REDACCIÓN. Tessa Hansen-Smith, de California, es alérgica a sus propias lágrimas, saliva y sudor y solo puede ducharse dos veces al mes. Incluso beber agua puede causar cortes en la lengua.
Tenía solo 10 años cuando los médicos se dieron cuenta de que era alérgica al agua después de que le salieran erupciones mientras se duchaba.
Tessa, que ahora tiene 22 años, fue diagnosticada con urticaria acuagénica, una afección debilitante e incurable que puede provocar fiebre, migraña y erupciones cutáneas, y que altera gravemente su vida diaria. La joven toma actualmente nueve pastillas al día con la esperanza de mantener estable su rara enfermedad.
«Es una enfermedad realmente difícil, ya que incluso soy alérgica a mis propias lágrimas, saliva y sudor», cuenta Tessa. «Soy muy propensa al agotamiento por calor y tengo que evitar la actividad física. Incluso tengo que ser transportada por mi campus en la universidad porque, de lo contrario, llego a clase con fiebre, migraña y erupciones, lo que hace que sea muy difícil concentrarme».
«Sufro de mucha fatiga muscular y náuseas también; la enfermedad generalmente es causada por comer algo con mucha agua en alimentos como algunas frutas y verduras. Incluso beber agua puede causarme cortes en la lengua», explica.
Tessa mostró por primera vez signos de la afección a los ocho años cuando se duchaba con frecuencia y le salía un sarpullido. Pensaron que las erupciones se debían a que ella era potencialmente alérgica a ciertos jabones que estaba usando.
Investigaciones
«Tengo mucha suerte porque mi madre es médica de familia, así que, cuando seguía saliendo con estas erupciones, su primera suposición fue que era alérgica a mi jabón o champú. Con esto en mente, los sacamos uno por uno para ver a qué productos no reaccionaba», cuenta. «Para aliviar las erupciones, tomaba una pastilla para la alergia que las eliminó, pero la urticaria acuagénica empeora con la edad, por lo que ya no me funciona como antes».
Tessa y su madre tuvieron que realizar muchas de sus propias investigaciones para llegar al fondo de su alergia; su madre ha sido su médico de cabecera desde que mostró signos de la afección.
«Tener urticaria acuagénica puede ser un juego mental a veces; es difícil tomar tantas pastillas todos los días sabiendo que en realidad nunca se detendrá», explica. «Con frecuencia me recuerdan que no hay cura para la urticaria acuagénica y que nunca estaré completamente mejor, lo que es algo difícil de escuchar a veces».
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A pesar de los desafíos diarios, Tessa está decidida a no dejar que su enfermedad controle completamente su vida. «Siempre he estado muy decidida a ser independiente y dejar mi ciudad natal para ir a la universidad. Hago todo lo posible para tomar las cosas un día a la vez porque algunos días son mejores que otros».
Para contar su día a día con esta rara enfermedad utiliza su cuenta en Instagram en la que tiene más de 80.000 seguidores.
Con información de ABC.
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