CORTÉS, HONDURAS. Doña María del Carmen y su esposo, Atilio, son una pareja de ancianos que sufrió los embates de la depresión tropical Eta tras su paso por la zona norte del país, pero hoy, ambos se recuperan de ese «trago amargo» y desde el asilo Nuestra Señora de Guadalupe, relatan lo que califican como «lo más triste de sus vidas«.
La humilde pareja lleva más de 50 años de compartir sus vidas, y durante todo ese tiempo, jamás imaginaron pasar por una situación como la que recién vivieron tras el paso de Eta.
Así lo relató doña María del Carmen, quien no pudo contener la lágrimas al recordar los tres días que, junto a su esposo, pasaron en el techo de su humilde casa en la colonia Pineda de La Lima, con temor a que el agua los alcanzara y les arrebatara la vida.
«De mis 88 años que tengo, es lo más triste que he pasado. Nunca lo había pensado y nunca imaginé que íbamos a sufrir así, estábamos mojados y lodosos. Hasta para hacer del cuerpo, lo hacíamos encima del techo», relató doña María.
Tres fueron los días que la contemporánea pareja estuvieron sin ingerir alimento, ni agua. Además, pasaron frío y a ello se le suma el temor de que los niveles de agua alcanzaran el techo y les arrebatara la vida.
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El rescate
Doña María también recordó cuando los rescatistas los salvaron de ahogarse. «Fue en el helicóptero, ellos pasaron y llamaron a la Policía, luego en lancha llegaron y nos sacaron lodosos, sucios y nos trajeron», dijo con lágrimas en los ojos.
Es oportuno mencionar que el asilo de ancianos Nuestra Señora de Guadalupe, también fue afectado por Eta. El primer nivel de ese inmueble se inundó y pese a ello, las hermanas mexicanas del Sagrado Corazón de Jesús, recibieron a la pareja afectada.
«Hay una frase que me conmovió muchísimo: si atiendes a un pobre, atiendes diez veces a Cristo. Eso me alivia el espíritu», dijo la hermana Antonia Pérez, directora de ese refugio. A renglón seguido, aseguró que perdieron todo y que hacen falta camas, víveres y labores de limpieza.
Por otro lado, la voluntaria Claudia Ávila, reiteró que «necesitamos sacar adelante este asilo, porque está destruido ¡vengan a ayudar, por favor!».
En el lugar, además de doña María y don Atilio, ambos afectados por Eta, hay 27 ancianos más, que necesitan de la generosidad de los hondureños para que se restauren las instalaciones y mejoren sus condiciones de vida.
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