hospital.

¿Es la noche más oscura de Nancy?

Sí, es la peor noche, la peor circunstancia de mi vida. No hay otra.

Recuerdo que llegué a la Morgue del Ministerio Público para averiguar qué pasaba y para acompañar a tu familia. Te encontré en la sala de espera abrazada a unos zapatos de tu hijo…

Sí. En mis circunstancias yo pensaba que él iba a salir caminando y me iba a pedir los zapatos. En mi locura de ese momento pensé eso, los tomé en la morgue del hospital cuando se los quitaron porque él era muy cuidadoso de sus cosas y pensaba yo que me los iba a pedir.

Después del duelo ¿Cómo alguien que pierde a su hijo da un paso adelante y empieza una lucha por la justicia?

Es complicado lo que me preguntás porque vivimos en un país en donde los obstáculos se presentan en todo momento. La primera diligencia fue la de la Dirección Policial de Investigación, ellos llegaron a casa, pero de aquel momento a este no ha pasado más. Nos sentimos desarmados. ¿Qué podemos hacer? Sentimos una frustración e impotencia.

«Sentimos frustración e impotencia»

Paúl Alexander junto a su familia.

¿Cuándo comenzaste esta lucha pensaste que era difícil conseguir justicia en Honduras?

He descubierto falencias, descoordinación entre la Fiscalía y los investigadores. Eso se vuelve un obstáculo tremendo en los procesos de investigación. Hemos visto que en otros casos presentan incluso a presuntos autores de crímenes sin tener certeza de su participación…

¿Tenés la certeza de que fue un acto de delincuencia común?

Fue un asalto. Y aquí quiero hacer una acotación. Cuando no nos toca de cerca un proceso de estos decimos que la víctima se opuso. Es el mecanismo de defensa frente a hechos cotidianos. Cuando te toca personalmente decís: qué inconscientes e insensibles hemos sido con las familias de estas personas porque nadie tiene derecho a llevar al frente de tu casa, dispararte a quemarropa y llevarse tus pertenencias.

¿Cuál es la parte más difícil como familia en este proceso de búsqueda de justicia? ¿Están cansados?

Sentimos frustración e impotencia, no hallamos a dónde acudir, qué otras puertas tocar. Pienso que tal vez ayude esta entrevista, o mis publicaciones en Twitter, cada viernes publico mi queja y agrego comentarios al Presidente, al Fiscal General. Y no solo pienso en mi caso, hay miles más. Me da no sé qué pensar que yo tengo el privilegio de ir a un inspector de la Policía o a un fiscal a reclamar y otros no tienen esa oportunidad.

Como periodista cubriste sobre las falencias de los sistemas investigativos, pero en medio de tu realidad ¿Qué percepción tienes ahora del sistema?

Le falta mucho, la impunidad es grande y todas estas circunstancias llevan a que el crimen siga galopando en el país. La impunidad permite y abre esa puerta. Por más que quieras avanzar no puedes. Quiero saber cómo va la investigación y no me dan información. Comprendo que el fiscal tenga 40 expedientes arriba y debajo de mi expediente. Es complicado cuando no tienen los recursos, aunque hay una impunidad de hecho y de facto, lo que implica la falta de recursos, la corrupción. Eso me hace preguntarme qué es lo que está sucediendo.

La violencia ya re hizo víctima ¿Te has sentido doblemente víctima en este proceso?

Se puede decir que sí. Nos matan cada día. Llevo 285 días de ausencia del hijo que me robaron en un asalto. 285 días esperando que me digan que ya atraparon a estas personas. 285 en los que he esperado que me llamen a cada mes, como dijeron en la Fiscalía que iban a hacerlo para informarme de los avances. Yo trato de entenderlos, pienso que ellos deben tener sustentados sus casos. Pero, en definitiva, somos víctimas, no solo yo, cantidades de personas esperando justicia.

Ser periodista te coloca en una posición de privilegio, te regala activos como los contactos. ¿Cómo los has usado para conseguir justicia?

Me han apoyado algunos a tener reuniones con autoridades de la Fiscalía, de la Policía, pero hasta ahí. Yo pienso que, si soy comunicadora y fue por eso mi caso como de alto impacto, eso no ha ayudado en nada. Quizá porque no trabajo en una gran cooperación mediática. Sé que hay casos que se resuelven al año, sé que otros en menos. Las familias esperamos justicia expedita. No sé qué pasa en las instituciones, percibimos es que no tienen los recursos.

“Iba a casarse y yo quería apoyarlo”

Paúl Alexander junto a su novia Gabriela.

Estas viviendo tu propia realidad como madre, pero ¿Tenés consciencia de que es la realidad de muchas madres?

Sí, claro que sí. Acabo de leer una noticia de un joven estudiante de ingeniería y de una muchacha que la mataron en un bus, a los dos fue por robarles y pienso en esas madres. Estoy en un grupo de WhatsApp, se llama Madres de Angeles. Somos más de 40 madres que perdimos a nuestros hijos. Nos damos apoyo a través de ese chat, contamos las experiencias y comentamos cuando tenemos nuestros días grises. Somos un montón de madres que deambulamos por este mundo con una pena que jamás se va a superar.

Volviendo a Paúl ¿Hay algún deseo que no pudiste cumplirle en vida a tu hijo?

Son un montón. Hay uno sencillísimo. Antes de que sucediera todo esto, estuve por dos meses en Estados Unidos acompañando a mi mamá. El me pidió que le trajera unas sandalias Crocs, yo pensé que saldría más barato comprarlas por Internet y por eso no se los traje. El amaba esos zapatos. El 6 de enero, cuando regresé, nos reunimos en familia. No sé cómo voy a sobrellevar el seis de enero próximo. Pues ese seis de enero, tres días antes de su muerte, nos reunimos para abrir los regalos de Navidad y él esperaba que yo le entregara su regalo ese día, en su mente pensaba que se los estaba guardando, y me dijo; Mami, no me trajiste las Crocs. Otro deseo en el que pude haberle ayudado es en su boda, él quería casarse y yo quería apoyarlo. La boda iba a ser este diciembre.

 ¿Tenés la certeza de que te vas a volver a encontrar con Paúl?

Esa es la fe, es la esperanza. Pienso que será para la eternidad. Y mis pasos ahora están encaminados en ganar méritos para que se produzca ese momento.

¿Cómo te imaginas que será ese momento?

Te imaginás cuánto vamos a platicar. Todas las cosas que nos vamos a contar.

El perdón no es cosa fácil. ¿Cómo está en este punto tu capacidad para perdonar? ¿Podrías abrazar y decir “te perdono” al tipo que te arrancó un pedazo de tu vida? Lo hizo, por ejemplo, Juan Pablo Segundo…

Pero Juan Pablo Segundo perdonó a quien quiso matarlo a él, no a quien mató a su hijo. Son circunstancias complicadas. He conocido historias maravillosas de padres que han perdonado a quienes han violado o asesinado a sus hijas. Pienso que es un proceso; te soy sincera, en este momento no tengo odio en mi corazón; tengo ira, enojo, eso sí, pero de ahí a decirte que iré a abrazar a esa persona o a perdonarlo, te digo que no. Talvez más adelante.

Latest article