¡Ring, ring, ring! Suena el teléfono. Una llamada programada con anterioridad. La tecnología una vez más acorta espacios y permite que Diario TIEMPO Digital converse con una joven que, a través de su voz logra transmitir alegría e inspiración.
-¡Hola! Responde Cherly Rubio. Ya es tarde, el reloj marca las 8:47 de la noche, pero, Cherly está aún activa.
Con apenas 22 años de edad y en plena cuarentena, sale en busca de alcanzar sus sueños. ¿Qué hace? Bueno, vende ropa. ¿Suena simple? No, al menos no para ella, pero eso no la detiene.
Esta joven risueña, nació un sábado 20 de septiembre de 1997 en Tegucigalpa; cambiando completamente el mundo de su madre, de apenas 30 años, Belinda Rubio. Así, fue creciendo en el seno de una familia donde su padre no estuvo presente. «Fue muy difícil, (ella) es madre soltera (…) pero Dios nunca desampara», asegura.
Cherly, recuerda que su infancia fue «demasiado hermosa». Se caracterizó por ser una niña muy dinámica, alegre y extrovertida. Quizás, esas hayan sido las cualidades que la hicieron llegar hasta donde está ahora: próxima a graduarse de una Licenciatura en Periodismo.
«Nadie pasa de esta esquina, aquí mandan las divinas, porque somos gasolina, gasolina de verdad»
Su niñez… esta canción la define. Cherly, ¿qué es lo que más recuerda de su infancia? «Es cuando estaba en el grupo de las ‘Divinas’, porque fue algo tan bonito y tan chistoso que siempre lo recordamos con mis amigas. Siempre lo voy a recordar toda mi vida», dice emocionada.
Y es que, desde muy pequeña se inclinó por el baile y toda actividad que conllevara relacionarse con los demás; es aquí, donde una idea empezó a rondar por su mente: «Mami comprámelas para ir a venderlas a la escuela». Esa fue la primera vez que Cherly descubrió su devoción por emprender. ¿Con qué? «Vistas» (calcomanías).
Con ello, fue creciendo, aprendiendo y disfrutando de lo que su madre, dentro de sus posibilidades, estuvo dispuesta a darle. «Desde pequeña me ha gustado bastante el negocio propio, desde la escuela empezaba a vender», rememora.
Su paso por la secundaria
Tanto su ciclo como su diversificado, lo estudió en el Instituto Doctor Jesús Aguilar Paz de Comayagüela. Entonces, la señorita, se enfrentó a una realidad diferente. Ya no era participativa ni tampoco bailaba mucho. «Era más aparte».
Cherly, decidió estudiar Hostelería y Turismo, luego, de que escuchara decir a un pariente suyo que la carrera «era bonita». Con siete años apenas, esa conversación le quedó grabada en su memoria, hasta que pudo informarse más y llevarla a la realidad.
Para entonces ya no vendía vistas, sino relojes, carteras, monederos y otros artículos similares. «Era para sustentar mis estudios». Expresa que, siempre fue consciente de la situación económica que vivía. Su madre, a pesar de todo, cumplía con proveerle lo necesario; sin embargo, quiso ayudar. Con las ganancias obtenidas, compraba sus útiles escolares y, el resto, lo guardaba con el objetivo de ahorrar. Hábito que la hizo emprender a niveles superiores.
Pero no todo fue color de rosa. El sueño más grande que tenía se vio frustrado: ser aeromoza. Los altos costos que representaba estudiar la profesión, entre mensualidades, trasladarse de ciudad, pagar alquiler, alimentos y dejar a su madre sola en la capital, impidieron que se volviera realidad. Entonces, solo quedó la opción de elegir una carrera que la llevara a graduarse de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH).
Mi mamá, «desde un principio me decía: vos vas a estudiar en la universidad, no te preocupes», menciona Cherly. Y con esfuerzos de ambas, ingresó a la máxima casa de estudios, con miedos, inseguridades, pero con ganas de salir adelante.
«No me voy a quedar con los brazos cruzados»
En una nueva etapa de su vida, Cherly Selena, se aventuró en el mundo del periodismo. Una carrera que demanda mucho sacrificio, tiempo, constancia y, entre otras cosas, recursos tecnológicos.
La joven estudiante sabía que debía hacer algo. No tenía una computadora para desarrollar las asignaciones que sus maestros le dejaban. «Como sabemos las computadoras no son nada baratas (…) yo sabía que mi mamá en ese momento no me la podía dar», comenta.
