El globo ocular es una estructura especializada en la captación y transmisión de los estímulos luminosos. El iris es el encargado de regular la cantidad de luz que absorbe la retina, por lo que una afección mal tratada podría llevar hasta a perder la visión.
El iris es el aro pigmentado ubicado entre la córnea y el cristalino, constituye la úvea o túnica media vascular del ojo junto al cuerpo ciliar y a la coroides. Además, presenta una serie de músculos que se contraen y relajan, ajustando el tamaño de la pupila.
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La inflamación o hinchazón del iris es conocida como iritis o uveítis anterior. Por lo general, suele desarrollarse de forma rápida y afectar a un solo ojo. No obstante, en algunas personas se manifiesta en ambos.
El tratamiento temprano es crucial, ya que permite evitar complicaciones como el glaucoma y la pérdida de la visión.
Síntomas de la iritis
En la mayoría de los casos, la iritis resulta bastante molesta para el paciente, ya que es capaz de afectar la capacidad visual y entorpecer las actividades diarias.
Las principales manifestaciones clínicas asociadas a la inflamación del iris son las siguientes:
- Dolor y sensibilidad ocular
- Sensación de cuerpo extraño en el ojo
- Ojos enrojecidos
- Aumento en la producción de lágrimas
- Sensibilidad a las luces brillantes e intensas
- Visión nublada o borrosa
- Dolor de cabeza.
Esta afección suele manifestarse de forma aguda y repentina, cediendo en un periodo menor a 6 semanas. De todos modos, en algunos pacientes puede tener una presentación crónica y perdurar por más de 3 meses.
Causas y factores de riesgo
La uveítis anterior es común en los adultos jóvenes entre los 20 y 50 años de edad. No obstante, también puede presentarse en los niños y los adolescentes. El origen de esta afección es muy variada, lo que dificulta el diagnóstico inicial.
Se estima que la iritis puede ser desencadenada por factores externos, como traumatismos e infecciones, así como también por alteraciones endógenas, propias del globo ocular o resultado de afecciones sistémicas. Unos orígenes habituales son los traumatismos contundentes de alta intensidad y las lesiones corto penetrantes.
Dentro de las causas de la iritis por afecciones no traumáticas destacan las siguientes:
- Infección por virus del Herpes Zoster
- Toxoplasmosis
- Tuberculosis
- Sífilis
- VIH/SIDA
- Artritis reactiva o psoriásica
- Enfermedad intestinal inflamatoria
- Sarcoidosis
- Síndrome de Reiter
- Enfermedad de Lyme
- Medicamentos, como rifabutina y cidofovir.
Recientemente se encontró una relación entre el virus hemorrágico del ébola con afecciones como la uveítis y la panuveítis, manifestándose en más del 15 % de los pacientes.
De igual forma, existen diversos factores que pueden aumentar el riesgo de padecer iritis y la posibilidad de sufrir complicaciones, dentro de los que se encuentran los siguientes:
- Consumo de tabaco y cigarrillos
- Alteración hereditaria del gen HLA-B27, responsable de la estabilidad del sistema inmune.
- Enfermedades de transmisión sexual
- Patologías autoinmunes.
Complicaciones de la iritis
El pronóstico negativo asociado a la inflamación de la retina está relacionado con el retraso en el diagnóstico y el tratamiento tardío o inapropiado de la misma. Dentro de las principales complicaciones de la iritis se encuentran las siguientes:
- Cataratas: es una opacidad del cristalino que afecta la capacidad refractaria del mismo, por lo que la persona tiende a manifestar pérdida progresiva de la visión. Esta representa la complicación más común de la uveítis, presente en más del 30 % de los casos.
- Edema macular: engrosamiento de la mácula retiniana que puede presentarse con o sin lesiones quísticas. Suele generar desde visión nublada hasta pérdida de la visión. Es la responsable de más del 20 % de las complicaciones.
- Alteraciones retinianas: están asociadas a desprendimiento o desgarro retiniano, formación de vasos patológicos y oclusiones vasculares, las que han sido identificadas en el 15 % de los casos con curso negativo.
- Maculopatías: relacionadas con necrosis macular, así como con membrana neovascular coroidea (MNVC) y membrana epirretiniana (MER). Las mismas representan más del 14 % de las complicaciones por uveítis.
- Otras complicaciones: depósitos de calcio y pupilas irregulares.
Diagnóstico
El diagnóstico de iritis se realiza mediante la exploración integral del globo ocular por parte del médico especialista en oftalmología. La sintomatología ocular identificada durante el interrogatorio es vital, permitiendo desarrollar la sospecha clínica.
Por lo general, la misma se confirma mediante las siguientes pruebas:
- Evaluación ocular externa: el médico evaluará las diferentes estructuras del ojo de forma comparativa, con el objetivo de identificar y descartar cualquier afección. De igual forma, se estudiará la reactividad pupilar con un pequeña lámpara, así como el patrón de vascularización, secreción y enrojecimiento del globo.
- Prueba de agudeza visual y campos visuales: con ayuda de tablas o cartillas con figuras y letras, el especialista evaluará la capacidad de enfoque del globo ocular y su respuesta adaptativa. De igual forma, mediante la campimetría se identificará la integridad o afección de los cuadrantes visuales.
- Examen de fondo de ojo: se empleará un oftalmoscopio para observar las estructuras internas del ojo, mediante lentes de aumento. El médico evaluará la retina, la mácula, el disco óptico y las vasos retinianos en busca de anomalías.
Tratamiento para la iritis
El protocolo terapéutico está centrado en el alivio de la sintomatología ocular y en el control de la enfermedad que esté originando el proceso inflamatorio. De igual forma, se busca evitar la aparición de complicaciones y la evolución desfavorable asociada a la pérdida de la visión.
Por lo general, incluye los siguientes medicamentos:
- Soluciones oculares midriáticas: gotas que permiten dilatar la pupila, reduciendo el dolor y la sensibilidad.
- Corticoesteroides: gotas empleadas para disminuir la hinchazón e inflamación del iris, además de reducir la presión intraocular. Las mismas alivian el enrojecimiento, el dolor y la sensación de arenilla o cuerpo extraño.
- Analgésicos y antiinflamatorios orales: fármacos como el paracetamol y el ibuprofeno pueden ser empleados para reducir el dolor y la inflamación.
En caso de que el dolor continúe luego de varias semanas de tratamiento, el especialista puede recurrir al uso de corticoesteroides orales o infiltrados alrededor del globo ocular. En cuanto a la sensibilidad a la luz, es recomendable utilizar lentes de sol o antejos fotocromáticos.
Información verificada en blog «Mejor con Salud».
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