HONDURAS. Creció observando a mamás solteras, huérfanos y otros recibiendo el apoyo de su madre, germinando así su propio anhelo de servir a los demás, pero sin advertencia alguna de que se adentraría en una ruleta de aprendizajes y riesgos.
Santa Bárbara, occidente de Honduras, atestiguó cómo en sus primeros años, en medio de una familia numerosa, se abrió paso para jugar, sin olvidar que las directrices de su progenitora también incluían la dedicación al estudio y responsabilidades en el hogar.
Con el modelo materno siempre presente, supo con indiscutida convicción que estudiaría eventualmente una carrera universitaria que le permitiese buscar la justicia. Sería abogada, la abogada Ana Pineda.
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Sobreponiéndose a «gajes del oficio»
Su tierra natal fue anfitriona de su educación primaria y secundaria, pero ella después se mudó a Tegucigalpa para estudiar magisterio en la histórica Escuela Normal Mixta «Pedro Nufio».
Mientras ejercía ya como maestra, retrató sus vastos deseos de crecer profesionalmente en un título de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH). En el alma mater se gestó su preparación para la abogacía, profesión en la que suma más de 30 años de recorrido.
Pero, no es fácil ser jurista en Honduras, describió. «Riesgos, represalias y marginación» conforman parte de los obstáculos, al menos cuando se actúa de forma independiente y confrontando sistemas que pretenden funcionar al margen de la ley.
En el afán de seguir sus ideales y no sucumbir a las élites, quedó desprotegida, subrayó. Su trabajo y persistencia la llevó -en su momento- a ser una jueza en materia penal, lo que puso a prueba su valentía.
«Mi familia y yo fuimos objeto de reiteradas amenazas a muerte. También he sido víctima de campañas de descrédito y de misoginia que, posiblemente, a un hombre no se habrían atrevido a montárselas», reveló.
No obstante, se siente agradecida porque asegura que esas circunstancias únicamente le dejaron fortaleza y madurez. Con aún más experiencia, se rehúsa a negociar su labor independiente y confrontativa.
Una anécdota especial
Pineda relató una experiencia donde antepuso sus valores. Fue cuando Porfirio «Pepe» Lobo era presidente y, sin siquiera haberla tratado personalmente, él la llamó para ofrecerle la titularidad de la Secretaría de Justicia y Derechos Humanos.
«Yo le dije que no podía aceptar porque esa posición era de confianza y el abordaje de los derechos humanos es consustancial -de la misma esencia- con el ejercicio independiente del cargo», contó.
No obstante, terminó asumiendo la posición, luego de que el exmandatario le dijo que no habría problema alguno, que ella podía ejercer la independencia que quisiera, pues él solo quería mejorías en derechos humanos en el país.
Gurú del derecho en Honduras
Su título lee abogada, pero también se convirtió en notaria y se especializó en varias ramas; es experta en Derechos Humanos, Derecho Penal y Procesal Penal y Derecho Constitucional.
Fungió como delegada delegada adjunta primera del Comisionado Nacional de los Derechos Humanos (Conadeh) y Directora Ejecutiva de la Fundación Democracia Sin Fronteras.
Además fue coordinadora del Área de Administración de Justicia y Defensa de la Constitución en la Federación de Organizaciones para el Desarrollo de Honduras (Foprideh) y procuradora en varios Programas del Comité para la Defensa de los Derechos Humanos en Honduras (Codeh).
Actualmente se desempeña como profesora de la Facultad de Ciencias Jurídicas en la máxima casa de estudios. Igualmente es asesora legal del Colegio Médico de Honduras e investigadora y consultora de organismos nacionales e internacionales.
¡Rechazó candidatura a la Presidencia!
El amplio currículum le sirvió de credencial para que en 2013 fuese contemplada para una postulación presidencial. Sin embargo, tan apegada a sus convicciones como siempre, se dio «el lujo» de rechazar la oferta.
«En ese momento me encontraba desempeñando una posición pública (el mando de la Secretaría) que había asumido con mucho compromiso y creí que sería irresponsable abandonarla a mitad de la gestión«, comenzó historiando.
«En esos casos, no se puede dejar de considerar la forma en que se ejerce la política en Honduras y la baja calidad de los procesos electorales; a muchas personas no nos genera confianza para involucrarnos», ahondó.
Además, expuso que los actuales líderes políticos han hecho mucho daño al territorio cinco estrellas; sugirió que estos sean sustituidos por hombres y mujeres que estén realmente comprometidos con los intereses del pueblo y no personales o de su círculo.
Ana Pineda lejos del lente público
Más allá de su labor profesional, la entrevistada se deleita leyendo, escribiendo y compartiendo tiempo en familia. «Quisiera no trabajar y vivir eternamente estudiando», agregó, enfatizando su amor por aprender cada día más.
Más de tres décadas tiene también de estar a la par de un hombre al que describe como especial y el verdadero complemento de su vida. «Conocerlo fue lo mejor que me pudo pasar», acotó, puntualizando a su vez que procrearon juntos a tres hijas.
Pineda asevera que prácticamente ama todo de la vida, pero le disgustan las condiciones actuales del país, mismas que atribuye a la mala gobernanza política que es antecedida de una ciudadanía que no elige de forma consciente y razonada a sus representantes.
Ella se describe a sí misma como una mujer sencilla, aunque temerosa de Dios y que está muy dedicada a la familia. Enfatizó que leer mucho, comer y dormir bien están entre sus placeres.
«Me considero una persona de carácter firme, determinada y que siempre está revisándose a sí misma para trascender y ser mejor, aunque no siempre lo logre», manifestó la exfuncionaria.
A futuro, mientras escucha música clásica -la que más le permite concentración- quiere convertirse en autora de libros y seguir ejerciendo como docente. Tales sueños estarán acompañados de sopas y ensaladas, sus platillos preferidos.
Pero su más fervoroso anhelo es seguir sirviendo a su patria. Quiere hacerlo ejerciendo sus capacidades profesionales con independencia, es decir, sometida a la Constitución y las leyes. Así, finalizó la entrevista externando su esperanza de que los tiempos donde eso sea posible -sin objeción- lleguen pronto a Honduras.
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