El Real Madrid enterró al Athletic con un hat-trick del francés Benxema, autor de los últimos ocho goles del equipo. Gareth Bale salió del banquillo y fue silbado.
Zidane necesita un poco de tierra firme antes de pisar la tierra prometida (hasta donde le alcance el dinero y el tamaño de la competencia); una cierta mejoría que justifique su aterrizaje en el Madrid en pleno bombardeo. Pero la convalecencia se alarga y empieza y acaba y Benzema.
El partido trajo noticias antes de empezar
Bale volvió a ser suplente. No hay porvenir para él en el Madrid ni interés por disimularlo, y la cuestión es si resulta más rentable ponerlo o esconderlo. Zidane (y gran parte de la grada) debe pensar que cada titularidad lo devalúa.
Así que esta vez le quitó la plaza Lucas Vázquez, el suplente modelo, sobresaliente en actitud y notable en casi todo lo demás.
Y tampoco estuvo Isco, al que la sobredosis de banquillo con Solari ha entumecido. Repitió, en cambio; Marcelo, que por fin parece responder al tratamiento redoblado de insistencia.
Al otro lado, la propuesta del Athletic fue la esperada: un espíritu muy en la línea de su historia, fiereza defensiva y Williams, gacela mutada en león. No fue suficiente ante un ariete agigantado por su papel y por sus goles.
Acciones del juego
El Athletic resistió sin la pelota, posicionalmente y en el repliegue, cuando el Madrid creyó encontrar espacios. Pero a este equipo de Zidane, sin Vinicius y sin un horizonte, le faltó inventiva en la primera mitad.
Todo fue previsible y todo murió en los tres cuartos de campo, porque Benzema se vio encerrado, porque no se apreciaron progresos de Lucas Vázquez y Asensio en las bandas (al balear le tocó la izquierda, en la que no disfruta tanto, aunque va a más) y porque sus centrocampistas, y este es mal endémico, hace tiempo que se desentendieron del gol.
Pero el Madrid de Zidane es de claro efecto retardado. Así que a vuelta de vestuario recobró el vigor y el gol con una jugada a tres bandas: corte providencial de Vallejo (que dejó buenas sensaciones) cuando Williams preparaba el 0-1, centro perfecto de Asensio y testarazo cómodo de Benzema.
A favor de obra entraron Isco y Bale, un disturbio ambiental, porque el galés fue saludado con silbidos. Su respuesta fue alzar la mano, en gesto equívoco.
Apagó la revuelta Benzema, con su octavo tanto de cabeza del curso (nadie ha marcado más en la Liga ni en Europa).