TEGUCIGALPA, HONDURAS. Después de una preparación desde el inicio de la Cuaresma, hoy la iglesia celebra el arranque de una nueva Semana Santa; atípica, celebrando desde casa, pero rebosantes en fe.
El primer día de esta festividad litúrgica se denomina «Domingo de Ramos» y su propósito es remembrar la historia bíblica de cuando Jesús entró triunfalmente a Jerusalén, en medio de la aclamación de una multitud.
El cardenal Óscar Andrés Rodríguez, quien ofició la homilía de este día en la Basílica de Suyapa, inició su participación pidiendo la bendición de Dios para todos los que, desde sus casas, sostienen un ramo alusivo a la fecha.
Seguido exhortó a los feligreses a imitar a la muchedumbre que esperó a Jesús en su llegada a Israel, «glorificando sus maravillas» a través de canciones.
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Un virus peor que el coronavirus
En su intervención para el sermón de la misa dominical, el arzobispo de Tegucigalpa explicó que los hondureños, aprovechando el mensaje de amor que deja la Semana Santa, debemos dejar atrás un virus que, considera, es más maligno que el que azota físicamente a más de un millón de personas.
«Tristemente, hay un virus que es peor. El virus de la soberbia, el egoísmo y la falta de amor», expresó el cardenal.
A renglón seguido, ejemplificó sus palabras con una supuesta situación que se vive en estos momentos de crisis por COVID-19.
«Nos hemos enterado con mucho dolor que incluso familiares han negado la entrada en casa a alguno que llega quizá de trabajar de las maquilas. No hay prueba de que estén contagiados», relató.
Consiguiente, opinó que esos son gestos «contra Cristo» y anti-Semana Santa». Por tanto, pidió a Dios el perdón de esas personas.
«Perdónalos, porque sí saben lo que hacen. Están negando el amor, la compasión y la misericordia. ¿Cómo pueden pretender que Dios los libre de un contagio, si están contagiados de odio, de rechazo al prójimo?», dijo de forma contundente.
En el mismo sentido, comentó que Honduras está marcada por el virus de la violencia, e invitó a los cristianos a erradicar el mismo. Aludió de forma específica a quienes matan a otros compatriotas.
A esos criminales, dijo: «Conviértanse, arrepiéntanse. Pidan perdón, porque será muy triste el día que tengan que rendir cuentas y Dios les diga que la sangre de su hermano clama al cielo».
Imitemos la paz de Jesús
Como contraparte, Rodríguez exhortó a seguir el ejemplo de Jesucristo. El mesías llegó a Jerusalén en burrito y, según la consideración del líder eclesiástico, eso representa mansedumbre y paz.
Basado en tomar las virtudes del hijo de Dios como ejemplo, agradeció a quienes están ayudando a los pobres en las comunidades más necesitadas.
Por ese mismo lado, explicó que la sencillez de Jesús invita a ser generosos, compartir, ser solidarios, y vivir «libres de la ambición de poder».
El marco de la Semana Santa, considera el cardenal, nos ofrece el tiempo, silencio y la oportunidad para arrepentirnos de nuestros pecados.
«Señor que tu sangre preciosa convierta los malos sentimientos de los corazones en un deseo de paz, reconciliación y justicia», clamó.
Amor en tiempos de tempestad
El mundo atraviesa una crisis difícil de asimilar. Las naciones más poderosas han sucumbido ante los poderes de un «virus invisible», como lo denominó en intervenciones previas el arzobispo Rodríguez.
Sin embargo, él insta a que, en estos tiempos de situaciones tan dolorosas, debemos aclamar a Dios. De igual forma, invita a los feligreses a participar en la manifestación de obras de amor.
Dios, por su parte, asegura que viene «hacia nosotros, a los enfermos, a los que padecen de coronavirus, a los que están en hospitales, a los que han perdido a un familiar sin poder despedirse y a los que ya pasaron al otro lado de su amor». Es decir, a todos.
«Hoy pedimos que en toda la tierra se pueda levantar una oración por la paz», enfatizó el cardenal.