Redacción.- Cuando una persona se encuentra en una situación que percibe como amenazante para su vida, se activa un sistema de alarma que lleva a liberar hormonas como la adrenalina y el cortisol. En el caso del cortisol, hace que se limiten las funciones que serían no esenciales o perjudiciales en una situación de lucha o huida.
Ahora, científicos de la Universidad de Yale y la Escuela de Medicina Icahn en Mount Sinai, en los Estados Unidos, han encontrado que el cortisol podría estar en el centro del COVID prolongado, el síndrome que puede manifestarse en más de 200 síntomas diferentes después de haber tenido la infección por el coronavirus.
Los investigadores estadounidenses encontraron que las personas con COVID prolongado generaban alrededor de la mitad de cortisol. Esto, en comparación con personas sanas, que no tenían la infección o que se habían recuperado totalmente del COVID-19. El estudio que hicieron aún no fue revisado por pares, pero está disponible en el portal MeRxiv. Se abre la posibilidad de usar al cortisol como un biomarcador para predecir el síndrome del COVID prolongado en el futuro.
Reunieron datos de 215 personas. De ese grupo, 99 tenían un caso de COVID largo, 40 no habían registrado infecciones por COVID-19. Mientras, los 76 restantes se recuperaron del virus sin complicaciones a largo plazo. Tomaron muestras de sangre de cada participante y midieron los niveles de cortisol.
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El cortisol se activa en las glándulas suprarrenales -que están justo al lado de los riñones– y se dispersa por todo el cuerpo. Los niveles bajos de cortisol se han relacionado en el pasado con el síndrome de fatiga crónica y otras dolencias similares.
El equipo de investigación de Yale observó que algunos pacientes con COVID de larga duración que se trataron aumentando sus niveles de cortisol han mostrado cierta mejoría. Sin embargo, se aclaró que sólo el comienzo de la búsqueda. Ahora que los niveles de cortisol se han relacionado con el COVID prolongado, cómo tratarlo exactamente y cuál es el siguiente paso es desarrollar tratamientos y encontrar el mecanismo subyacente, sugirieron.
“Se han reportado niveles bajos de cortisol en el caso de la encefalomielitis miálgica/síndrome de fatiga crónica y se ha informado de que el tratamiento con hidrocortisona produce una modesta mejora de los síntomas.
Sin embargo, la supresión suprarrenal ha impedido en última instancia su uso clínico generalizado para esta indicación. Es posible que se necesiten ensayos clínicos adicionales para optimizar las terapias de sustitución de glucocorticoides para el COVID prolongado y la encefalomielitis miálgica/síndrome de fatiga crónica”, escribieron los investigadores Aikiko Iwasaki, David Putrino y otros colegas en el estudio.
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