OMOA, HONDURAS. En 2012, las zonas de la Barra del Motagua y Cuyamel fueron declaradas en calamidad y designadas como inhabitables por los efectos del cambio climático, pero como si perder años de su historia no fuese suficiente, la agonía sigue para 84 familias que están atrapadas a su suerte.
El mar poco a poco empezó a reclamar su territorio. La erosión costera los ha dejado sin 600 metros de playa, con viviendas destruidas y familias que desde 2012 se juegan su vida esperando que el alcalde Ricardo Alvarado cumpla promesa tras promesa que ha hecho.
Omoa es la zona cero del cambio climático en el mundo. En ningún otro sitio, la erosión costera avanza con tanta rapidez como en esa zona del norte de Honduras. Eso no es todo. Cuando las lluvias arrecian, al estar rodeados de por un pantanal repleto de cocodrilos, las inundaciones ponen en peligro sus vidas.
La solución es clara y fue dada desde 2012: las familias deben evacuar y ser reubicadas. Pese al peligro, estos ciudadanos se arriesgan a diario a vivir en esa zona debido a la falta de un sitio para vivir y empezar de nuevo.
Casi 10 años han pasado desde que el alcalde Alvarado prometió reubicar a las familias y en 2020, luego de una inundación en el mes de febrero, hizo una nueva promesa que no ha cumplido y la temporada de lluvias llegó a Honduras causando estragos.
Fuentes conocedoras de la crisis de las familias de la Barra de Motagua y Cuyamel confiaron a TIEMPO Digital que la misma Alcaldía de Omoa puso trabas para iniciar el proyecto. Ni siquiera compraron el terreno que expertos evaluaron, sino que utilizaron un espacio que tenían designado para construir un hospital. Pero no funciona para las familias.
Las familias, que subsisten con la pesca y el ganado, en el terreno donde iniciaron la construcción no podrán hacerlo. El alcalde Ricardo Alvarado ignoró los análisis y sugerencias de expertos, ahora hay muchos hondureños que no saben qué van a comer ni de qué van a vivir.
A la fecha, el único «avance» del proyecto es el rellenado y una casa que sigue en proceso. Mientras la obra se ejecuta «a paso de tortuga», hay 84 familias que no pueden conciliar el sueño ante el temor de que ocurra una tragedia y sin saber cómo iniciarán desde cero.
84 familias abandonadas a su suerte
Gustavo Cabrera, presidente de los Cuerpos de Conservación de Omoa (CCO), explicó que las autoridades prometieron que el proyecto comenzaría a entregarse el mes de octubre y terminarían en enero de 2022. «Acaba de nivelarse el terreno, ya están llegando los materiales y se está construyendo», contó Cabrera.
Cabrera cuestionó tantos años de solo acciones preventivas y promesas para las 84 familias afectadas. Consideró que la Municipalidad de Omoa debe terminar el proyecto con urgencia y buscar soluciones para su forma de vida.
Explicó que los habitantes de estas comunidades «ya no aguantan» y necesitan salir con urgencia de ahí. Sin embargo, las familias están acostumbradas a los recursos marinos y ahora los llevan a un lugar lejano a sus fuentes de ingreso.
Ante esa situación, la Municipalidad, el alcalde Ricardo Alvarado, deberán tener un plan concreto y no solo reubicarlos y dejarlos abandonados, concluyó.
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