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HONDURAS. En 2006, Diego Armando Maradona aterrizó en San Pedro Sula para ser protagonista en un partido de exhibición contra jugadores del Real Club Deportivo España.

Ese 25 de octubre muchos hondureños tuvieron la oportunidad de mirarlo sudar, correr y anotar en persona, siempre en su faceta de futbolista, pero muy pocos gozaron del privilegio de conocerlo como humano, como amigo, como colega.

Uno de los pocos afortunados fue Carlos Cáceres, exgerente del hotel donde se quedó ‘el D10S’. TIEMPO Digital dialogó vía teléfono con él y contó las anécdotas que recuerda de su encuentro con el astro argentino.

En Honduras, a Diego se le concedió un pequeño capricho, comió varias baleadas y durmió en la habitación presidencial.

«Él era un persona sencilla, una persona amable y bastante carismática. En cada comida con sus compañeros contaba chistes y eran chistes muy buenos, ja, ja, ja», recordó Cáceres.

Carlos Cáceres era, es y seguirá siendo un fanático de Maradona, aseveró, y cuando vio a Diego por primera vez se emocionó, pero como gerente del hotel, debió contenerse. Aún así, no dudó en pedirle una fotografía y también un autógrafo.

«No le voy a mentir, soy fanático y mirarlo fue una gran alegría, pero, bueno, uno debe ser profesional. Cuando le pedí la fotografía accedió sin ningún problema. Es más, le pedí un autógrafo para mi hermano menor», agregó él.

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Carlos Cáceres y Diego Maradona.

El capricho

Seguidamente, Cáceres dijo que la primera noche en el hotel, Maradona y los demás jugadores argentinos comieron un asado, y para acompañar la carne, quería degustar de un Don Perignon, «pero nosotros no teníamos Don Perignon».

Afortunadamente, el propietario de un popular supermercado de la ciudad abrió su negocio en horas de la madrugada para que pudieran comprar su champán. «Solo así pudimos tener la caja que querían», rememoró.

«Al día siguiente, en la mañana, una señora que se llamaba Olguita les preparó un montón de baleadas, las subieron a las habitaciones y todos los jugadores comieron baleadas, ja, ja, ja», aseveró.

«Mi chiquitín»

Otra anécdota que Carlos Cáceres dio a conocer es que a Diego le asignaron un guardaespaldas que era muchísimo más alto que él, y a modo de broma, el astro argentino lo llamada «mi chiquitín». Por supuesto también se tomaron una fotografía juntos, pero Maradona tuvo que subirse a una silla para quedar a la misma estatura.

«La persona de seguridad andaba con él para todos lados. El muchacho era como de dos metros, y bueno, le decía ‘mi chiquitín’. Para una de las fotografía se subió a una silla, porque se miraba muy pequeño a su lado, ja,ja,ja», señaló entre risas.

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Diego Maradona con su «chiquitín» y Carlos Cáceres.

La despedida

Por último, Cáceres rememoró cómo fue la despedida de Armando Maradona, y la recuerda como «una de las más concurridas que ha visto«.

«Fueron muchísimas personas en el bulevar Morazán gritando el nombre de Maradona, aplaudiendole cuando se iba a montar al autobús que lo trasladaría al aeropuerto», cerró el entrevistado.


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