TEGUCIGALPA. En la homilía dominical celebrada el primer fin de semana de julio, el máximo representante de la Iglesia Católica recalcó la importancia de abrir los corazones a Jesús para curar los males en los que vive Honduras.
Luego de leer el Evangelio de Marcos 6:1-6, el cardenal Óscar Andrés Rodríguez habló sobre la primera y única visita del evangelio que fue a la sinagoga.
Del mismo modo, indicó que en esa visita se desataron las sospechas, comentarios malos llenos de envidia ya que desconocían a Jesús.
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Jesús, el único que puede transformar la vida
Rodríguez detalló que en ese suceso, los que estaban dentro de la sinagoga solamente lo reconocieron como un carpintero e hijo de María.
«Ellos no se dieron cuenta que era Jesús, el único que tiene el poder para transformar vidas, lo que dificultó que lo reconocieran es porque no tenían fe y la confianza en él», acotó.
Sin embargo, el Cardenal aseveró que hoy en día, en pleno siglo XXl, a mucha gente le sucede lo mismo en varios países, incluso Honduras.
«Muchas personas viven como si el señor Jesús no existiera o existió. Eso es algo triste y es conveniente citar lo que él dijo: No desprecian a un profeta más que en su patria», informó.
Despreciaron a Jesús
Citando el Evangelio, Rodríguez comentó que ante el desprecio e indiferencia de los paisanos de Jesús de Nazareth en la sinagoga, no pudo hacer ningún milagro.
«Así pasa en Honduras, cuántas personas no aceptan al señor Jesús, su santa ley de amor y viven en la violencia, muerte, mentira, robo e indiferentes ante el mensaje del Santo Evangelio», manifestó.
Además, el Cardenal aseveró que a causa de eso, los hondureños viven en un círculo vicioso lleno de corrupción y varios males.
«La solución es que busquemos a Jesús, ese es el único camino que ayudará a vencer este mal, porque de lo contrario no podrá transformar a Honduras», dijo.
Por último, el máximo representante de la Iglesia Católica recalcó la importancia de abrir los corazones a la verdad del Evangelio, a la justicia y libertad.
«Honduras, no desprecies a Jesús, tampoco a los hermanos, tenemos que respetarnos unos a otros y educar nuestra fe para ver lo positivo», concluyó.
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