Una de las principales recomendaciones que uno puede tomar al gestionar su perfil de Facebook es ser selectivo al aceptar o rechazar amistades en la red social. Pero, ¿qué ocurriría si uno ignorara por completo esta idea? Podría sufrir muchas situaciones incómodas, como Gabriela Gonzales, quien contó su experiencia.
Gabriela, escritora de un portal web, decidió hace un par de años convertir su perfil de Facebook en una vitrina para exponer sus artículos. En ese sentido, empezó a aceptar a todos quienes le enviaban solicitudes de amistad. Así, de tener 100 amigos, pasó a tener más de mil.
«Convertí mi Facebook en casi un feed con los artículos que escribo, apenas compartiendo algo diferente a enlaces. Podríamos decir que lo prostituí», escribió Gabriela en su más reciente artículo en el portal web Hipertextual.
Fue así que Gabriela descubrió que lo único peor que tener a cientos de «amigos» en Facebook que no te conocen y no te hablan, es tener contactos que «te hablan demasiado».
«Mucha gente es amable y te escribe (vía Facebook) para decirte que admira tu trabajo o para agradecerte por algún artículo que le sirvió de ayuda. Pero la mayoría parecen no saber cómo iniciar una conversación, se ponen en plan acoso no-me-respondes-eres-mala», relata la periodista, quien no dudó en calificar a algunos de quienes la contactaron como locos.
La máxima cifra que alcanzó fue de unos 1.100 contactos en Facebook, casi cuarenta grupos a los que la invitaron sin siquiera darse cuenta y miles de mensajes en el chat, sin contar la sección «Otros».
Gabriela decidió, en julio de este año, proceder con la purga definitiva, ya que Facebook no permite borrar tu perfil fácilmente. Así empezó a eliminar en un tedioso proceso a más de 900 contactos. «Debes ir a tu perfil, hacer clic en Amigos y luego un par de clics más para eliminar a alguien. Esos son más de 1.800 clics que tuve que hacer en dos noches separadas para poder limpiar mi cuenta», relató.
El Comercio