Lo que parecía ser insignificante, se convirtió en una pesadilla. Después del huracán Eta, un día como hoy, 9 de noviembre, pero del 2020, la angustia, el dolor, el desespero y tristeza aumentaba en las personas que habían quedado damnificadas.
Para esta fecha, el huracán ya había abandonado suelo hondureño, pero su paso fue devastador.
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Hallazgo de cuerpos
Si bien el huracán dejó pérdidas materiales y económicas, nada se puede comparar con el dolor de perder a sus seres queridos. Ese día, 12 personas estaban desaparecidas, pero sólo tres fueron halladas muertas.
La primera víctima encontrada fue la pequeña Sharon Sabillón Argueta. Su cuerpo estaba en las aguas del río Uncana, en San José Oriente, Santa Bárbara.
La niña y su familia fueron soterrados por un derrumbe. También se encontró el cadáver de su tía, pero su hermana no aparecía.
Otro hallazgo fue el de una pequeña de cuatro años de edad que fue arrastrada por un rio de la comunidad de Tarros, Santa Bárbara. Sus restos yacían en Guatemala.
El desconsolado padre, con lágrimas en su rostro y un nudo en su garganta, contó que «sufrimos la peor pérdida. Nadie puede soportar algo así. Este dolor no se lo deseo a nadie, ni a mi peor enemigo».
Número de muertos asciende, mientras que los rescates seguían
Ese 9 de noviembre salió a la luz un listado de las personas fallecidas: 41 en total. Las víctimas residían en 19 distintos barrios y colonias. El municipio que hasta ese entonces tenía la cantidad más elevada de muertos era Tela, con cinco.
Durante el paso de los huracanes, varios rescatistas, tanto uniformados como civiles, fueron de gran ayuda para salvar vidas. El corazón lleno de amor, las ganas de ayudar y la solidaridad de estas personas será recordada por siempre.
Fueron muchos los hondureños que se movieron a ayudar, pero el día 9 de noviembre 2020, destacaron todavía más. Por ejemplo, los bomberos volvieron a sobresalir por su dedicación durante los huracanes. José Mario Alemán, un joven voluntario de 19 años, se sacrificó para rescatar personas sin cobrar absolutamente nada.
Él hizo varios rescates y una de sus hazañas quedó inmortalizada mediante una fotografía que mostraba cómo salvaba a una niña de tres años.
De igual manera, un sacerdote dejó de lado su sotana para llevar recursos a los damnificados. Con sus botas de hule, mascarilla y su mochila equipada, Nahún Alfonso Villegas llegó hasta el departamento de El Paraíso para entregar ayuda humanitaria.
Países solidarios
Por su parte, países como El Salvador y Taiwán decidieron vestirse de héroes y enviar ayuda a los hondureños.
Nayib Bukele cumplió su promesa y la ayuda que envió llegó a suelo hondureño en la tarde del 9 de noviembre: 1 millón de dólares en alimentos comprados con fondos del Estado.
El gobierno de El Salvador dijo que la donación representaba un gesto de hermandad entre salvadoreños y hondureños. Además de eso, «el pulgarcito» de Centroamérica envío a su Cruz Roja para ayudar tanto a Honduras como Guatemala. Fueron alrededor de 50 elementos los que se sumaron al rescate de los damnificados que se encontraban sobre los techos.
Esa misma tarde, Honduras recibió una donación del gobierno de Taiwán, quien otorgó 200 mil dólares para auxilio humanitario.
Más caos, Iota ya venía y cuantificaban pérdidas
La población estaba en alerta y los damnificados seguían cuantificando pérdidas, pero Iota comenzaba a formarse y la trayectoria que los meteorólogos trazaban era directa a Honduras.
El centro Penal en Yoro sufrió inundaciones ese día, pero, por fortuna, los reos ya habían sido trasladados a otros puntos estratégicos.
Por otro lado, algunas instituciones no gubernamentales advirtieron al Estado que debía tomar acciones de restauración, porque Honduras podría sufrir graves consecuencias en 2021.
Según el Foro Social para la Deuda Externa y el Desarrollo de Honduras (FOSDEH), las pérdidas provocadas por Eta, sumado a la pandemia del COVID-19, provocaría que 7 de cada 10 hondureños serían pobres en 2021.
Por su parte, el Consejo Hondureño de la Empresa Privada (COHEP) informó que en plena cosecha, Eta ocasionó que el 40 % de los productos agrícolas se perdiera.
Ante eso hace un año, el Gobierno anunció diferentes planes para recomponerse de los efectos de Eta, como, por ejemplo, la compra de 20 puentes Bailey para uso inmediato, los cuales se instalarían en los sectores donde las personas estaban incomunicadas.
Además de eso, las autoridades anunciaron que invertirían L 100 millones para la reconstrucción de infraestructuras y sería Inversiones Estratégicas de Honduras (INVEST-H) la que estaría a cargo del proyecto.
Finalmente, el presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, prometió, a través de una cadena nacional, que el plan de reactivación para la pandemia por COVID-19 se estaba reestructurando para incluir los daños que Eta dejó.
Otra onda tropical amenazaba
Como si no fuese suficiente con los problemas que en ese día hubo, el acercamiento de una onda tropical que se dirigía en la misma dirección que Eta ponía a la población en alerta.
Muchos no se podía imaginar que algo peor les pudiese pasar a Honduras. Sin embargo, el Centro Nacional de Huracanes (CNH) informó que ese fenómeno tropical, llamado Iota, sí iba a pasar por Honduras.
Además, los meteorólogos informaron que si la onda tropical continuaba como hasta entonces, en la noche del día siguiendo podría convertirse en tormenta tropical.
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