URUGUAY. Todos conocemos al famoso y muy querido bonachon ex presidente uruguayo José Mujica, pero seguro que alguna vez te has preguntado ¿Por qué este viejito que nos recuerda tanto a nuestro abuelo, es tan popular?
Su imagen de sabio que dice lo que piensa contrasta con los discursos medidos al milímetro que encontramos en la política convencional.
Su popularidad le ha llevado a mantenerse como parlamentario en Uruguay, y a crear un movimiento para la juventud del mundo. Es tal la demanda que se anunció el pasado viernes su primer video blog en el famoso canal alemán DW. En su primer video Mujica puntualizó: «La clave fundamental no es el mercado, sino la vida».
José Pepe Mujica camina encorvado y bien despacio. Maneja su Volkswagen Escarabajo, se trajea con ropa evidentemente usada, no se corta las uñas de los pies, tiene una panza inmensa y evita todo el tiempo mirar a los ojos.
Su forma de hablar es suave, dulce. Dice cosas obvias, sensatas, que cualquier otro campesino anciano podría decir. De las más impresionantes que han golpeado corazones jóvenes: «Los políticos deben aprender a vivir como la mayoría del país, no como la minoría».
Como olvidar lo que dijo en su discurso cuando fue condecorado en UNASUR en Ecuardor: «No tengo vocación de héroe, pero siento un fuego dentro cuando veo injusticias sociales, lucha de clases, al fin y al cabo yo sé que hay hambre, pero hay el doble de población y doble cantidad de alimento, lastima que tiramos casi el 30% de la comida que producimos, ni siquiera se la damos a los perros, menos se lo damos a la gente pobre, esas son las contradicciones de nuestra civilización».
José Mujica simboliza este cambio de mentalidad no solo en Brasil, sino en el mundo entero. Y ya no está solo. España, que vivió protestas masivas en 2011 y solo ahora empieza a salir de la crisis económica, ya ha recogido algunos frutos en las elecciones municipales y autonómicas de este año.
El de Madrid es el caso más representativo. En su primer día de trabajo, la alcaldesa y exjueza Manuela Carmena, de 71 años, estuvo en la portada de periódicos por ir a trabajar en metro. Recortó sueldos, cargos, coches oficiales y otros privilegios. Y sobre todo ha cambiado las prioridades presupuestarias del Ayuntamiento para hacer cumplir su programa, tras 24 años de gobierno conservador.
En primer lugar y como explica Luis Arroyo, consultor de comunicación y autor de El poder político en escena, José Mujica “contrasta mucho con el resto de políticos, es el antilíder”. Arroyo rememora haber acudido a unas jornadas en Montevideo que inauguraba el expresidente uruguayo: “Estaba en la puerta del hotel fumando y llegó Mujica, que entró sin escolta, como uno más”. Su aparente cercanía no es una pose, subraya, citando a gente que le conoce personalmente.
El analista político Antoni Gutiérrez-Rubí nos da cinco claves para entender en qué consiste esta imagen de antilíder de José Mujica:
- Su sentido del humor. Se trata de un humor “profundo que combina cierto aspecto socarrón con un cinismo intelectual muy brillante y muy lúcido”.
- «La profundidad de su pensamiento», a pesar de la aparente simplicidad de los conceptos. Influye no solo el uso de palabras sencillas, sino también su hablar lento y pausado. “Sus frases parecen cargas de profundidad”.
- Su “carácter irreductible”. En opinión de Gutiérrez-Rubí, su trayectoria muestra a “un hombre insobornable e irreductible, al que no es posible cambiar”. Hay que recordar que pasó 14 años en la cárcel y no ocultó su pasado en la guerrilla: “Sufrí, pero no te puedes aferrar al odio -explicó a The Guardian en referencia a la votación que mantuvo la ley de amnistía para la dictadura que le encarceló y torturó-. No sería la persona que soy si no hubiera vivido esos años”.
- Su “coherencia en la manera de vivir y de pensar”. Sobre todo por la relación “entre lo público y lo privado, lo cual tiene un valor y un atractivo muy importante hoy en día”. Siendo presidente, Mujica vivía en su casa de hacía 30 años, en lo que consideraba una forma de luchar por su libertad personal. También siguió conduciendo su viejo Volkswagen Escarabajo de 1987 y donó el 90% de su salario.
- Es un “sabio”, explica Gutiérrez-Rubí, es decir, una persona que habla “desde el corazón, desde la experiencia, desde el sentido común”. Este discurso choca “frente a tanto charlatán y pedante”.