TEGUCIGALPA, HONDURAS. Volver a Dios con un corazón arrepentido y sincero fue el llamado del obispo Teodoro Gómez en la homilía de este domingo 27 de marzo.
Para este cuarto domingo de cuaresma, el obispo inició invitando a los creyentes a evaluarse a sí mismos y su relación con Dios.
«Jesús hace presentir el ministerio de Dios y también el de la fragilidad humana, ahora sabemos qué nos espera cuando regresamos a él; nos esperan unos brazos abiertos, una fiesta y una gran alegría«, dijo el religioso.
Para respaldar su mensaje, el obispo se basó en la historia del hijo pródigo. «El hijo, más que pedir, exige, él tiene prisa, no está dispuesto a esperar el amor del Padre, no le basta, quiere los bienes y desea tener, poseer, consumir y disfrutar la vida al máximo», dijo.
Ante eso, el líder religioso explicó que es algo que se vive en nuestra sociedad, en la que no se busca el amor de Dios, sino sólo placeres estériles.
Continuó relatando que el padre le entregó todo al hijo; él se marchó lejos y comenzó a derrochar todo el dinero.
«A veces vivimos huyendo de todo, corremos de una parte a otra. Dios no nos interesa, son otras cosas las que nos interesan. Uno tiene necesidad de llenar el vacío de algún modo buscando aliviar nuestras insatisfacciones y mal gastamos nuestras riquezas personales y lo mejor de nosotros mismos», exhortó el católico.
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Invita a volver a Dios
Por otro lado, el obispo afirmó que el Padre espera que sus hijos regresen a él con un corazón arrepentido y sincero.
«El evangelio de hoy nos muestra el corazón de Dios. El Padre dice ‘celebremos un banquete de fiesta’, es la fiesta de la vida. Así es Dios, quien nos espera con brazos abiertos y nos ofrece un banquete por encima del odio y violencia que dominan el mundo», agregó.
Además, ejemplificó lo que sucede con la guerra de Rusia-Ucrania, manifestando que se ha perdido el amor hacia el prójimo y a Dios. «Vivimos en un mundo de orfandad, sin una referencia a un padre. Son muchos hombres y mujeres que no han conocido un verdadero padre natural o espiritual», expuso.
Concluyó invitando que «acudamos a Dios para que arrepentidos como hijos pródigos podamos experimentar ese gozo de ser perdonados por el Señor».
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