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viernes, noviembre 22, 2024

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Salud.- En Estados Unidos comenzó un debate público sobre la necesidad de regular las estufas a gas para uso domiciliario. Según algunos implicados en el tema, no resultan un artefacto seguro para los ambientes familiares y se debería avanzar en una legislación más restrictiva.

Sin embargo, más allá de la discusión que ha copado las redes sociales, la Comisión de Seguridad de Productos del Consumidor (CPSC, por sus siglas en inglés) aclaró que no hay restricción actual. Se realizan análisis de las condiciones que podrían elevar los riesgos, pero los mismos no han concluido y no parece existir un proyecto de ley concreto, por el momento.

Aun así, los científicos han publicado en el último año algunas conclusiones que elevaron el nivel de alarma. Por un lado, la Escuela de Salud Pública de Harvard informó que los químicos volátiles del gas natural podrían relacionarse a las enfermedades crónicas. Los resultados pueden repasarse en el artículo que salió a la luz en 2022.

Del mismo modo, Gruenwald y colaboradores encontraron que las estufas de gas en interiores pueden explicar parte de la población asmática infantil de Estados Unidos. Según sus proyecciones, quitar estos artefactos de las casas permitiría prevenir hasta el 20% de los casos nuevos que se diagnostican.

Las estufas a gas realizan una quema que provoca cambios químicos.

¿Cuál sería el riesgo al no regular las estufas a gas?

Las estufas a gas realizan una quema que provoca cambios químicos. Estos cambios conducen a una mayor producción de ciertas sustancias que no son inocuas. Entre ellas, el dióxido de nitrógeno o NO2.

En realidad, el NO2 forma una familia de gases que están siendo valorados desde hace décadas por su impacto en la salud. Además de las estufas de gas, aparecen en el aire cuando sucede la combustión de los vehículos motores y cuando hay incendios en los bosques.

Los NO2 dan origen a una suspensión de partículas diminutas que se conocen como MP2,5 (material particulado fino). La inhalación por parte de los humanos repercute en el sistema respiratorio, alterando la funcionalidad de los pulmones.

Es por ello que la Organización Mundial de la Salud (OMS) establece límites de exposición que se consideran no nocivos para la población. Todos estos valores máximos han sido recogidos en las Guías para la calidad del aire de la OMS. No obstante, voces expertas ya han repetido por medios oficiales que la aplicación en las grandes ciudades es muy pobre.

El escape de metano

El metano es otro elemento preocupante en este contexto. Regular las estufas a gas implicaría también analizar las posibles pérdidas de esta sustancia, que tiende a filtrarse aunque el aparato esté apagado.

Por investigaciones ambientales en las grandes ciudades, sabemos que el metano tiene influencia en la prevalencia de problemas respiratorios de las comunidades. Su alta concentración aumenta los casos de asma y de tos crónica.

Estos escapes surtirían mayor efecto negativo en los hogares de menos ingresos, donde la instalación de las estufas se concreta en ambientes reducidos con poca ventilación. La acumulación a largo plazo exacerbaría la presencia del tóxico en el aire y en las vías respiratorias.

El asma infantil y la contaminación del aire

Sobre todos los casos nuevos que se detectan de asma infantil, un 13% es atribuible a la contaminación atmosférica. Así lo ha establecido la Sociedad Chilena de Neumología Pediátrica.

Aquí se incluyen todas las fuentes de emisión de gases para la atmósfera. Pero trasladando el modelo a los hogares, se puede inferir que la concentración de las mismas sustancias bajo el techo de una casa sería suficiente para replicar el problema a menor escala.

El asma infantil es la principal preocupación en el contexto de uso de las estufas a gas.

Eso es lo que analizaron Gruenwald y sus colaboradores en la publicación que mencionamos al inicio. El problema a futuro, según los autores, es que casi la mitad de los hogares estadounidenses cocina a gas, por lo que es de esperarse que la asociación persista y hasta se incremente la incidencia de asma.

En España, el problema no es menor. Los estudios en el país recalcan que el NO2, el ozono y las MP2,5 del aire llevan a la aparición de los síntomas asmáticos de manera temprana en la infancia y la adolescencia.

¿Qué debemos hacer con nuestras estufas a gas?

Por lo pronto, no hay proyectos para regular las estufas a gas mediante una ley concreta. Existen recomendaciones generales sobre ellas y algunos planes económicos en Estados Unidos para recibir un reembolso si se las reemplaza por un artefacto eléctrico.

En caso de cocinar con estas estufas, hay que corroborar que la ventilación del área sea la adecuada. Ante la duda, es mejor abrir una ventana para favorecer la mezcla con el aire de fuera.

Si alquilas una vivienda que tiene estufa a gas, también hay que verificar que el propietario cumplió con el hecho de regular su espacio según las leyes locales. Casi todos los países establecen cuántos respiraderos debe haber, el tamaño de los mismos y la ubicación ideal.

También es posible combinar métodos de cocción para no usar en exclusiva el gas natural. Si se dispone de horno eléctrico, microondas o pavas eléctricas, podemos dividir las preparaciones para favorecer el empleo de otra energía.

La presencia de alguien asmático en la familia es un motivo primordial para cumplir estos consejos con ahínco. Se trata de reducir los factores de riesgo que podrían conducir a una crisis aguda de asma.

El mismo criterio aplica para las mujeres embarazadas y para los niños pequeños. Se trata de poblaciones mucho más susceptibles al efecto de la contaminación del aire con gases nocivos.

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