SAN PEDRO SULA, HONDURAS. Menores de edad, cada día son más los involucrados en organizaciones criminales o que se encuentran en actos delictivos. Varios factores son los que llevan a los jóvenes a tomar estas decisiones, al ámbito psicológico también es importante prestarle atención.
Es por ello que, continuando con este tema que sigue afectando a los menores del territorio nacional, TIEMPO Digital se adentró en los factores psicológicos, y conocer que traumas son los que pueden presentar los jóvenes.
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Factores psicológicos
En ese sentido, el psicólogo Joel Galeas, explicó que cuando se habla de menores infractores o en situación de riesgo, se le distinguen como factores psicosociales, ya que es la perspectiva desde la que se aborda.
Con base a ello, es necesario conocer el comportamiento del menor, ya sea de acuerdo al entorno donde se encuentra, y en conjunto con la salud mental.
Entonces, si un joven crece en una colonia o barrio conflictivo donde se ven asaltos y homicidios diarios, para el menor se puede convertir en algo normalizado. Esto, ya que el niño ve y crece, creyendo eso.
Asimismo, existen factores de riesgo que llevan a los menores a sufrir traumas, entre ellos recae la pobreza, familia desintegrada, o no crecer con una de las figuras materna o paterna.
Conductas del menor
El psicólogo mencionó que los menores aprenden conductas o deciden ingresar a organizaciones delictivas, de acuerdo al llamado “aprendizaje por observación”. Por lo cual, este factor es muy importante a tomarlo en consideración.
Basándose en ello, los menores más pequeños no tienen un razonamiento lógico y no pueden pensar de manera clara si algo es bueno o no. Las relaciones son un vínculo que también afecta, algunos pueden ser incitados psicológicamente al salir de su entorno.
Este tipo de conductas inclusive, según explicó el psicólogo, se ven reflejado en el niño desde su temprana edad, en los juegos como “ladrón y policía”, mientras que algunos lo cambian por “sicario y policía”. El simple hecho en el cambio de esta palabra hace notar que la realidad del menor es diferente.
Programas de rehabilitación
En el país existen organizaciones y diferentes centros de rehabilitación a los cuales un menor de edad, que decida cambiar puede acudir. En una de ellas como mencionó Galeas, manejan el lema: “Es más fácil hacer que una persona deje un hábito, a tratar de cambiar su estilo de vida”.
El profesional explicó este manejo, de acuerdo a un ejemplo. Para un alcohólico que va a terapia, y tiene el deseo de cambiar se le hará más fácil, pero si un menor creció viendo estos actos de manera normal, no aceptará que esto es un problema.
Trastornos que se presentan
Ahí es donde aparecen los trastornos, encabezando la lista el trastorno social de la personalidad, que se conoce como las personas “antisociales”. Lo cual, el terminó es “una persona que va en contra de las normas”. Eso quiere decir que para ellos estas normas no aplican, como para las otras personas.
Es necesario mencionar que este tipo de trastornos tienen que cumplir con ciertos criterios, como ser sus primeros inicios en una edad antes de los 18 años.
Ya después de ello, la personalidad se comienza a formar mayor, lo que determina este trastorno, por lo que no se puede hablar de uno antes de cumplirse los criterios.
Traumas
Seguidamente se ven problemas como los traumas. El hecho de que un menor haya presenciado la muerte de algún familiar de manera violenta, conlleva a que desarrolle un trauma. Lo más interesante es que estos no se presentan de manera evidencial o al instante, sino conforme con el tiempo.
Un ejemplo destacado por el psicólogo, se puede encontrar cuando los menores no se concentran o están en la escuela, pero bajan sus notas y no hacen tareas. Por lo general, es difícil identificarlo ya que inclusive para la población adulta hablar de los sentimientos o expresarse es complicado.
También, otro de los traumas por los cuales los menores pueden involucrarse en estos actos delictivos, es en base a lo que ocurre en su hogar. En el país algunas madres al no tener alimentos envían a pedir a las calles a los menores, exigiéndoles que deben llevar algo. En base a ello, le generan un trauma, ya que el niño en su desesperación busca de muchas maneras conseguir lo que la madre le ha pedido.
¿Cómo ayudar?
Según indicó el psicólogo, si como ciudadanos o familiares se quiere ayudar en esta situación, lo primordial seria identificarlo, desde que comienzan en el hogar o en los centros educativos. Ya que este es el lugar donde el niño o menor llega y convive, notando desde ahí su comportamiento.
Seguidamente, tratar de ayudarlos con programas, emocionalmente también es importante, aunque es necesario señalar que una vez dentro de una organización es difícil que un joven salga. En ese sentido, la intervención temprana es primordial.
Hacerlos ver que lo que van a hacer o están haciendo no es correcto, explicándoles, y presentándole el apoyo. Posteriormente, es necesario buscar ayuda profesional para que el menor se exprese y no tenga miedo de afrontar los trastornos o traumas.
El afecto
Es importante mencionar que el afecto es esencial, ya que los menores piensan en buscar refugio en estos actos u organizaciones. Ellos piensan que van a recibir la familiaridad que no han conseguido en sus propios hogares.
La “Cohesión Social” lleva a los menores a sentirse parte, cuando les brindan un apodo, un alias o un número, haciendo una representación de quien es él.
“Todos queremos pertenecer a algo o alguien, ya que es algo natural, un deseo gregario como dice la psicología, somos seres sociales”, expresó Galeas.
Aunque pueda ser difícil, el menor debe aceptar que está atravesando la situación, en el ámbito psicológico no pueden decir “no se puede”. Por lo que, en niños y adolescentes se pueden revertir ya que son moldeables, y aún están en etapa de crecimiento.
Es importante que se les enseñe a los menores a expresar los sentimientos, a no guardarse nada, ya que solo así se conocerán los traumas y trastornos que pueda estar atravesando. Con base a ello se le da la ayuda necesaria.
Lo anterior, debido a que si el joven ya ha disparado un arma o realizado un robo, conocer cómo se sintió en el momento y después, solamente lo podrá expresar él. Conforme a la terapia, ir estructurando el problema, para que no lleguen a organizaciones o actos delictivos.
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