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viernes, noviembre 22, 2024

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TEGUCIGALPA, HONDURAS. El cardenal Óscar Andrés Rodríguez habló en su sermón de este domingo sobre cómo Jesús es el «camino de liberación» para la humanidad. Se refirió a Él como el cordero que limpia a los humanos del pecado.

Rodríguez expresó sus palabras en base con las citas bíblicas del libro del apóstol Juan, precisamente en los versículos 29 al 34. El marco de su intervención fue la misa de esta mañana en el segundo domingo de tiempo ordinario.

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«Crispación Social» 

El arzobispo mencionó, en primera instancia, la situación social que afronta el mundo, por lo que considera primordial la apertura al camino de Cristo.

«Hoy día lo que se publicita son actitudes agresivas, provocadoras, altivas y de dominación. En este mundo prevalece la lucha, la competencia y la confrontación», detalló.

En concordancia, explicó cómo Jesús, si nos abrimos ante él, «viene a liberarnos«.

«Él (Jesucristo) es el verdadero cordero; viene a hacernos libres de toda esclavitud. Nos libera del odio, el miedo y la violencia. Nos hace libres para amar», describió.

Y prosiguió: «Viene a romper las cadenas que nos atan, curar cegueras y destruir las prisiones interiores que hacen de nuestras vidas inconsistentes y débiles», dijo.

Además, explicó las características de Jesús que los cristianos deben aprender en estos tiempos de «tanta crispación social».

«Tenemos que aprender el estilo de mansedumbre, de comprensión, tolerancia y dulzura que representa Jesús como cordero de Dios», ilustró.

El pecado del mundo

Para continuar con su participación, el líder eclesiástico enfatizó sobre cuál es el pecado del mundo y cómo el hijo primogénito de Dios libra la humanidad del mismo.

«Todo lo que se opone a la vida y el amor es el pecado del mundo. Consiste en frustrar el plan que tiene Dios en esos sentidos sobre cada ser humano», precisó de manera preliminar.

Y continuó sosteniendo que es el «cordero» quien elimina el pecado del planeta. ¿De qué manera lo hace y dónde está alojado?

«No es algo mágico o con una lavadora, sino que lo cargó sobre sí mismo. Quitar el pecado del mundo es sacarlo de donde está incrustado, en las estructuras de la sociedad o en el interior de nuestros corazones», afirmó.

Por el mismo lado, ejemplificó el pecado en el mundo.

«Los millones de seres humanos forzados a la miseria y el hambre a causa de una injusta distribución de los bienes de este mundo; un comercio escandaloso de armas que favorecen las guerras que llenan de sangre nuestra tierra», clamó.

Y remarcó: «El pecado del mundo son nuestras hostilidades, que han difíciles las relaciones humanas. También las ambiciones, que nos hacen ver a los otros como competidores; acciones de indiferencia, resentimientos, odio y rencor».

«El pecado del mundo es la ausencia de amor, la indiferencia ante los demás», recalcó con firmeza.

Jesús, el único camino

El representante de la iglesia católica prosiguió en su discurso explicando que solo el camino del hijo de Dios salva, y no seguir a otros hombres.

«El único camino que nos salva es el que recorrió Jesús, y no las ilusiones prometidas por otros liberadores, por una sociedad instalada en la mentira», subrayó.

Por otra parte, se refirió a la actualidad de los más pequeños de nuestra sociedad.

«Hoy en día muchos niños y jóvenes no han oído hablar de los diez mandamientos. Nadie se los ha enseñado y por eso se mienten, roban, calumnian y se matan. ¿Dónde está la ley santa de Dios?», enjuició.

Asimismo, el eclesiástico agregó sus consideraciones sobre Honduras y el mundo en relación a las mentiras y otras carencias de valores.

«¿Cómo podemos pensar que una Honduras apartada de Dios puede progresar?», comenzó cuestionando.

Y amplió sobre todo el globo terráqueo: «En días pasados, en varios países, tanto de aquí de América como de Europa, se han revelado mentiras de los gobernantes. Es muy triste que se quiera solidificar un desarrollo en la falta de la verdad», señaló.

Por último, aseguró que Jesucristo desea ayudar a Honduras, y por tanto, debemos abocarnos a él.

«Jesús quiere quitar el pecado de Honduras, la injusticia, la muerte, el engaño y la corrupción. Si no nos acercamos a él, que es la fuente del amor, estaremos todo el tiempo en un círculo vicioso de mentiras y engaños», precisó.

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