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jueves, noviembre 21, 2024

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REDACCIÓN.- La gripe de estómago o gastroenteritis es la inflamación de la pared interior del estómago y del intestino (la mucosa). Al hablar de la piel, esa capa que nos protege de microorganismos externos, siempre pensamos en la exterior, la que cubre nuestro cuerpo.

Las mucosas también son un tipo especial de pared que intenta evitar que nos invadan los microorganismos. La diferencia con la otra piel es que recubre por dentro y es más permeable.

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¿Cómo se produce esta gripe?

Esa mayor permeabilidad de las mucosas hace que tengamos mayor riesgo de sufrir una infección por microorganismos.

El 80 % de las causas de una gastroenteritis son por virus, bacterias y parásitos. Cuando el culpable es un virus, por asociación con otros virus que invaden las mucosas de la nariz y boca y que provocan la gripe, se le denomina gripe intestinal. A pesar de que el tipo de virus que provocan una y otra enfermedad son distintos.

La gripe estomacal es en realidad una gastroenteritis, una inflamación viral.
La gripe estomacal es en realidad una gastroenteritis, una inflamación viral.

“No hay ningún motivo médico por el que se le llama gripe. Muchas veces hay cuadros por el virus de la gripe que, además de tos y mocos, se acompaña de diarrea y se ha relacionado”, aclara la doctora Isabel Jimeno, portavoz de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia.

El motivo es que «el propio virus de la gripe hace que tengas diarrea», a través de los mocos que han ido acabando en el tracto digestivo, añade.

Para prevenir: lavarse las manos

La gastroenteritis infecciosa afecta con mucha más frecuencia a los niños pequeños porque aún no han aprendido a lavarse bien las manos y porque están todo el día tocando cosas del suelo y metiéndose la mano en la boca.

Los adultos ya tenemos bien aprendido que antes de comer siempre hay que lavarse las manos. De ahí que nos libremos de esta «gripe».

  • Los virus más habituales que provocan la gastroenteritis son los adenovirus (en este grupo hay otros que si van a los pulmones lo que pueden provocar es bronquiolitis).
  • Hay otros microorganismos habituales, como la bacteria salmonella y un parásito, la Giardia Lamblia.
  • Hay otras causas no infecciosas: intolerancia alimentarias (a la lactosa o al gluten), problemas hereditarios (anomalía congénita) o fallos en el aprovechamiento de los nutrientes.

Síntomas de la gastroenteritis vírica

La infección hace que el sistema digestivo no pueda realizar bien su función y no absorba adecuadamente los nutrientes de los alimentos.

Esto provoca toda una serie de síntomas. Aparecen de forma brusca, sobre todo en los niños mayores, mientras que en los bebés son más progresivos.

En los niños pequeños no se ha visto el beneficio de una dieta astringente.
En los niños pequeños no se ha visto el beneficio de una dieta astringente.
  • La diarrea es lo más habitual. El cuerpo absorbe menos cantidad del agua de los alimentos y menos nutrientes. Por eso las heces son más líquidas y seguidas.
  • En el caso de los bebés las deposiciones ya son por sí más habituales: hasta cuatro al día. Por eso, solo sospecharemos de gastroenteritis si cambia ese ritmo de forma evidente y las deposiciones, que por sí ya son pastosas, se hacen aún menos consistentes.
  • La falta de hambre es otra señal que suele acompañarla.
  • En ocasiones también hay dolor abdominal, incluso vómitos y fiebre.

Cómo se trata el virus de estómago

Las defensas de nuestro organismo son las encargadas de frenar el avance de estos microorganismos. El sistema inmune tiene recursos y lo que hemos de hacer es ayudarlo.

El tratamiento por tanto es sobre todo natural. Los medicamentos, contra la diarrea o los vómitos se desaconsejan si no hay una prescripción médica que los justifique.

  • La base es la hidratación. Hemos de mantener el consumo de líquido. En el caso de los pequeños, hay soluciones de rehidratación oral.
  • En el caso de bebés no se ha de cortar la lactancia materna, que ya aporta hidratación y nutrientes para que el cuerpo se reponga.
  • Las dietas astringentes, a base de arroz hervido, plátano o zanahoria, ayudan a reducir la frecuencia de heces, pero no acortan el periodo de diarrea.

Hoy no se considera un tratamiento principal en el caso de los niños pequeños, que ven en estos alimentos una dieta poco apetecible.

  • Los probióticos pueden ayudar a disminuir la duración de la diarrea. Hay que consultarlo con el médico cualquier medida farmacológica.
  • La mayoría de casos evolucionan bien en unos días. Solo si la diarrea dura más de una semana hay que investigar, pues puede no ser vírica. Hoy es muy habitual detectar así la intolerancia a la lactosa.

Fuente: Saber Vivir.


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