TEGUCIGALPA, HONDURAS. De padres cafetaleros, Sayda Ayala Pinto emigró a los Estados Unidos en el 2003 luego de que sus progenitores, dos años antes, hicieran lo mismo. Esta hondureña que ahora reside en una ciudad del país de norte, detalló que la desgracia que provocó el huracán Mitch afectó a su padre de gran manera y fue determinante para que ellos tomaran dicha decisión.
«Mis padres son de Campamento, Santa Rita, Copán. Me encantaría ir de vacaciones a Honduras, nunca conocí la capital. La gente piensa que los hondureños son re pajeros y muy insistentes. Yo quisiera estar en el río donde yo crecí y no en un balneario fino», contó la hondureña que se destaca en los Estados Unidos por su habilidad para vender camiones.
A sus casi 30 años, Sayda ha tenido que pasar por pruebas difíciles tanto en lo laboral como en lo personal. Entre enfermedades y adversidades ha logrado hacerse de un nombre en el rubro de las ventas del transporte.
«Yo llegué a la ciudad de Long Beach y vivimos durante 10 años. Luego nos mudamos a la ciudad en la que vivimos actualmente».
Ayala Pinto comenzó a trabajar a sus 13 años cuidando niños. Tres años más tarde, ella aprendió a hacer pizzas en un restaurante, mismas que también vendía.
Su primer trabajo directo con las ventas fue en una empresa que se dedicaba a vender utensilios de cocina. También se aventuró laburando con un abogado criminalista y con un médico.
En este último empleo, a Sayda le diagnosticaron con Lupus «él me dijo que ya no podía trabajar», comentó.
«Una muchacha me dijo que había una oportunidad como dealer (comerciante). Nadie de mi familia sabía sobre los camiones, pero yo apliqué. Estoy segura de que fue Dios», contó.
Discriminación, no; machismo, sí
Muchos latinos que ahora residen en los Estados Unidos han manifestado en su momento que han sido víctimas de discriminación. Sin embargo, Sayda comentó que ella y su familia no han tenido este problema.
«Ni mi familia ni yo, nunca hemos sentido ese tipo de discriminación. En el trabajo a mis papás no los trataban muy bien, pero era porque ellos eran ilegales», dijo.
No obstante, reconoció que el negocio en el que ella ha conseguido destacarse le ha provocado de que, cadenas de medios como Telemundo, entre otros, la han buscado para hacerle entrevistas.
«Lo complicado no es ser mujer sino tener un negocio que solo lo hacen los hombres, además de ser indocumentada y madre soltera, entonces son las tres cosas que algunas personas no respetan. Es un negocio que hacemos con muchos latinos, entonces existe mucho machismo, he vivido cosas de mi propia gente (latinos). Es más otra gente de otras rasas me han apoyado. No he sufrido de racismo pero si de machismo», reveló.
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Un ángel en su vida
Cuando Sayda inició en el negocio del transporte, hubo un guatemalteco que le ayudó y apoyó incondicionalmente. «Yo a él lo adoro, hemos tenido nuestras diferencias como en cualquier negocio. Lo llamo solo para molestar, hasta cuando me duele una uña. Lo adoro. Se llama Hugo Ruíz«, subrayó entre risas.
Además, la hondureña confesó que al principio ella le tenía pánico a los camiones. «Yo la verdad les tenía un pánico a los camiones. Cuando estaba pequeña miraba uno en la carretera y me ponía a llorar».
Y agrega: «Pero me fui enamorando del negocio, la parte humana fue lo que más me gustó. Cuando mi compañía creció pues me salí de allí y empecé a trabajar por mi cuenta».
La primera empresa de Ayala fue Calebs Express. En ella transportaba mercancía seca. La segunda fue un concesionario de camiones de equipo pesado de 18 ruedas. Al final me gustaron los camiones.
«Yo si te puedo decir que yo empecé sola, nunca tuve a nadie que me instruyera en las cosas financieras, en los temas legales o de impuestos; me iba cayendo y me levantaba y después ya sabía el error», relató.
Más adelante, quiso realizar una sociedad con otra persona la cual también le ayudó mucho, pero al final no se pudo dar la unión.
Personas aprovechadas
Con el pasar de los años, Sayda aprendió todo lo referente sobre el negocio de la venta de camiones o furgones. Tanto era su éxito que las personas se acercaban a ella para solicitarle ayuda, pero eso le dejó varios problemas monetarios.
«Yo prestaba mis permisos para operar y esas personas cometieron muchos delitos y no respondieron, entonces me quedé yo con todas esas multas y eran muy caras. Yo tenía un excelente récord. Tenía buen manejo, pero la gente me pedía el favor y yo les ayudaba».
Añade que «yo en ese tiempo ya tenía un problema en la espalda, hasta el punto de andar en silla de ruedas».
«El inspector cuando vino a hacer la inspección del estado me dijo que mejor cerrara porque las infracciones eran muy caras». Por lo que determinó cerrar esa empresa desde el año anterior.
«Yo seguí con las ventas y me enfermé mucho y confié en empleados que lastimosamente se aprovecharon que a mí me tenían que operar. Yo debía reposar por tres meses pero el trabajo no me lo permitía, solo reposé por tres semanas», relató.
El cáncer
«El cáncer me cambió la vida, mis planes y mi perspectiva en cuanto a los negocios. A mí me dijeron que no sabían qué hacer conmigo. No es como que tienes una infección», explicó Sayda al recordar cuando le diagnosticaron cáncer.
«Yo dejé mi negocio, mi hijo, mi familia y me fui a un lugar a dos horas de mi casa para poder recuperarme. Y estando allá me llamó una persona y me dijo que todo el mundo hablaba bien de mí», recordó.
Desde su habitación, recuperándose, Ayala Pinto siguió trabajando sin importar su estado. Ella se arregló con una empresa para vender furgones y lo hacía desde su cama.
«Estaba en cama y yo estaba vendiendo cinco o seis camiones al mes y nadie sabía que yo estaba en una cama», manifestó.
El éxito y nuevos retos
«Ahora si te puedo decir que soy exitosa. No me ando preocupando de los demás. Tengo una oficina en la casa, trabajo desde de mi celular y tengo esa libertad. En Estados Unidos casi no tengo amistades hondureñas», dijo.
En los próximos días Sayda se irá de vacaciones, mismas que se le han negado por más de cinco años debido al arduo trabajo que ha realizado. Sin embargo, en el 2020 a esta mujer emprendedora le esperan nuevos retos ya que se someterá a muchas operaciones.
«Ahorita me estoy preparando para estudiar algo que dejé pendiente: criminología. Me gusta pelear», destacó entre risas. «Ahora estoy trabajando con una sociedad contra el cáncer y trabajo con una asociación contra el lupus y soy la primera latina en ser parte», enfatizó.