HONDURAS. Eta está dejando marcada la memoria de muchos hondureños, que sufren de cerca el arrebato de un fenómeno climático que no perdona, y revive las heridas dejadas por el huracán Mitch.
Muchos no dudan que hay centenares de historias actualmente, que están marcadas de dolor, debido al paso de Eta en Honduras, y a continuación le compartimos un relato que conmueve a muchas personas en redes sociales.
El relato inicia de la siguiente manera:
Eran las 8 de la mañana, fuertes lluvias caían sobre mi techo, al ver que todo se estaba inundando, pegué el grito: Rigo. Salí corriendo bajo esa fuerte lluvia, empecé a silbarle como señal que iba por él.
Vi que el agua estaba a nivel de ventana, sin importar donde iba a pararme, decidí entrar desafiando la lluvia y la fuerte corriente de agua, que sólo yo sabía los golpes que sentía en mis piernas, donde golpeaban los desechos de basura.
Entré y vi que mi mejor amigo Rigo «Pique» estaba ahí dentro de su casa, y arriba en una mesa además estaban 4 mujeres abrazadas, su mamá, abuela y sus dos tía; que son enfermitas.
Al ver que yo entré una de ellas se me lanzó encima, pues entre mis brazos la saque, como pude la dejé bajo un árbol de mango, bajo aquella fuerte lluvia cargué a la más señora y me abrazó fuerte. Me dijo «papaito», no me vaya dejar caer, el agua está muy helada.
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Sentí un nudo en mi garganta, le dije, mientras usted vaya en mis brazos, nada le pasará, salí con ella hacia la orilla y me dijo; mis «cositas», mi ropita; están en unas cajas, mientras sus humildes prendas estaban al fondo del agua en total pérdida.
«Perdimos todo»
Sacamos lo que pudimos, ver el rostro de mi mejor amigo Rigo, diciéndome, «pucha loco», perdimos todo.
Vi como su casita se seguía inundando, yo le dije, tranquilo, Dios te dará lo mejor, acuérdate que después de la tempestad viene la calma. Él me dio la mano, y me dijo, yo sé que Dios jamás se va a olvidar de nosotros, mucho menos de mis viejitas.
No saben lo feo que es entrar a una casa totalmente inundada, con el «agua a ras de ventana», y ver que todo está totalmente perdido, bajo esa agua sucia, llena de malos olores; pero gracias a Dios, ya ellas descansan en un refugio seguro, al menos por estos días.
Luego de terminar el relato, Leonardo Deras sostuvo que, «si alguien desea ayudar, aunque sea con víveres, sabanas; para que ellas al menos se mantengan calientitas, de todo corazón se los voy agradecer; porque no hay mejor cosa que las bendiciones bajadas del cielo, de unas humildes ancianitas, si desean ayudarme con ellas, les dejo mi número de WhatsApp +50495420024″.
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