AFP. Al menos 113 personas murieron y varias decenas seguían desaparecidas el lunes por inundaciones y deslaves en Indonesia y en Timor Oriental, tras el paso del ciclón Seroja.
Las inundaciones y las crecidas repentinas provocadas por lluvias torrenciales han sembrado el caos en las zonas situadas entre la isla indonesia de Flores y Timor Oriental, empujando a miles de personas a centros de acogida.
El diluvio hizo desbordar las represas e inundó miles de casas. Al menos 86 personas murieron en Indonesia y otras 71 seguían desaparecidas. En el vecino Timor Oriental, al menos 27 personas fallecieron, la mayoría de ellas en Dili, la capital.
En el este de la isla indonesia de Flores, muchas casas, carreteras y puentes estaban cubiertos de lodo, lo que complicaba la tarea de los socorristas que intentaban llegar a las zonas más afectadas.
«El barro y las condiciones meteorológicas constituyen un gran desafío, al igual que los escombros que se acumulan y dificultan la búsqueda», declaró Raditya Jati, portavoz de la agencia indonesia de gestión de catástrofes.
En Lembata, una isla situada a medio camino entre Flores y Timor, el acceso por carretera quedó cortado, lo que obligó a las autoridades a desplegar maquinaria para reabrir las vías. Parte de algunas aldeas de las alturas fueron arrastradas hacia la costa en los deslizamientos de tierra.
Basir Langoday, un habitante de la isla, dijo que oyó gritos de socorro en una casa cubierta de escombros. «Había cuatro personas en el interior. Tres sobrevivieron, pero no la última», explicó a los periodistas. Basir Langoday y otros vecinos hicieron todo lo posible para salvar al hombre, atrapado entre los restos. «Gritaba: dense prisa, no aguanto más«.
Otro vecino de esta isla, Juna Witak, se dirigía al hospital local para velar el cuerpo de su madre, que murió la víspera en las inundaciones. Encontraron sus restos en la orilla del mar. «Hubo un gran estruendo y el agua barrió las casas, todo», explica.
«Necesidad de medicamentos»
En Timor Oriental, entre los que perdieron sus casas figura Epifania Gomes, madre de cuatro hijos, que se refugió con toda su familia en una iglesia cerca de Dili. «Es difícil encontrar agua limpia. No nos hemos lavado porque no hay ducha ni baño, tenemos que hacer nuestras necesidades entre los arbustos», explicó a la AFP.
La Unión Europea ofreció ayuda a este pequeño y pobre país, conocido oficialmente como Timor-Leste. «Las inundaciones catastróficas llegan cuando Timor-Leste está luchando para contener la propagación del COVID-19 entre su población, añadiendo presión a los recursos y al pueblo timorense», afirmó el bloque.
En Indonesia, el presidente Joko Widodo expresó su «pésame» por la devastación en el sudeste del archipiélago. «Comprendo la pena inmensa de nuestros hermanos y hermanas después de esta catástrofe», dijo en un discurso a la nación.
En las zonas siniestradas, los habitantes corrían hacia los centros de acogida. Otros se quedaban cerca de los restos de sus casas. «Los evacuados se han dispersado por todas partes, hay cientos de ellos en todos los distritos, pero muchas personas también se quedaron en casa», explica Alfons Hada Bethan, jefe de la agencia de gestión de catástrofes de Flores oriental. «Necesitan medicamentos, comida, mantas».
Las precipitaciones complican la situación. «Creemos que todavía hay muchas personas sepultadas, pero ignoramos cuántas», dijo. Los deslizamientos de tierra y las crecidas repentinas son frecuentes en el archipiélago de Indonesia, sobre todo en la temporada de lluvias. Los defensores del medioambiente afirman que la deforestación favorece estas catástrofes.
En enero, 40 indonesios murieron en las inundaciones en la ciudad de Sumedang, en Java Occidental. La agencia nacional de gestión de catástrofes estima que 125 millones de indonesios, o sea alrededor de la mitad de la población del archipiélago, viven en regiones con riesgo de deslaves.
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