Entre la gran cantidad de pérdidas sufridas por millones de personas en todo el mundo durante la pandemia de COVID-19, la falta de sueño puede ser la más generalizada, con consecuencias negativas prolongadas para la salud física, mental y emocional, tal y como sugieren investigadores del sueño.
Los resultados de múltiples estudios y encuestas durante los meses más agudos de la crisis sanitaria son recogidos por Medscape. Ellos revelan que una mayoría de individuos ha experimentado cambios significativos en la calidad, los patrones y las alteraciones del sueño.
«Esta investigación plantea la necesidad de evaluar el empeoramiento de los patrones de sueño y utilizar ayuda para dormir en las poblaciones más susceptibles identificadas en este estudio».
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En un estudio, datos indican que 58 de cada 100 refirieron insatisfacción con su sueño y 40 % informó disminución de la calidad del sueño durante la pandemia. Esto sucedió en comparación con el sueño previo a la COVID-19, de acuerdo con Uri Mandelkorn, de la Clínica de Sueño Natural en Jerusalén (Israel).
Además, «esta investigación plantea la necesidad de evaluar el empeoramiento de los patrones de sueño. También, sugirieron utilizar ayuda para dormir en las poblaciones más susceptibles identificadas en este estudio. Ellas son mujeres y personas con modos de vida inseguros o que están sujetas a cuarentena estricta», han explicado los autores de la investigación.
Los creadores publicaron los resultados en Journal of Clinical Sleep Medicine. Ahí añaden que «el personal sanitario debe prestar especial atención a los problemas físicos y psicológicos que este repunte en las alteraciones del sueño puede ocasionar».
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