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viernes, noviembre 22, 2024

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SAN PEDRO SULA, HONDURAS. Los obstáculos en el camino han sido muchos para la familia Linares, pues el COVID-19 se ha ensañado con ellos, desde el contagio a cuatro de sus miembros, hasta arrebatarles a su madre.

El proceso ha sido largo, triste, en ocasiones decaen pero su lucha continúa, y siguen librando la batalla contra el mortal virus que los acecha. Esta familia hondureña está pasando por una terrible pesadilla, sus lágrimas ya no dan para más, y sus fuerzas están al «filo de la balanza».

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Parece ser una historia más, una de muchas que posiblemente estén pasando por la misma situación, pero no podemos negar que cada historia es particular. Su sueño es ver desaparecido el COVID-19 de sus vidas, aunque ya perdieron a una integrante valiosa, todavía siguen saltando los obstáculos que se les presentan.

El encargado de contar la realidad que están atravesando fue Luis Fernando Linares, uno de los descendientes, quien además no estuvo exento de contagiarse del virus. El joven contó en exclusiva a Diario TIEMPO Digital que él es médico general, por tanto, le tocó atender a sus propios parientes.

Sus primeras palabras con voz entrecortada, fueron que la situación con su familia comenzó desde el 14 de febrero, cuando su madre se contagió del virus. «Mi mamá se me contagió no por andar en la calle, no por irresponsable, sino por ir a servir», contó.

El joven explicó que en ese momento tenía una tía que estaba positiva, y que él mismo estaba tratando. En su afán de solidaridad, su madre le servía, es decir, iba a su cama, le preparaba comida, le ayudaba con la limpieza, por tanto, determinan que fue así cómo se infectó.

«El día anterior, ella me comentó que le empezaba a arder la garganta, pero ella pensaba que era por el cloro, porque había aseado el baño. Luego, el siguiente día comenzó con tos, y empecé a tratarla, la aislé», adjuntó.

Su optimismo seguía impecable, pues su madre decía que no era el virus. No obstante, poco a poco, mientras los días pasaban, se comenzaba a sentir fatigada, hasta que fue decayendo. La pesadilla inició en esos días, pues al segundo de estar su madre así, su hermano también comenzó con síntomas.

«Me tocó aislarlo, los primeros días estaban bien, pero al cuarto o quinto día cayó mi papá con síntomas. Yo al mismo tiempo también tuve, estuve con fiebre, vómitos», expresó.

Para la familia se presentó un proceso sumamente difícil, cuando pasaron los días, cada uno de ellos se empezaba a sentir mal, en especial, su hermano. Incluso, su madre le dijo a Luis que fuese para atenderlo a él.

«Desde ese día que mi mamá me dijo eso, a mí se me quitaron todos los síntomas que tenía. Fue como que Dios dijo NO, ocupo que vos estés bien, para que puedas atender a tu familia», declaró entre lágrimas.

Fue un «milagro», así lo sostuvo, a partir de ahí, no tuvo más síntomas, y clínicamente se sentía bien. Su hermano, empezó con problemas para movilizarse, por ello, solo pasaba en cama. La carga era tal para Luis, que no pudo seguir tratándolos por su cuenta y consiguió otro médico.

«Mi mamá tenía más del 85 % de los pulmones afectados. Mi hermano más del 60 % en ese momento», afirmó. Prácticamente, la casa de los Linares se convirtió en un hospital, pues tenían los medicamentos, el oxígeno, y todo lo requerido.

Cuidar de tres familiares se hizo pesado, pero la lucha seguía para todos. Luis relató que, los demás días, estuvo al lado de su hermano en todo momento. Sin embargo, no dejaba a su madre, solo terminaba de atenderlo a él y proseguía con ella.

Días cansados, pero llenos de amor por parte del joven, animándolos a seguir, a no decaer, y seguir librando la batalla. «Una noche mi mamá se cambió sola. Yo estaba preparado, le puse oxígeno, pero sabía que no podía estar con ambos», externó.

