CORTÉS, HONDURAS. Bajando del avión, con sus pertenencias dentro de una bolsa, en la que metafóricamente traía metidos también los sueños y anhelos que llevaba hacia Estados Unidos, un jovencito cholomeño contó su historia de migrante.
Decepcionado por no haber podido alcanzar su objetivo, José Gonzáles, de 18 años de edad, volvió al país del que una vez huyó pensando aún en todos los momentos difíciles que le tocó vivir durante su ruta migratoria.
Con recién cumplida la mayoría de edad, y al no ver oportunidad alguna de salir adelante en su amado país cinco estrellas, intentó llegar a una nación que tiene 45 más en su bandera (EEUU). Llegó, sí, y permaneció un tiempo allí, pero no como le hubiese gustado.
Al jovencito lo arrestaron en Texas poco después de cruzar la frontera con México. De inmediato las autoridades estadounidenses iniciaron los trámites para su deportación. Pero, mientras tanto, él permanecía en una celda, como si de un criminal se tratase.
Y es que, luego de estar recluido en un espacio muy reducido, expuesto al COVID-19 y rodeado de custodios con los que no se puede platicar porque no saben hablar español, regresar a Honduras no sonaba como una mala idea. A pesar de que había abandonado su tierra, al volver, José aseguró sentirse alegre.
“Estoy alegre de regresar y, pues, ahora espero estudiar o trabajar, si Dios lo permite. Primeramente espero conseguir un trabajo», dijo el muchacho. Y al consultarle si se atrevería a hacer el viaje una vez más, contestó que no. «Ahora no pienso moverme de aquí», agregó.
¿Qué tan mala fue su experiencia?
De forma instantánea vienen a su mente las escenas duras que vio y experimentó, momentos que marcaron su vida para siempre, recuerdos que jamás podrá olvidar.
“Íbamos con otras personas, no en caravana, pero sí con un grupo pequeño de personas que no conocemos. Es muy difícil. Se sufre, porque se lleva la vida arriesgada en todo», manifestó.
Y no sólo él la pasaba mal, sino también todas las personas que lo acompañaban. «Durante el camino miré muchos niños que sufrían, aguantaban hambre, unos dormían en la calle… La verdad, es muy duro», rememoró con tristeza.
Si bien es cierto que varios lo han conseguido con éxito, «el ‘sueño americano’ es difícil de lograr. Está duro. Si se atreven, que Dios los guarde y los cuide, porque ahí son dos cosas: la muerte, pasa o viene».
Juventud – Trabajo = Migración
Los jóvenes migrantes constituyen más del 10 por ciento de los 232 millones de migrantes internacionales en general, y, siendo el grupo social con mayor movilidad, constituyen el grueso de los desplazamientos anuales de migración.
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la tasa de desempleo entre los jóvenes duplica, como mínimo, la tasa general de desempleo, y se calcula que 73 millones de jóvenes no tienen trabajo, según la edición más reciente de Tendencias Mundiales del Empleo Juvenil, de la OIT.
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