TEGUCIGALPA, HONDURAS. En el inicio de la segunda semana de Cuaresma, el Cardenal Óscar Andrés Rodríguez, en su homilía destacó que debemos arrepentirnos de nuestros pecados, buscar la conversión y escuchar más la palabra de Dios.
En ese sentido, el Arzobispo primeramente comentó que debemos vivir en los ejercicios cuaresmales, «sobre todo la oración, el ayuno y la caridad».
De manera similar, Rodríguez indicó que la celebración de la cuaresma es una llamada de Jesús para poder mejorar en la vida.
Asimismo, dijo «que la transfiguración nos revela el camino final del ser humano, la plenitud de la vida, en la cual esta llamada toda la humanidad».
Rodríguez explicó que en el evangelio de hoy, Mateo capítulo 17, versículo 1 en adelante, es el camino para transfigurarnos. En virtud de dejar pasar la luz de Dios, la cual, es su palabra, misma que servirá para irradiar el bien.
«Una persona que sigue a Jesús, debe irradiar el bien, debe irradiar la bondad, debe irradiar el amor. La luz de Dios que pasa a través de nosotros para transfigurarnos», exaltó.
Al mismo tiempo, el Arzobispo de la capital detalló que Jesús era un “hombre transfigurado”. Esto, por su bondad, compasión, que acogía a los pobres y necesitados, su gran libertad y particularmente su vivencia única con Dios.
Necesidad de Honduras de salir de las tinieblas
Más adelante, el cardenal señaló que Honduras tiene una gran necesidad de salir de las tinieblas del mal. Además, que la vida es sagrada, y nadie debe quitársela a otra persona.
«Cuanta necesidad tenemos en Honduras de salir de las tinieblas del mal, de la violencia, de la muerte, seguimos matándonos entre nosotros. Cuando vamos a entender que la vida es sagrada, que nadie le puede quitar la vida a nadie».
Por lo tanto, Rodríguez arguyó que el país no puede continuar así, ya que si se deja entrar al Padre Celestial en el corazón, «esto puede convertirse y seguir siendo un matadero, y no, Dios quiere que vivamos en paz, en el respeto de la vida».
El Arzobispo sostuvo que Jesús es la luz, incluso en la noche más oscura. Una luz que no se apaga, misma que nos ayudará a superar todas las pruebas de la vida.
De igual interés: HOMILÍA: Necesitamos no solo pan, sino «sentido de vida y esperanza»
Homilía: Tiempo para sentir la voz de Dios
El cardenal afirmó que todo lo anterior mencionado es el núcleo del evangelio de este domingo. A su vez, debemos destinar un tiempo para hacer silencio y sentir la voz de Dios en nuestras vidas.
«Cada uno de nosotros debe destinar un poquito de tiempo para hacer silencio y sentir esa voz de Dios, «tú eres mi hijo amado, tú eres mi hija amada», y sentir la alegría de ese amor que Dios nos tiene. Un amor más grande que nuestros pecados».
Rodríguez pidió que en medio del camino de la vida, en esta gran cuaresma, tenemos que abrir un espacio a Dios. En efecto, de lograr una transfiguración con Jesús para descubrir la luz de su Padre.
«La gran luz que nos dice «ustedes son mis hijos, ustedes son amados por mi Padre y por mí». Sin ese momento la vida humana pierde sentido».
Y agregó: «Aun que se tenga todo el poder, todo el dinero, todas las armas, la vida del hombre como dice el Salmos, es frágil como la flor del campo que la roza el viento y ya no existe».
Coronavirus
Para finalizar, reconoció que estamos en una emergencia mundial por el tema del coronavirus (Covid-19). Sin embargo, reiteró que el dengue es más grave.
«El dengue es mucho peor, y ha causado muchísimas más muertes y somos indiferentes y sigue proliferándose».
Por lo anterior, pormenorizó que debe haber limpieza en los hogares, en la ciudad siguiendo los lineamientos de la medicina. «Porque ese dengue es peor que el coronavirus. El mundo tiembla ante ese virus y no hace caso, el dengue va minando la vida de los hondureños».
Mientras tanto, agradeció a Dios de que el Covid-19 no ha llegado a Honduras. Precisó que debemos prevenir su ingreso al país.
«Hoy con mucha fe, podemos decirle al Señor: tú, Cristo, has mostrado tu rostro radiante, lleno de luz a tus discípulos, quisiéramos confiarnos a ti. Nuestro camino es, a veces, demasiado oscuro, pero contigo desaparece el miedo y brilla la luz. Incluso en la noche más oscura, Jesús es la luz que nunca se apaga», concluyó.