OLANCHO. Médicos Forenses y Fiscales adscritos a la Fuerza de Seguridad Interinstitucional Nacional (FUSINA) realizaron el día de ayer un hallazgo que ha llamado la atención de las autoridades hondureñas.
Se trata del descubrimiento de varios restos humanos esqueletizados que se estima podrían tener más de 100 años, los cuales fueron encontrados en cuevas selváticas en la comunidad de San Andrés Bocay, municipio de Catacamas, departamento de Olancho, zona donde se efectuaba un operativo denominado Morazán/Sandino, por reportes que habían muertos en el sector.
Ante el peculiar hallazgo, que fue posible tras horas de movilización y exploración aérea y terrestre, la Dirección General de Medicina Forense y la Dirección General de Fiscalía han trazado un plan operativo orientado a la recuperación de los restos óseas, que sin duda supone un reto para el Ministerio Público.
Dicho plan conlleva a trabajar en la ubicación por medio de coordenadas y referencias geográficas, remover los restos con el respectivo embalaje y cadena de custodia, practicar análisis de tetralogía e identificación, uso de rayos x, antropometría y morfología de huesos.
Asimismo, se requiere establecer la causa y manera de muerte con la identificación de lesionología y estudios macroscópicos, establecer edad con autopsia oral y estudios odontológicos y hacer recolección de muestras.
Para todo ello, se integrará un equipo multidisciplinario que tendrá la finalidad de llegar a la verdad respecto a este descubrimiento, teniendo a la ciencia como herramienta primordial y que deberá conformarse con especialistas en las áreas de la arqueología, geología, antropología, ciencias forenses y del derecho, con la intención de robustecer la investigación interdisciplinaria para procesar indicios y el contexto mismo.
Finalmente, esta noticia, representa un desafío en torno a las interrogantes que plantean los restos óseos de San Andrés de Bocay, tanto a nivel judicial como histórico, ya que por el estado poroso, quebradizo y frágil de los huesos se puede presumir que los mismos datan de más de 50 años, lo que será determinado, sin duda, tras el abordaje multidisciplinario que está por hacerse.
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La legendaria Ciudad Blanca, el lugar lleno de riquezas soñado y buscado por conquistadores españoles y exploradores modernos, ha comenzado a «existir» en el caribe hondureño.
Y es que, quizás tratando de que el mito se convierta en realidad, el presidente de Honduras, Juan Orlando Hérnández, le dio el nombre de «Kaha Kamasa» (significa «ciudad blanca» en misquito, idioma de una etnia local) al conjunto de tres núcleos urbanos precolombinos escondidos en la Mosquitia, la región selvática de la costa oriental de ese país.
En la Mosquitia siempre se han oído leyendas sobre este lugar también llamado Ciudad del Dios Mono, según Virgilio Paredes, del Instituto Hondureño de Antropología.
Se decía que era una zona con enormes construcciones de piedra blanca en la que unos sacerdotes vestidos de ese mismo color se reunían para hacer ritos y rendirle culto a un dios mono. En 2012 surgieron nuevas esperanzas de volver a encontrar esa mítica ciudad.
Una expedición aérea por la tupida Mosquitia detectó por primera vez tres núcleos urbanos que ahora el presidente hondureño ha bautizado como «Kaha Kamasa».
Ahora, en una última expedición, unos investigadores de los institutos hondureños de Antropología y de Turismo, de la revista National Geographic y de la Universidad Estatal de Colorado (EE.UU.), extrajeron las primeras 60 piezas arqueológicas de T1. Entre los objetos hubo jarrones y tazones de piedra con figuras de jaguares, así como cerámicas con decoraciones de lagartijas y guacamayos. También hubo una vasija adornada con la cabeza de un buitre, que pudo haber sido un vaso ritual, y una tinaja con cabezas de jaguar y de forma humana.
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La pieza principal fue una silla ceremonial de piedra con la figura de un jaguar. Tiene forma de metate (piedra para moler maíz), pero los arqueólogos creen que fue un asiento para gente de clase alta.
En la primera ciudad hay, además, una pirámide y otras construcciones de adobe que dan la idea de que el lugar servía para realizar actos religiosos, según le dijo a BBC Mundo Virgilio Paredes.