TEGUCIGALPA, HONDURAS. La homilía de este domingo, 11 de octubre, estuvo dirigida a cuán felices son los hondureños, y a dónde están buscando ese gozo, sin embargo, el cardenal Óscar Andrés Rodríguez recordó a los feligreses, que Dios es el único que la puede dar plenamente.
«Dios es único que puede dar la felicidad plena», dijo Rodríguez. En ese sentido, agregó que esa felicidad también se representa en los sacramentos de la iglesia.
¿Dónde están buscando la felicidad?, preguntó el jerarca católico, al tiempo que cuestionó a aquellos que suponen que la felicidad está en la saciedad y placeres sin reglas morales.
«Vale la pena que nos preguntemos dónde estamos buscando la felicidad, para muchas personas está en tener más, en comprar más, en lograr más, para muchos el goce inmediato está en la saciedad y cualquier tipo de placeres sin reglas morales«, agregó.
En consecuencia, aconsejó a la población a buscar esa dicha a través de la Santa Eucaristía, para llegar al mismo Dios.
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Hondureños desterraron la eucaristía
Por otro lado, el cardenal Rodríguez invitó a los creyentes a seguir la “autopista al cielo” como el beato Carlo Acutis, que a sus 15 años se santificó.
Acutis es el primer beato «millenial», nativo digital, y para la iglesia, un ejemplo de que la tecnología puede ser muy positiva.
Así lo explicó el propio Papa Francisco, al afirmar que «el joven supo utilizar las nuevas técnicas de comunicación para transmitir el evangelio, comunicar valores y belleza».
En ese sentido, el máximo representante de la iglesia católica en Honduras, reflexionó que miles de hondureños desterraron la eucaristía de sus vidas. Esto, luego que cumplieron con el sacramento de la Primera Comunión.
«Cuantos tal vez hicieron la Primera Comunión y después nada, la palabra de Jesús es clara, el que coma de este pan vivirá para siempre y el que no, ahí está la pregunta», cuestionó.
Jesús se encuentra sobre el altar y en el Santísimo Sacramento, recordó al tiempo que señaló que eso lo entendió el beato Carlo a sus 15 años de edad.
Finalmente, instó a aceptar la invitación de Dios a su banquete, la respuesta depende de cada quien y el sí, o el no, es lo que marca la diferencia.
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