«Yo la verdad nunca le quise dar ese gasto. Soy muy consciente de que si vos no podés no podés, yo sabía de que en esa circunstancia ella no podía», subraya.
«Me dije: no me voy a quedar con los brazos cruzados. Si uno tiene posibilidades de lograr lo que uno quiere pues adelante y, con la ayuda de Dios todo será posible», expresa Cherly con fervor.
Las vistas, los relojes, las carteras… quedaron atrás, más no su instinto por el negocio.
¿Cómo se decide por vender ropa?
«Fue con mi propio dinero que yo tenía ahorrado y, en vez de ir a comprar como otras personas que lo gastan, yo dije lo voy a invertir en algo que me produzca más dinero. Esa fue mi mentalidad en ese instante», explica la joven estudiante.
«Yo desde ahí me dije: quiero una buena computadora. Ya me había plasmado la idea de qué computadora quería, pero sabía que no era barata. Me dije, voy a empezar mi negocio y voy a vender».
De esta forma, Cherly, se decidió por la venta de ropa. Algo desconocido para ella, pero no lo suficiente para dejar de intentarlo. «Empezar con ropa fue demasiado difícil, me costó un mundo vender un tan solo pantalón», apunta.
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Asimismo, comenta que con el objetivo de comprar la tan ansiada computadora que, su madre por sí sola no podía costear, comenzó a ofrecer su producto a sus compañeros de universidad. En un principio, solo se dirigió a los más cercanos, no obstante, la calidad de su ropa y su amabilidad hacia sus clientes, hizo que se corriera la voz con estudiantes de otras facultades. Por lo que, su negocio fue ascendiendo cada vez más; ya la meta estaba cerca.
Muy a su pesar, la vida a veces no avanza como se espera. Para marzo de 2020, el país entra en cuarentena y su regresó al campus no se pudo efectuar.
Entonces, el dinero ahorrado para la compra del aparato electrónico, sirvió para sustentar los gastos de su casa. Debía ayudar a su mamá quien trabaja en un centro de Salud; específicamente en el área de archivo. «Cuando surge la pandemia yo quedé como que: ¡ay Dios mío! ya no voy a poder vender, porque la economía iba para abajo», recuerda.
Sin embargo, la caída en las ventas solo duró apenas unas semanas, haciendo posible ahorrar el dinero para la compra de su computadora. Ahora, con su mismo negocio que sostiene a través de ventas por Whatsapp, ayuda a su mamá y cubre todos sus gastos universitarios.
El consejo que le puedo dar a los jóvenes es que nunca se den por vencidos. Pueda que al principio sea muy difícil, así es. Pero que luchen por lo que quieren, porque en mi caso era obtener una buena computadora y, gracias a Dios hoy en día ya la tengo.
A la pregunta de, ¿si alguna vez le dio pena vender sus productos a lo largo de su vida académica? Responde: «La verdad nunca he tenido pena, porque pena sería ir a robar. Siento que si usted tiene sus manos buenas, sus pies buenos, está bien en general y tiene la posibilidad de ir a vender algo para producir dinero, está bueno».
«A mí el negocio siempre me ha gustado. Saber que después de eso voy a obtener más ganancia del dinero que tenía con el que había empezado, que puedo comprar las cosas que yo necesite y ayudar a mi mami o sustentarme» me anima afirma Cherly.
Su futuro
Cherly Selena Rubio, se visualiza graduada de su licenciatura; al aprobar tres clases podrá obtener su título deseado. Además, espera poder seguir estudiando una maestría y, por qué no, su doctorado.
«He escuchado bastante» esta frase, señala: «Este país no sirve». Pero, «no es la culpa del país, es la culpa de las personas (…)Yo le digo a los jóvenes que luchen por sus sueños, puede que en este país no se cuente con bastante empleo, pero hay bastantes alternativas como un negocio propio».
«Lo primero es que le pidan sabiduría y favor a Dios. Que él les de la idea de que pueden hacer y que les ayude. Después, usted mismo de lo que sienta que es capaz de poder lograr, eso lo va a hacer. Yo sé que a mí él me ha ayudado», concluye.
Ya son pasadas las 9:30 de la noche. La llamada termina. Pero, Cherly en la oscuridad de la noche, sigue entregando y ofreciendo su ropa a los clientes.
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