Era martes 17 de noviembre del 2020, el país estaba devastado por el paso de Eta, sin embargo, un nuevo huracán, llamado Iota, comenzaba a generar más estragos en Honduras sin siquiera entrar al territorio nacional.
Iota tocó tierra por el Caribe de Nicaragua el 16 de noviembre y perdió fuerza. Llegó siendo de categoría 5, y en menos de 12 horas, se degradó a categoría 1 en la escala Staffir-Simpson.
La Comisión Permanente de Contingencias (COPECO) advertía que Iota llegaría pronto y solicitó a los hondureños evacuar las zonas que ya habían sido inundadas por Eta.
Este segundo huracán, con similar trayectoria, estaba a 190 kilómetros al Este de la ciudad de El Paraíso, con vientos que superaban los 135 km/h.
Ante la alerta roja que ya estaba en el país, las autoridades de COPECO informaron que Iota cruzaría el territorio hondureño y saldría el jueves 20.
«(…) No es cuánto tiempo permanezca, sino la cantidad de agua que caerá en Honduras», dijo aquel día el jefe de comandos de COPECO, Marvin Aparicio.
Las autoridades tenían previsto que Iota entraría a Honduras como una tormenta tropical, pero sus fuertes vientos y grandes cantidades de lluvia dejarían más crisis.
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Las inundaciones se repiten
El 17 de noviembre del 2020, el río Tocoa, en el departamento de Colón, ya se había salido de su cause.
La Ceiba, en el norte del país, recibió lluvias durante toda la madrugada y mañana de ese día. Usuarios de las redes sociales reportaron que aún habían personas sin rescatar.
Por otro lado, en Gracias a Dios, Mirna Wood, dirigente comunal, dijo aquel día que habían casi 150 familias esperando ser evacuadas de La Mosquitia, pero no tenían combustible para lanchas.
De la misma forma, ya se reportaban inundaciones en varias partes de Chamelecón. Por ejemplo, las calles del «El Crucero», que conducen a las colonias Sabillón Cruz y La Española, estaban totalmente cubiertas de agua.
En la zona central, la situación no era mejor. El vocero del Cuerpo de Bomberos, Oscar Triminio, contó que más de 200 barrios y colonias de Tegucigalpa estaban en zona de riesgo por derrumbe e inundaciones.
Triminio aseguró que las zonas se debían evacuar lo más pronto posible eran las aledañas a los ríos Choluteca, San José y las quebradas de la Orejona.
Ese mismo día se cerró el paso de los puentes que conectan a Tegucigalpa con Comayagüela. Las personas estaban siendo evacuadas y trasladas hasta los albergues, pero algunos no querían dejar sus pertenencias.
Por su parte, San Pedro Sula lidiaba con más problemas cuando apenas trataba de reponerse de los embates de Eta. Varias calles de la ciudad se encontraban completamente inundadas, mientras que las colonias recientemente afectadas ya comenzaban a inundarse de nuevo.
De la misma forma, Iota sometía a Choluteca y Valle con vientos de 115 km/h. Los pobladores reportaban que el mar estaba saliéndose y llegando hasta sus viviendas. La recomendación que COPECO les hacía a los ciudadanos era evacuar lo más pronto posible.
Comparando con Mitch, Iota no dejaría tanta destrucción
Luego del paso de Eta, los expertos preveían que Iota terminaría de destruir lo que había quedado, pero la afectación no superaría a la del huracán Mitch.
El geólogo Mynor Ruíz comentó que Iota no tendría el poder que tuvo el Mitch, pero dejaría similar destrucción. «Iota terminará lo que Eta comenzó en relación a la infraestructura del país», comentó.
Además, advirtió que toda la zona norte volvería a ser inundada por Iota, «lo estamos viendo ahora, ni ha entrado, y ya está generando fuertes daños«.
Toncontín cancela vuelos y ejes carreteros cerrados
Debido a las malas condiciones climatológicas ocasionadas por Iota, el aeropuerto Toncontín, en el Distrito Central, canceló todo los vuelos programados para ese día, mientras que la Secretaría de Seguridad determinó cerrar todos los ejes carreteros del país para evitar accidentes.
Pobladores de toda Honduras se encontraban en agonía, pues no se sabía a ciencia cierta lo que Iota terminaría de provocar en el país. Hubo quienes se las ingeniaron para buscar una forma de moverse, como, por ejemplo, flotando entre las calles con neumáticos inflados para buscar a sus familiares o tratar de salvar algunas de sus pertenencias.
Muertos y desaparecidos
Hoy hace un año, la cantidad de muertos y desaparecidos por el paso de Eta y el ingreso de Iota era incontable. La población estaba alarmada, pero las autoridades pedían calma.
Los efectos de Iota ya se estaban sintiendo. Habían ciudades sin alumbrado público, albergues hasta su límite, familias en agonía buscando a sus allegados desaparecidos y, como si fuera poco, la pandemia del COVID-19 no daba tregua.
Hoy, un año después de las tragedias de Eta e Iota, aún hay hondureños que continúan alquilando o viviendo con su familiares luego de haber perdido su casa.
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