A 130 kilómetros de Tegucigalpa se encuentra un municipio que es icónico de la belleza del interior de nuestro país. Minas de Oro, territorio perteneciente al departamento de Comayagua, es un lugar céntrico y accesible, lleno de costumbres tradicionales, y además posee un clima fresco.
También tiene un valor histórico muy importante ya que allí se encuentran cuevas de gran antigüedad, representativas de la vida más primitiva de los primeros pobladores de nuestro territorio.
En Minas, a su vez, se pueden encontrar escalinatas y terrenos donde aún es posible extraer pequeñas porciones de oro; a ello se debe el nombre del municipio. En tiempos coloniales fue un lugar rebosante del mineral.
Sus lugares atractivos y espacios para degustar gastronomía excesivamente deleitable son numerosos, pero justo en el centro del municipio, se encuentra un lugar que nadie que visita el pueblo es capaz de irse sin visitarlo: la repostería “Monchita”.
La repostería está ubicada anexa al hotel Alvarado, y en el costado comercial a la derecha del parque de la comunidad. “Monchita” es conocida por toda su deliciosa panadería y los pasteles que junto a un riquísimo café de palo, una gaseosa, o un simple vaso con agua, son servidos con una gran sonrisa y con mucha amabilidad.
Visité el lugar, para degustar unas deliciosas donas, y conocer a la artífice de éste negocio y que es quien brinda esa sonrisa al atender a sus clientes; la cual se torna muy recíproca cuando estos prueban sus productos.
Ingresé y me cautivó un mareante, en el buen sentido, aroma a pan recién horneado. En cuestión de segundos, vestida con una blusa color gris, pantalón azul y unos tenis blancos, la encontré.
Hospitalidad
Ramona Geraldina Raudales Zúniga, “Monchita”, me recibió de manera muy carismática y ya me tenía, sorpresivamente para mí, listas dos donas y una taza de café. Con estos alimentos, y al son de música romántica que sonaba en el local, nos sentamos para que ella me relatara sobre su vida.
Nacida en el seno de una familia humilde, es la primera hija de un matrimonio de padre y madre; cursó sus estudios de primaria y secundaria, graduándose de secretaria comercial en su pueblo natalicio, el mismo donde ahora ostenta su comercio.
Antes de empezar con este arte de hornear, ella comenta que estuvo en rubros muy distintos. “Mi sueño fue estudiar Contaduría y Finanzas ya que en ese tiempo todavía se aceptaba las secretarias comerciales en la universidad. Por circunstancias de la vida no pude lograrlo.
Fue allí donde se me presentó una oportunidad de trabajar en una ONG que dirigían unas estadounidenses asociadas con la iglesia católica con el afán de ayudar a la gente de la comunidad”, contó.
Posterior a eso, inició su incursión en el área alimenticia con un proyecto de donas, que surgió debido a una serie de cursos que recibió. Allí ella aprendió a hacer, además de las donas, galletas, pasteles, enrollados y semitas, de manera artesanal.
De esa manera conoció cuáles eran los ingredientes necesarios para los productos finales, y qué medidas eran fundamentales para hornear correctamente. Esa fue su primer escuela en éste ámbito, que le permitiría tener sus primeros conocimientos para construir más adelante su propia repostería.
Aunado a estos cursos, tuvo la oportunidad de conocer otras enseñanzas que le serían útiles en su futura vida como empresaria; recibió adiestramiento de cómo administrar una empresa, y los pasos a seguir para iniciar un negocio propio.
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Cómo nace la repostería “Monchita”
Con esos entendimientos y habilidades adquiridas, doña Ramona decidió que estaba lista para “volar por sí misma”.
Mediante el apoyo de su tío, Roque Zúniga, quien le otorgó ayuda económica, comenzó a pensar en grande para crear su propio lugar para vender sus bizcochos y postres.
“Lo primero que hice fue comprar una batidora, luego un horno y utensilios de cocina. Claro también ocupaba mesas para ahí realizar los procesos culinarios, y las adquirí, pero fue paso a paso. Después me tocó conseguir las mesas de plástico y las sillas para recibir a clientes”, detalló.
Con todos los materiales y bienes obtenidos, “Monchita” emprendió su viaje en este nuevo camino. No lo haría sola, ya que desde el inicio se asoció con otra cocinera de nombre Dolores Pérez, mejor conocida como “Lola”; quien le ha acompañado en toda esta travesía. Este nacimiento de la repostería ocurrió hace veinte años.
La repostería 20 años después
Tras dos décadas de vender sus delicias a los pueblerinos y visitantes de Minas de Oro, algunas cosas han cambiado en este recinto.
El cambio quizá más importante para los consumidores ha sido la innovación de los productos. A medida que las cocineras, incluida Doña Ramona, continuaron recibiendo cursos más avanzados con la empresa PANELA, pudieron ampliar la oferta de productos.
