La primera persona que se benefició del suicidio asistido en Italia, falleció el jueves, anunció la Asociación Luca Coscioni, que milita para su legalización.
Federico Carboni, presentado bajo el seudónimo de «Mario» en la prensa para preservar su intimidad, falleció después de haberse inyectado un medicamento. Necesitaron un aparato especial para transportar el fármaco, de un coste de unos 5.220 dólares, y para el cual la asociación Luca Coscioni recaudó fondos.
Carboni, de 44 años, trabajaba como camionero hasta que en 2010 tuvo un accidente que lo dejó tetrapléjico.
Excepción para los pacientes
En varias ocasiones, pidió a las autoridades sanitarias de su región la autorización de recurrir al suicidio asistido. Pero siempre le fue denegada, hasta la intervención de los abogados de la asociación Luca Coscioni.
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Actualmente, la ley italiana castiga la ayuda al suicidio con una pena de entre 5 a 12 años de cárcel.
En 2019, el Tribunal Constitucional, la más alta instancia jurídica en Italia, introdujo una excepción para «los pacientes mantenidos en vida con tratamientos y con una patología irreversible. Para todos aquellos que tengan una fuente de sufrimiento físico y psicológico que consideran intolerable, aunque son plenamente capaces de tomar decisiones libres y conscientes».
Federico Carboni cumplía todos estos criterios.
Según la organización, las últimas palabras de Carboni describieron su tristeza por dejar su vida, pero recalcó que los dolores que sufría a diario, así como las dificultades por no tener su autonomía, no le dejaban continuar disfrutando de su existir.
Palabras de despedida
«No niego que me entristece decir adiós a la vida, sería deshonesto y mentiroso si dijera lo contrario, porque la vida es fantástica y sólo tenemos una«, fueron las últimas palabras de Carboni, citado en un comunicado.
Pero «soy consciente de mis condiciones físicas y de mis perspectivas, así que estoy totalmente tranquilo y sereno respecto a lo que voy a hacer», expresó.
Y concluyó su mensaje recalcando que al menos su caso habría servido para lograr un hito en la historia de Italia, siendo este un país de mayoría católica, por lo que se sentía orgulloso de su lucha y los resultados obtenidos.
“Soy consciente de mi condición física y perspectivas de futuro, así que estoy totalmente sereno y tranquilo sobre lo que haré. Con la Asociación Luca Coscioni nos defendimos atacando y atacamos defendiéndonos, hicimos jurisprudencia y un pedazo de historia en nuestro país y me siento orgulloso y honrado de haber estado a su lado. Ahora finalmente soy libre de volar a donde quiera”, sentenció el hombre antes de morir.
Su caso es consecuencia de una sentencia del Tribunal Constitucional de 2019, que estipuló que ciertas formas de eutanasia no son punibles, pronunciándose sobre el juicio a Cappato, procesado por acompañar a un tetrapléjico, Fabiano Antoniani, a morir en Suiza. Fue finalmente exonerado.
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