EE.UU.-Las redes sociales pueden servir de mucho o de nada. Todos y todas conocemos,WhatsApp, Facebook, Instagram. Tinder, Snapchat… También creemos conocer su funcionamiento.
Parece fácil. Subimos una foto a Instagram y esperamos el torrente de «Me gustas», oleadas de comentarios y más seguidoras y seguidores.
Hoy en día las relaciones sociales giran en torno al número de fotos que colguemos, la cantidad de tweets y menciones que incluyamos en nuestra cuenta, los «followers» y otros tantos complementos que sólo nos aportan las redes sociales.
En ellas esperamos comentarios que nos alaguen, o que den a entender lo bien que lo estamos pasando, lo bonito que es el lugar en el que estamos o lo apetecible que parece el café del Starbucks.
Eso sí, siempre y cuando sean de amigos y amigas, gente que conocemos o que, al menos, está entre nuestros contactos relativamente cercanos.
Sin embargo, en el inmenso océano que supone el mundo de las redes sociales, también podemos encontrarnos con situaciones, fotos y momentos comprometedores. Por poner un ejemplo: una noche de fiesta, vuelan los móviles, los flashes y las fotos.
En ese momento no eres consciente de las caras o las posturas que estás adoptando. Al día siguiente te despiertas, ves el WhatsApp, visitas Facebook, miras Snapchat y… Que cada persona saque sus propias conclusiones.
Fuente: La Razón de España.