El 25 de febrero, tuvieron que ingresar a su madre al Seguro Social. Mientras hacía las diligencias por la madre, a su hermano lo estaba cuidando otro médico. El tiempo era su principal enemigo, pues debía estar al pendiente.

«Ella me escribía que se desesperaba, que sentía calor. A pesar (de) que ahí estaba helado, mi mamá estaba sudando», comentó.

La pesadilla tomó más fuerza desde entonces, para la noche del 26 de febrero, su madre comenzó a sentirse peor, estaba saturando a un 79. «Me dijo, hijo ya no aguanto. La tranquilicé, le sobé la espalda la cabeza, hasta que su saturación subió arriba de 90″, indicó.

Al notar que su madre estaba tan cansada, como médico supo que su mamá necesitaría alto flujo. Esa noche, Luis se regresó a su vivienda, para ver a su hermano, mientras ella quedaba con una enfermera.

«Esa madrugada la enfermera me mandó fotos (de) que mi madre estaba mal. Así luchó toda esa noche», acotó. De igual manera, Luis detalló que le había pedido unos medicamentos, pero era demasiado tarde, y las farmacias estaban cerradas.

No obstante, por la mañana, con ayuda de algunos amigos, logró comprarlas. «Un 27 de febrero, día de su cumpleaños (de la mamá), a las 9:55 ella falleció», contó con nostalgia el joven.

En ese momento, él estaba en su casa, cuidando de su hermano, cuando recibió la noticia de su mejor amiga, pues con ella había enviado los medicamentos al hospital. «Me destrozó, la enfermera me estaba diciendo que llegara, pero no podía moverme, porque estaba cuidando a mi hermano», dijo con un nudo en su garganta.

Su hermano, aún no sabe de la muerte de su madre

Cuando le dieron la noticia, no pudo soportar el dolor. El joven se tiró al suelo, lo golpeó, lloró, e incluso se fracturó su mano. Al contar y revivir esos hechos, Luis no puede evitar romper en llanto, toma su tiempo y sigue relatando.

«Me tocó tranquilizarme, no podía darle la noticia a mi hermano. Me tocó fingir que nada estaba sucediendo. Pero, mi papá sí me escuchó y solo estaba en shock, sin palabras. Nos abrazamos», aseveró.

Después de ello, el joven llegó al hospital, donde las enfermeras le ayudaron para que pudiera despedirse de su madre. Ahí, tuvo la suerte de recibir ayuda para su hermano, pues el no tenía seguro, pero lograron hacer un arreglo de pago para que pudiera ingresar, sostuvo.

«Conseguí esa gran ayuda. Yo no podía seguir cuidándolo en ese estado», reiteró. Ese mismo 27 de febrero, hospitalizaron al hermano, comenzó con alto flujo y esa madrugada, le informaron que debía estar en Unidad de Cuidados Intensivos (UCI).

«Mi hermano sigue hospitalizado, delicado, al límite de caer a tubo. Me dicen que si cae ahí, la mortalidad es más alta. Pero, él sigue luchando enormemente para seguir adelante», agregó.

El 28 de febrero, que llegó a su casa, su padre empezó a presentar la misma sintomatología, así que, se movilizó a hacerle exámenes. Cuando le dieron la tomografía, salió que tenía daños en sus pulmones, presentaba neumonía. Por tanto, el internista que lo estaba tratando, le aconsejó a Luis que hospitalizara también a su padre.

«Los doctores me lo están cuidando, me dicen que es el paciente más cooperador que tienen y que ha estado estable», exclamó con esperanza el joven.

La situación ha sido y sigue siendo dura para los Linares, porque todavía están recuperándose de una gran pérdida. Por todo ello, Luis externó que necesitaría mucha ayuda, en especial, con oraciones.

Si usted desea apoyar a la familia Linares, puede hacerlo a las siguientes cuentas:
  • Cuenta Bac: 744163351
  • Occidente: 212490142067

Ambas están a nombre de Luis Fernando Linares Sorto, con identidad 0512-1996-00563.

Familia Linares golpeados por el virus
Familia Linares Sorto.

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