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viernes, noviembre 22, 2024

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REDACCIÓN.- La enfermedad COVID-19 ya afectó a más de 617 millones de personas en el mundo, de las cuales unos 6,5 millones fallecieron.

Más allá de que ya existen vacunas seguras y eficaces para proteger a la población, la investigación científica sigue para comprender mejor cómo hace el coronavirus para ingresar en el organismo humano y producir cuadros graves que requieren hospitalización en algunos pacientes.

Investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Maryland, en Estados Unidos, consiguieron identificar el modo en que múltiples genes del coronavirus SARS-CoV-2 afectan a la gravedad de la enfermedad.

Estos resultados podrían conducir a nuevas formas de desarrollar futuras vacunas o para generar nuevos tratamientos. Además, señalaron genes que controlan el sistema inmunitario del huésped. También,  contribuyen a la ferocidad con la que el organismo responde a una infección por COVID-19.

Se suele pensar que la proteína de la Espiga que forma la “corona” estructural como el factor impulsor de cada nueva variante del coronavirus. Sin embargo, los resultados de la investigación llevada a cabo en los Estados Unidos también muestran que las mutaciones en estos otros genes “accesorios” también desempeñan un papel en la forma en que progresa la enfermedad.

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Los investigadores creen que esas proteínas accesorias merecen un estudio más profundo. Sus mutaciones pueden ser cada vez más significativas a medida que surgen nuevas variantes. El estudio con sus hallazgos se publicó en la revista PNAS de la Academia Nacional de Ciencias de EE.UU.

El sublinaje BA.4 de Ómicron fue superada por BA.5, que hoy es predominante. Ambas variantes parecen evadir el sistema inmunitario debido a mutaciones en la proteína de la Espiga. Debido a esas modificaciones, los investigadores afirman que las vacunas anteriores no son tan eficaces para prevenir la enfermedad.

“Lo interesante es que tanto la subvariante BA.4 como la BA.5 tienen la misma secuencia genética para la proteína de la Espiga”, dijo el doctor Matthew Frieman, profesor de la Fundación Alicia y Yaya de Investigación de Patógenos Virales en el Departamento de Microbiología e Inmunología de la Universidad de Maryland.

“Eso significa que son los otros genes, los que no son de la proteína de la Espiga, los que parecen afectar a la forma en que el virus se copia a sí mismo y causa la enfermedad. Así, las mutaciones en estos otros genes accesorios son las que han permitido que variantes como la BA.5 superen a las versiones anteriores del virus” explicó.


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