Un estudio de la Universidad Brigham Young, en Estados Unidos, ha demostrado que el estrés mantenido en el tiempo daña la flora intestinal tanto como una dieta desequilibrada.
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Para llegar a esta conclusión, el equipo de investigación liderado por la profesora Laura Bridgewater ha estudiado a un grupo de ratones machos y hembras y ha comprobado que los estragos que produce la comida basura (rica en grasas saturadas y trans, y azúcares) en la microbiota de las hembras son similares a los que provoca el estrés, cosa que no ocurría tanto con los machos.
La investigación se ha realizado en animales, pero su autora afirma que los resultados son extrapolables a humanos.
¿Qué provoca el estrés en la microbiota intestinal?
El sistema inmunitario evita que las bacterias dañinas colonicen el intestino, pero el estrés boicotea esa capacidad innata que tiene el organismo para combatir los patógenos, de forma que se altera la microbiota intestinal.
¿Cómo influye una flora intestinal alterada en las emociones?
El estrés desequilibra la flora intestinal y una microbiota alterada deja de producir suficiente serotonina, la hormona del bienestar que se fabrica en un 90 % en el intestino. La falta de serotonina puede causar depresión.
Esto podría explicar por qué las mujeres sufren más ansiedad y depresión que los hombres, ya que en ellas los estragos del estrés en la microbiota son mucho peores.
Consejos para reducir el estrés
Para cuidar la flora intestinal hay seguir una dieta equilibrada rica probióticos (alimentos fermentados como el kéfir o el chucrut) y prebióticos (frutas, verduras y cereales integrales). Está demostrado que el consumo de este tipo de alimentos contribuye a la reducción de los niveles de cortisol.
Pero también es clave combatir el estrés y no siempre es fácil conseguirlo. La psicóloga clínica, coach, escritora Laura García Agustín, te da claves sencillas pero muy valiosas para lograrlo.
Practica la risoterapia
La risa tiene múltiples beneficios para la salud a corto y largo plazo: contribuye a la relajación muscular y alivia el dolor debido a la secreción de endorfinas, que no solo aumentan tu sensación de bienestar, sino que además amortiguan las molestias musculares causadas por el estrés.
También, estimula la circulación sanguínea al aumentar la frecuencia cardíaca y oxigena tu sangre. Además si te ríes, cualquier situación se hace más abordable.
Un estudio de la Universidad de Kansas, en Estados Unidos, confirma el efecto positivo de la risa para reducir el estrés. Ayúdate escuchando la risa de un bebé. ¡No hay nada más contagioso!
Abrázate con frecuencia
Cuando lo hagas acaríciate con mimo. Igual que si abrazases a un niño. Diversos estudios han demostrado el poder de los abrazos para reducir el nivel de estrés, pero recientes investigaciones han revelado también el increíble poder del autoabrazo.
Al igual que aquellos achuchones que recibimos de terceros, los autoabrazos disminuyen la presión arterial, elevan el estado de ánimo, contribuyen a nuestro bienestar y aumentan la autoestima al sentirnos queridos y cuidados. La ventaja: no hay que esperar. Proporciónatelo tú misma siempre que quieras.
Estírate como un gato
Los ejercicios de estiramiento muscular han demostrado su eficacia para mantenerse en forma, prevenir lesiones musculares, relajarse… ¡y reducir el estrés!
Disciplinas milenarias como el yoga y el pilates incorporan ejercicios de estiramiento, para prolongar los beneficios de las sesiones. Para hacerlo bien observa cómo lo hace un felino. Además, no podrás dejar de sonreír al verlo.
Haz paréntesis mentales
Desconéctate voluntariamente del mundo varias veces al día con pequeños paréntesis mentales. Se trata de pequeños momentos de desconexión mental.
Bastará con 5 minutos dos o tres veces al día en los que te limites a mirar por una ventana sin hacer nada más, observar a unos niños mientras juegan, contemplar un cuadro, una pared, unas flores, etc., la idea es “resetear” tu cerebro de vez en cuando para reducir el nivel de estrés acumulado por exceso de tareas.
La neurociencia sostiene que estos pequeños momentos de desconexión actúan como un potente inhibidor del estrés, pues permite que nuestro cerebro se organice y repare. Y ahora ya sabes… si no hay estrés, tu flora intestinal está más cuidada y tú será más feliz y más sana.
Fuente: Saber Vivir.
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