TEGUCIGALPA, HONDURAS. Hugo Maldonado nacido en Ocotepeque, quien con sus palabras se define como un “Ocotepecano a mucha honra”, salió de su pueblo para luchar por la defensa de la vida y las causas sociales.
Desde pequeño siempre tuvo ese sentimiento de ayudar a los demás, su vida estuvo marcada por altibajos como la falta de un padre en el hogar, ser torturado por su deseo de apoyar a su comunidad, hasta dormir en el interior de su auto en sus primeros años en San Pedro Sula.
Aquel muchacho sufrido, ahora convertido en defensor de derechos humanos, con una sonrisa en su rostro y con un brillo en sus ojos recuerda de manera satisfactoria su niñez y adolescencia. El tiempo ha pasado, es otra época, pero él todavía cree que los valores en la juventud se pueden rescatar.
Hugo Maldonado se desempeña como presidente del Comité de Derechos Humanos (CODEH), institución que pertenece desde 1994, donde ha escalado poco a poco, hasta llegar a ocupar el cargo que ostenta desde el 2015.
Es preciso indicar que Maldonado concedió recientemente una entrevista para Diario Tiempo Digital, en la que reveló aspectos de su vida personal y profesional. A su vez, dijo que seguirá desempeñándose como defensor de la vida hasta que Dios se lo permita.
A continuación, la transcripción de un ameno diálogo con Hugo Maldonado
¿Qué tal su crianza? R: Yo tuve una niñez como muy sumisa, muy dedicada a la disciplina familiar. Una disciplina que a pesar de que no me críe con padre y madre; sino que solo con mi madre. Apenas hizo el tercer grado pero lo suficiente para hacer en la vida de sus hijos personas de bien.
¿Cómo fueron sus estudios? R: Tuve que estudiar ya adulto y desde que tenemos uso de razón andamos trabajando en la vida. En vez de jugar pelota, trompo, zumbo, para el primero de los Santos Inocentes, hacíamos todas esas cosas tras la faena del día, luego de haber trabajado y de ir a buscar la leña para el fuego.
La niñez de nosotros en los pueblos es diferente a la niñez que tienen los hijos de hoy en día en la ciudad. No existían los teléfonos para decirte que no había luz eléctrica, realmente era una niñez muy diferente a la actual. Hoy la niñez está naciendo con la tecnología de punta.
¿Qué trabajos realizó en su niñez? R: Yo le hice a todo, porqué vendí libros, almanaques «Escuela para todos» que muy pocos conocen que a la juventud ni le interesa. Recuerdo que vendí hasta un almanaque «Bristol», que era muy ocupado por nuestros ancianos allá en los pueblos. Porque en ese Bristol había el día que iba llover cuando comenzaba, el día que podías pescar, el día que podías sembrar un árbol etcétera.
Ahorita Google está idiotizando a la sociedad, antes la dependencia era conforme a las fases de la luna. Vendí pan, topogigios, iba a los estadios miraba el partido de fútbol y me andaba rebuscando. Esa es mi vida y eso no lo cambio por nada, me dejaron muchas experiencias gratas.
¿Se han perdido los valores con la tecnología? R: Los valores todavía se pueden rescatar a nivel de familia de la tecnología después de un buen consejo. Hoy en día el padre está preocupado por el colegio y la universidad de sus hijos, por llevar la alimentación por pagar la renta etcétera, entonces nos descuidamos como padre de familia, descuidamos el papel de padre o de madre en el hogar, ya no tenemos una convivencia como familia.
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Nueva vida en San Pedro Sula
¿Qué hizo luego de salir de la escuela? R: Cuando salí de la escuela en el 1979, me tuve que venir a San Pedro Sula, desde en ese entonces prácticamente resido en San Pedro Sula, vine a vivir a Chamelecón pero en el kilómetro 71, villas del río, que ya pertenece al municipio de Villa Nueva, Cortés.
El Chamelecón nos daba camarón, pescado, todo para sobrevivir. Allá se sembraba el maíz, frijol etcétera, nunca me dedique a la agricultura porque no era ese el estilo de vida mío. Sin embargo, comencé a vender achinería, helados, fui ayudante de albañil, hice mil cosas pero que siempre estaban dedicadas al trabajo, a ganar lo que se pudiese ganar. Mi primer salario fue de 36 lempiras.
Luego vine a vivir al Barrio Cabañas a la par de la Escuela Centeno donde años atrás era un lugar invivible, pero aun así me di el lujo de dormir en mi carro en el que trabajaba, que ni vidrios tenía, solo ponía cartones a ambos lados y dormía tranquilo.
