TEGUCIGALPA, HONDURAS. «Entre dormida y despierta, escuché el primer estruendo», comenzó relatando Jannet Rodríguez, una hondureña que sobrevivió a la tragedia ocurrida en el edificio de Surfside en Miami.
«Pensé que se había metido el mar«, continuó relatando, y agregó que nunca pensó que se tratara de piedras, es decir, de un derrumbe.
«Al minuto cae el otro, allí sí pensé que tembló el edificio. Una vecina me tocó la puerta y me dijo que era un terremoto. Me siguió diciendo que pensaba que era un terremoto«, contó.
También, la connacional dijo que su vecina le mostró que el elevador que se encontraba frente a su puerta se desplomó, «hay una rajadura inmensa, me dijo«.
La hondureña contó que la hija de su vecina le dijo: «Jannet ponte en la sala con mi mamá y dice la Policía que se cayó el edificio de al lado».
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Rescate
Para que los bomberos las vieran, ellas comenzaron a encender unos focos, pero nunca salieron al balcón por miedo, contó.
Relató que sintieron paz al ver a los bomberos. En ese momento que Jannet narraba cómo sobrevivió, se le hizo un nudo en la garganta y agradeció: «Los bomberos excelentes».
«Nosotras teníamos recogidas unas cositas y le dijimos a los bomberos que las íbamos a llevar. Pero ellos nos dijeron que no, porque nos iban a subir a una canasta y esa no iba a aguantar tanto peso», añadió la catracha.
Jannet y sus vecinas querían llevar, aunque sea carteras, pero los bomberos no las dejaban, tanta fue la insistencia de las mujeres, que al final les permitieron.
«Nosotras estábamos en el noveno piso y por eso nos llevaron al balcón. Cuando nos llevaron al balcón ya lo estaban serruchando. Un bombero dijo que la canasta no podía llegar hasta el noveno piso y nos tuvieron que bajar al quinto piso», relató.
Jannet junto con su vecina comenzaron a bajar al quinto piso. «Ellos siempre nos fueron cuidando. Yo iba viendo el ascensor, entonces me dijeron que no viera, que me concentrara en caminar».
Siguieron caminando, bajaron y vieron las escaleras todas rajadas y tuvieron que bajar casi en el aire. «Pero ellos nos aguantaron que fuéramos caminando despacio, iba nerviosa y por fin llegamos al quinto piso».
Por fin estaban en el quinto piso y las subieron a la canasta, ambas cerraron sus ojos y en unos minutos ya estaban en tierra firme: «Estamos a salvo«, agradecieron.
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