REDACCIÓN. Confeccionando ropa y mascarillas, así ha sobrellevado la pandemia una hondureña en España, quien desde hace 12 años abandonó su país en busca de mejores oportunidades para sostener a su familia.
Mariana Herrera, de 51 años de edad, actualmente reside en Barcelona, España, relató que la confección siempre fue su pasión y la emergencia sanitaria generada por la COVID-19, lejos de ser un obstáculo para ella, representó una oportunidad para explotar sus habilidades.
«Costurar es algo que me apasiona. Este negocio va poco a poco, pero seguro. Sueño algún día poder vender a gran escala acá y en Honduras», expresó.
Ante la obligatoriedad en el uso de mascarillas que las autoridades de la mayoría de países en el mundo implementaron como medida, la emprendedora inició confeccionando tapabocas. Posteriormente, elaboró otras prendas de vestir bajo su propia marca que denominó HEMAKA.
De acuerdo con doña Mariana, el nombre de su marca representa las iniciales de sus hijos y las suyas: (Heiny, Emilson, Mariana, Angélica, Karolay). Sus cuatro hijos viven en Honduras y desde estas fronteras le animan a continuar con su proyecto de emprendedurismo, dijo la hondureña.
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Otras actividades en España
Doña Mariana expuso que antes de la pandemia, laboraba cuidando adultos mayores en ese país europeo. Gracias a ello, pudo sostener a su familia en Honduras por varios años; incluso, logró establecerse legalmente como ciudadana española.
No obstante, con la crisis de la COVID-19, estuvo desempleada cuatro meses, situación que la llevó a retomar la costura, trabajo que desempeñaba en Honduras.
«Me voy dando a conocer poco a poco. Estoy consciente que no es algo fácil, pero seguiré esforzándome para que este sueño se haga realidad«, dijo entusiasmada.
Amor por Honduras
Estar lejos de sus seres queridos es uno de los mayores obstáculos en la vida de doña Mariana, según dijo. Pero en cuanto termine la pandemia, prometió que viajaría a su tierra para poder abrazar de nuevo a sus hijos, sus padres y su abuelo, quien ya cumplió cien años de vida.
«Cuando escucho el Himno Nacional o veo flamear mi hermosa bandera, se me parte mi alma. Soy 100 % catracha y amo a mi país, jamás he negado de dónde vengo», agregó.
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