¿A qué edad se interesó por problemas sociales? R: Tenía 14 a 15 años, cuando a esa edad ya me estaba despabilando como dicen en el pueblo, me empezaron a gustar las cosas sociales, estar ligado a las cosas sociales, soy fundador de la colonia la Unión en San Pedro Sula, hoy en día una colonia con muchas incidencias de violencia y criminalidad, pero en aquel entonces era tan sano la colonia, vivíamos, compartíamos y ahí fui capturado y torturado 1984.
Torturas
¿Por qué fue torturado? R: Porque era dirigente comunal de esa colonia, mis torturadores en aquel entonces eran los de la DNI, me torturaban en la terraza en el edificio de la DNI, que ahora es un hotel, pero que ni por regalado, me iré a meter a una habitación de ese lugar. Ahí me torturo el niño y el profesor dos personajes muy famosos en la farándula de la tortura.
¿Qué tipo de tortura recibió en ese lugar? R: De todo tipo, apagaban cigarrillos en mis tetillas, en el lóbulo de la oreja, me ponían el polo negativo y positivo en las orejas, me ataban de manos y pies detrás de un banco, me desnudaban y me pegaban con una varilla en mis testículos para sacar verdad sobre hechos que yo ni siquiera tenía conocimientos. Me sumergían en una pilita que tenían ahí cerca de la terraza con una bolsa plástica.
El 84 fue un año muy difícil, estuve incomunicado en un espacio de ocho días, recibiendo tortura y sin recibir comida, lo que medio tragaba uno en esas celdas de la DNI eran algarrobas. Algarrobas que tal vez alguien comía un banano, sandía o melón y nos tiraba las cáscaras. Fueron 8 días muy difíciles, sentía que el cuerpo ya se desvanecía por sí solo, con sed, con ansias de recobrar mi libertad.
Salvador desconocido
¿Cómo logró salir de esa angustia? R: Sin saber lo que me esperaba en ese entonces estaba privado de su libertad un hijo adolescente del Doctor Mario Catarino Rivas, no se me olvida y nunca más volví a saber de él. Me dijo «cipote, y vos porque venís», le respondí «me vinculan al movimiento de izquierda de este país, y soy miembro del Comité de Derechos Humanos, «y cómo te llamas vos», me preguntó. Hugo Maldonado y necesito que le comuniquen al Comité de Derechos Humanos, al Doctor Ramón Custodio, le conteste. «Mi viejo es médico y ya anda dando las vueltas por mí», aseguró. Yo creo que ese hijo del Doctor Mario Catarino Rivas me salvó la vida, porque a los ocho días fui pasado a un Tribunal de Justicia. Recuerdo que para salvar mi vida tuve que irme de San Pedro Sula a Ocotepeque a estudiar.
¿Cómo fue ese regreso a su pueblo natal? R: Me fui para Ocotepeque estudie perito mercantil y contador público, me hice dirigente estudiantil, funde el movimiento revolucionario de segunda enseñanza, libramos luchas y batallas en aquel momento.
Seguí cultivando la situación de los Derechos Humanos en Ocotepeque… conseguí media beca a través del CODEH para ir a estudiar a Costa Rica para sacar una especialidad en Derechos Humanos en 1994, la cual me ayudo de mucho. Anduve por toda Centroamérica, México porque unos eran cursos presenciales, otros no.
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Riesgos
¿Reciben amenazas de muerte los defensores de derechos humanos? R: Eso de todos los días hermano, esta cuestión de ser activista no se trata de que también vamos a tener miedo y que ya no fuimos.
Creo que las amenazas siempre fueron latentes. Siempre están ahí permanentemente, la hemos tenido de parte de la sociedad, de sectores de derecha y respetamos su pensamiento. El problema en este país es que como no tenemos una cultura de derechos humanos, no entendemos el papel del activista de derechos humanos.
¿Qué es lo que se debe hacer para tener esa cultura de derechos humanos? R: Hay que cambiar la currícula, cuando nosotros decimos que hay que cambiar el sistema educativo nacional, lo primero que debemos hacer es meter la clase de derechos humanos desde la escuela a la universidad y que haya una carrera de derechos humanos.
Nosotros defendemos la vida, la seguridad, los sectores vulnerables, defendemos a las niñas y niños, a la mujer, a los pueblos indígenas y a los defensores del lago y de la tierra etcétera.
¿Cómo considera la lucha de las personas que han muerto defendiendo los derechos humanos? R: La situación de las muertes de los defensores de derechos humanos en el país, han sido eso «quijotes», hemos tomado la bandera de la justicia, la libertad, la paz. Porque nosotros los defensores de derechos humanos no, nos gusta la violencia. En el Comité de Derechos Humanos, el no a la violencia es el pan de cada día.