Por ejemplo, con el paso del tiempo, las sencillas donas evolucionaron a relámpagos. Los relámpagos son donas en forma alargada que tienen una cobertura glaseada y con relleno de crema. Además de estos, aparecieron en el nuevo surtido los pasteles helados, que ahora son de los favoritos de la clientela.
“Para introducir los pasteles helados tuve que realizar una inversión importante comprando las máquinas refrigerantes. Pero lo ha valido hasta el último centavo. Son de la predilección de muchos de los compradores y es muy rentable venderlos”, comentó.
Por otro lado, en cuanto a la cantidad de empleados, esto también ha tenido un cambio. Ahora ya toda la labor productiva y de ventas no sólo recae en “Monchita” y “Lola”; se sumó Doña Marcia.
Ella es encargada de labores de aseo y de comprar y mantener abastecido el local con los ingredientes necesarios para la elaboración de todos los comestibles. Además, la hermana de Ramona, Gregoria también hace labores administrativas y de venta en el lugar.
Esto ha permitido que Ramona ahora tenga un poco más de descanso. Pues antes le tocaba realizar todos los quehaceres relacionados al negocio todos los días. Hoy por hoy, doña Ramona estima que llegan a comprar diariamente entre 50 y 60 personas.
Su vida más íntima
Doña Ramona procreó tres hijos: dos varones y una niña. El mayor nació hace 23 años y su nombre es Medardo Aníbal Medina Raudales.
Su segundo hijo, que resultó de una segunda relación sentimental, llegó a este mundo hace 13 años, y fue llamado Osli Reiniery Raudales. Por último nace su hija Gracia Lucía Raudales, tres años más tarde.
“Yo elegí los nombres de mis hijos, excepto el del primero. A él lo nombró el papá; los otros nombres de mi hijo e hija los puse de acuerdo a mi gusto, como me parecían”, aclaró.
Ramona también habló acerca de lo que hace en su día a día alejada de la repostería: «cuando estoy libre, me gusta hacer los oficios de mi casa. A mí me encanta ver que todo esté bien ordenado».
Para hacer una buena rutina diaria siempre me gusta estar con mi familia, estar concentrada en los estudios de la iglesia a la cual yo asisto y siempre pendiente de lo que necesiten mis hijos, dijo.
“En los lapsos de tiempo libre paso muy entretenida porque a veces tengo que supervisar mis fincas de café para ver cómo va esa producción aunque vengo empezando pero estoy en los primeros pasos de esta inversión y esperando a ver qué tal resulta”, añadió.
Madre estricta
Además afirmó que siempre ha sido una madre muy estricta para enseñar a sus hijos.
Con la misma educación que le heredaron sus padres y así “darles ese mayor ejemplo para que puedan seguir ese camino que los pueda conducir por el camino de bien”.
Su padre, don Francisco Raudales falleció hace diez años. Pero aún tiene la bendición de tener a su madre presente, que tiene 80 años y se llama Graciela Zúniga.
En el lado sentimental, a pesar de no tener una pareja de momento, afirma que no se siente solitaria. “No me siento sola porque tengo el respaldo de mis hijos y de mi Dios a quien día a día le pido que ilumine mi camino para poder seguir prosperando en el negocio de mi pastelería.”
Además, la empresaria y madre de tres hijos, gusta mucho de ver la televisión, cocinar, tomar café. También escucha noticias, y no se queda atrás en la tecnología, pues se entretiene mucho utilizando su celular.
Sus metas a futuro
Monchita nos relata que le gustaría ver a sus hijos graduados con un título universitario. Considerando ella que una de las mejores universidades del país es la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), desea que egresen de esa casa de estudios.
De igual forma nos confesó también de que tiene como meta dar un seguro de vida a sus hijos. De esa forma podrán ser beneficiados en el momento que ella ya no se encuentre.
También piensa dejarles como una huella marcada el empresariado de la pastelería para que sus hijos puedan ser los administradores de éste negocio familiar que tanto les ha dado vida para seguir adelante.
Cabe mencionar que se siente orgullosa de sus hijos y del trabajo emprendido durante estos 20 años. Le ha tocado luchar para poder seguir adelante con su pastelería que encamina una gran responsabilidad.
Doña Ramona es sin duda un ejemplo de superación y dedicación. Asimismo nos muestra cómo salir adelante cuando se tiene el deseo y la determinación.
Es una persona feliz, agradable, y que se preocupa por el bienestar de los demás; a su vez es notorio que es muy atenta y excelente en su trato con las personas.
Una empresaria que se sale de los esquemas
Al terminar la entrevista, “Monchita” nos mencionó su gratitud por el momento compartido y por la experiencia; un sentimiento que es completamente recíproco. Se despidió regalándome un pedazo de pastel helado para llevármelo en mi camino.
Un acto que me dejó cada vez más sorprendido de la gentileza de su persona.
Por último me dijo que espera no sea la última vez que nos veamos en su pueblo; a lo que respondí que sin duda alguna volveré. No hay duda que al contar su historia más de algún nuevo cliente le visitará.