ESTADOS UNIDOS. Jorge Alfredo Barralaga, de 22 años, había escapado de una casa de seguridad en México donde lo tuvieron secuestrado durante más de tres meses, sin imaginarse que perdería la vida en un accidente en Texas.
Según confirmó la familia a Noticieros Telemundo, el ciudadano venía huyendo de la pobreza y la falta de oportunidades en Honduras. Pero al cruzar a Estados Unidos este miércoles perdió la vida en el camino.
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Tras esperar 48 horas por la respuesta del consulado hondureño en McAllen, los familiares de Barralaga supieron que se trataba de uno de los 10 migrantes que falleció. El incidente ocurrió cuando volcó la camioneta Ford blanca en la que viajaba con 30 personas más, al intentar el conductor hacer un giro con exceso de velocidad, en una autopista junto a la frontera, cerca del pueblo de Encino.
José, otro de los inmigrantes que viajaban en la camioneta y había escapado junto a Barralaga del secuestro en México, trató de salvarle la vida tras sobrevivir al brutal impacto.
Sin embargo, al encontrarlo se dio cuenta de que ya había fallecido: «Lo vi que estaba desmembrado del pescuezo», relató en una entrevista con Noticias Telemundo.
José, quien prefirió no dar su nombre real por temor a represalias, le había prometido a Ixel, tío de Jorge, que cuidaría de su sobrino.
En busca de una vida mejor
«Le dije a él que me cuidara a mi sobrino, ya que estaba con él, y me dijo: ‘Sí, te lo voy a cuidar’. Entonces, cuando sucedió el hecho, me llamó la hermana (de José) porque él se comunicó con ella, para decirme que mi sobrino estaba muerto», cuenta Ixel.
Jorge Barralaga provenía de una familia de escasos recursos de Guanaja, una isla de Honduras, cuenta Ixel, quien reside en Estados Unidos. Y a pesar de que se esforzó para estudiar la escuela secundaria, no había podido conseguir trabajo. Eso y el mal estado de salud de sus padres lo motivó a buscar una vida mejor en Estados Unidos.
«La verdad es que en Honduras la vida es bien crítica para uno, bien crítica definitivamente. Uno busca trabajo y no encuentra. Estudia a veces para nada», afirmó Ixel.
«Tocó que él viniera para acá, pero nunca nosotros pensamos de que nuestro sobrino viniera a perder la vida en ese camino», lamentó.
Lo secuestraron en México
A su paso por México, a Barralaga lo secuestraron, así fue como conoció a José. Para que los liberaran, sus familiares en Estados Unidos tuvieron que pagar alrededor de 5,000 dólares por cada uno.
Y aun así, cuenta Ixel, tuvieron que escapar después de más de tres meses de cautividad pues los secuestradores no los dejaban ir.
«En ningún lado hemos obtenido paz porque en Honduras es lo mismo, por la delincuencia, la pobreza, no se puede vivir, por eso toca emigrar para acá», afirma Ixel.
Las autoridades de Texas siguen trabajando para identificar a las víctimas del choque fatal en Encino. Hasta ahora se sabe que seis de los fallecidos eran hondureños, tres mexicanos y uno guatemalteco, según el sheriff del condado de Brooks, Benny Martínez.
La familia de Barralaga lo había reconocido en fotografías del accidente por la ropa que vestía y creía que había fallecido por el testimonio de José, quien aseguró verlo ya sin vida.
Sin embargo, Ixel tuvo muchas dificultades para confirmar el fallecimiento de su sobrino. Temía acudir con las autoridades tejanas por su estatus migratorio irregular, y el consulado hondureño no respondió sus llamadas telefónicas durante horas que se convirtieron en días.
«Lo que quisiéramos es que alguien nos ayudara. Queremos tener a nuestro sobrino, queremos que sea sepultado en Honduras», dice Ixel.
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