Una carrera nada sencilla
¿Es fácil la vida de un defensor de derechos humanos? R: No ha sido fácil, porque yo no he podido estar permanentemente con mis hijos compartir meses, años, sino que he sido un hombre dedicado a los derechos humanos creo que el día que yo me vaya de Codeh, voy a morir pero por no hacer nada. Va a ser difícilmente que deje de ser algo poco creo que Dios nos ha traído a cumplir una función social.
Los fines de semana voy donde mi familia y sigo trabajando, yo nací para esto. Mi madre quería que yo fuera sacerdote, pero creo que Dios ya me tenía predestinado para servir. Mi juventud la dedique a Dios y a la juventud de este país. Somos personas que hemos dados una parte de nuestra vida al movimiento de la libertad y la lucha por la vida.
¿Cómo es la agenda de un defensor de derechos humanos? R: Difícil, pero es una agenda sin puntos y sin comas, es una agenda corrida. Son las diez de la noche y sigues contestando llamadas de auxilios o te llaman a cualquier hora, eso es bonito también. No me encuentro sin ser la persona que soy, nací para servir y no para servirme de los demás.
¿Su familia le ha pedido que se retire del CODEH? R: Mi mamá me decía, cuando no entendía en lo que estaba metido, «hay te van a matar, mejor deberías de salirte». Ya después decía mi mamá, «hay estoy rezando un Rosario diario para que Dios te cuide en ese camino. Mis hijos han entendido, nunca me han dicho «papi salgase de eso que lo van a matar», creo que me han respetado hasta el día de hoy, mis seis hijos. Lamentablemente estoy en deuda con los seis de ellos, porque no los disfruto como hijos y no me disfrutan como padre. Creo que esa deuda familiar si la voy a llevar a la tumba.
¿De dónde ha sacado esas fuerzas para seguir luchando? R: No sé, digo no sé, porque si creo que para estar en el movimiento de derechos humanos se debe tener la conciencia social y ser humanista. Yo creo que nací siendo humanista y moriré siendo humanista.
Volver a ser defensor de Derechos Humanos
¿Volvería a ser defensor de Derechos Humanos? R: Si volviese a nacer, volvería a ser defensor de derechos humanos, sin dudarlo. Porque creo que he vivido momentos muy difíciles, pero he vivido una faceta en mi vida, que me han dejado muchas anécdotas lindas y preciosas en el extranjero, en las calles de San Pedro Sula, en Tegucigalpa. Mientras unos me ven mal, otra gente me saluda y me grita en la calle «adelante». Otros que creen en el trabajo del Comité de Derechos Humanos, me dan ánimos, eso es lo más hermoso que he encontrado en la vida.
¿Está en deuda con Honduras? R: No, siento que le he dado mucho al país, pero siento que los gobiernos no nos han dado al CODEH lo que le debe de pertenecer. Si creo que debe haber un acompañamiento institucional para el fortalecimiento del trabajo del Comité. En su momento lo han hecho algunos, otros no lo han hecho, deberían de hacerlo porque nosotros no construimos violencia, construimos gobernabilidad. El mejor aliado estratégico para un gobierno en materia de derechos humanos es el CODEH.
¿Cuánto tiempo le queda a Hugo Maldonado? R: Es una buena pregunta, que me gustaría hacérsela a Dios, porque nos gusta tanto esto, que le dedicamos 20 horas diarias. A las 4 de la mañana ya estamos pensando en la agenda. Es tan hermoso servirle a los demás, este día (28 noviembre) apoye a una familia que su sonrisa denotaba alegría, satisfacción y que dentro de su analfabetismo había felicidad y de eso el CODEH fue partícipe de esa alegría. Esas son las cosas que no se pueden cambiar por nada del mundo.
He estado rodeado de presidentes, ministros he sido conferencista internacional, pero más me gusta estar con las familias del campo. Recordar que un día nos comimos una tortilla con sal o huevo, tomate con una taza de café hecho en el fogón; mis raíces no las pierdo, ni las cambio.
Me han recomendado andar con guardaespaldas, si ni carro ando, ando a pie y camino por donde sea, encontrando felicidad en la sociedad. Claro que hay unos perversos también, hay que se encargue Dios. Sobre todo creemos en un ser supremo dador de la vida, y que cuando nos llame, no podemos decir no. Estamos al servicio de todos los sectores.
Como se pudo leer en la entrevista, Hugo Maldonado es un hombre con convicciones claras. Con un único objetivo, servir a las familias hondureñas, defender la vida y temeroso de Dios, quien le pide fuerzas para continuar con su trabajo.
De antemano agradecido con el señor Maldonado por brindarme parte de su tiempo en su apretada agenda. Cabe destacar, que nos quedamos de ver en el CODEH a la 1 de la tarde, luego del almuerzo.
No obstante, Hugo no había almorzado por diversos motivos, pero aun así se tomó el tiempo necesario para conversar conmigo y responder las preguntas presentada en esta amena entrevista.