TEGUCIGALPA, HONDURAS. Familiares de Cleotilde Alma Grant Pérez, conocida como «La Bruja Cleo«, todavía no han retirado su cuerpo de las instalaciones de la morgue judicial capitalina.
«La Bruja Cleo,» de 61 años, murió ayer, miércoles, a las 6:50 de la mañana en el Hospital Escuela de la capital. Hasta el momento, el cadáver permanece en la morgue y se informó que ella no tiene cédula de identidad.
Autoridades del Ministerio Público informaron que ya se realizó la autopsia y se tomaron los datos pertinentes. Sin embargo, se debe seguir el proceso de ley para poder entregar el cuerpo a sus familiares.
De acuerdo a información recabada por HCH, un hermano de Grant Pérez llegó ayer hasta la morgue capitalina y preguntó cuál era el proceso para retirar el cuerpo. Él habría iniciado el trámite para reclamar los restos hoy.
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Hasta el momento se desconoce si van a trasladar el cuerpo hasta otro lugar para darle cristiana sepultura o serán las autoridades quienes realicen una inhumación común.
¿Quién era «La Bruja Cleo»?
Cleotilde Alma Grant Pérez, conocida como «La Bruja Cleo», era considerada la primera asesina serial en Honduras, por lo que guardaba cárcel desde el año 1998.
«La Bruja Cleo», cometió varios crímenes sangrientos y con saña y los mezclaba con magia negra y brujería.
A esta mujer la capturaron en 1998 en el municipio de El Porvenir, Francisco Morazán. Se presume que en ese lugar realizaba trabajos de magia negra y personas acudían a pedir de sus servicios.
Entre sus víctimas están dos hombres que le vendían mercadería. Uno de ellos es Tiburcio López, de origen guatemalteco, quien desapareció y al parecer había regresado a su país, sin embargo los familiares constataron que no fue así y al llegar a la casa de «Cleo», encontraron parte de sus mercaderías.
Otra de sus víctimas fue José Cabrera, a quien lograron identificar por medio de una periodista encubierta que se hizo pasar como clienta de «La Bruja Cleo». El cuerpo de la víctima estaba debajo de unas matas de plátano a la par del cuerpo de la mujer.
Entre tanto el cadáver del guatemalteco estaba debajo de una hornilla, aún con su ropa y algunos quetzales en efectivo.
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