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jueves, noviembre 21, 2024

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TEGUCIGALPA, HONDURAS. Un total de tres años, siete meses y 13 días pasaron para que Keldy Mabel González Brebe pudiera ver a sus hijos nuevamente, después de ser separados en Estados Unidos.

Toda su familia huyó de Honduras desde 2013 debido a la criminalidad. Escaparon de las constantes amenazas de pandilleros, quienes ya habían acabado con la vida de más allegados.

En 2013 intentaron irse a México, pero su propósito fue frustrado por las autoridades de ese país, que rápidamente los deportaron. Sin embargo, continuaron en su esfuerzo de salir para proteger su integridad física y emocional.

Cuatro años más tarde, Keldy Mabel llegó hasta suelo estadounidense con su hijo menor, Erick, quien tenía solo 13 años en aquel momento, y el siguiente, Mino, quien era un adolescente de 15.

La intención que tenían en ese momento era solicitar un asilo. Por lo que, extendieron sus brazos para ser advertidos por una patrulla fronteriza en el desierto de Nuevo México; sin embargo, tal acción truncaría -por años- los anhelos que tenían.

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Repentino cambio de realidad

Los tres fueron detenidos y llevados a una celda en Deming, una ciudad del estado en mención. Mino y Erick fueron puestos en libertad, pero no pasó lo mismo con su madre, quien quedó esposada y en sujeción a las autoridades estadounidenses.

Contrario al refugio que buscaba, Keldy Mabel se convirtió en una víctima más de la política «cero tolerancia» que implementó la administración de Donald Trump contra los migrantes.

Es así que no lograría en ese momento su voluntad de reunirse con el hijo mayor, Álex, quien cruzó la frontera ese mismo día por Arizona. Tampoco encontraría a su esposo, quien hace cinco años migró por sí solo y vive actualmente en Texas.

Durante más de un año, la madre hondureña permaneció en un centro de detención de los Servicios de Inmigración y Control de Aduanas en El Paso, Texas. Aunque la soltaron en enero de 2019, fue para su deportación hacia San Pedro Sula.

Una nueva luz

Empero, la adversidad no acabó con la necesidad de Keldy Mabel de reencontrarse con sus seres queridos. Nuevamente salió hacia el norte y se instaló en Tapachula, México, mientras aguardaba una oportunidad para entrar a Estados Unidos.

Ahora, bajo las facilidades que el gobierno de Joe Biden ofrece para la reunificación de familias, ella cruzó la frontera de la mano de una defensora de los derechos de los migrantes. Transitar el Puente de las Américas le devolvió toda esperanza.

En una reunión familiar en Filadelfia, sorprendió a sus vástagos. Ellos no tenían ni idea de que, tras una espera que parecía interminable, volverían a ver a la persona que les dio la vida.

Un medio de comunicación estadounidense describe que, en ese conmovedor momento, ella no paraba de decirles cuánto los ama. Mino y Erick, entre muchas lágrimas, la abrazaron fuertemente.

Keldy Mabel dijo que ahora su principal propósito es hallar un trabajo y ser un sustento más para su hogar, mismo que también integra su sobrina -una menor de edad- y su madre, una persona mayor que se mostró atónita cuando la vio luego de varios años.

«Bienvenida a casa» decía el pastel con el que recibieron a Keldy Mabel en Filadelfia. Aunque está lejos de su natal Honduras, allí es su hogar, pues están sus hijos.

También externó que viven en un barrio peligroso en el país norteamericano, sin embargo, es algo que no le asusta, pues ya tuvo vivencias similares. Ahora se centra nada más en la felicidad de estar nuevamente con su familia y da testimonio de ello.


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