AFP. ¿El infarto de miocardio? Una enfermedad masculina. ¿La depresión? Una enfermedad femenina. Los estereotipos ligados al género afectan a la forma en la que las mujeres, y los profesionales sanitarios, se enfrentan a los problemas de salud.
Al principio tenía dolores en las piernas. Su doctor creía que era un problema de gota o quizás síntomas de embarazo.
Durante siete años aguantó el dolor porque ella misma dudaba del diagnóstico, hasta que acabó en urgencias. Y ahí de nuevo le aseguraron que su malestar se debía al bebé que acababa de tener: «enfermedad cardíaca posparto tóxica«.
Finalmente un reumatólogo identificó el origen de su mal: lupus.
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Es el testimonio de la historiadora feminista Elinor Cleghorn, que publicó en junio pasado en inglés «Mujeres enfermas: viaje a través de la medicina y el mito en un mundo creado por el hombre» («Unwell women: a journey through medicine and myth in a man-made world»).
La tesis del libro es que la salud de las mujeres ha sido constantemente mal comprendida e interpretada a través de la Historia.
Tabúes
«La ‘naturaleza’ de las mujeres, las representaciones que se han hecho de ellas como criaturas débiles han impregnado durante mucho tiempo la medicina», confirma la neurobiologista francesa Catherine Vidal.
En un informe recientemente entregado a la agencia francesa para la igualdad entre hombres y mujeres, la investigadora explica que «los códigos sociales vinculados a los géneros femenino y masculino influencian la expresión de los síntomas, la relación con el cuerpo, la decisión de pedir ayuda».
Entre el personal sanitario, los prejuicios relacionados con el género pueden influenciar la interpretación de los síntomas clínicos y los cuidados.
Por ejemplo, las mujeres son en realidad más vulnerables que los hombres a las enfermedades cardiovasculares: 56 % mueren a causa de ellas, en comparación con el 46 % de los hombres.
Sin embargo, el infarto de miocardio sigue estando subdiagnosticado entre las mujeres, y relacionado más bien con el estrés en el trabajo de los hombres.
Las mujeres sufren de depresión como media dos veces más que los hombres. Pero la razón principal no son sus hormonas, como se pretendió durante largo tiempo. Las investigaciones han demostrado que las diferencias entre sexos en la prevalencia de la depresión varía en función de la situación socioeconómica.
Y otras enfermedades, relacionadas con la salud sexual y reproductiva de las mujeres, también son diagnosticadas erróneamente. Es el caso de la endometriosis, muy subestimada durante largo tiempo porque está vinculada al tabú de las reglas.
En Francia un estudio demostró que las mujeres llaman a los servicios de urgencias 15 minutos más tarde que los hombres cuando sufren un infarto.
«Se sienten menos preocupadas por su salud, su familia o su trabajo pasan por delante», alerta la cardióloga Claire Mounier-Vehier.
Los signos de crisis cardíaca son a veces más sutiles en el caso de las mujeres. Llegan con un cansancio persistente o problemas digestivos.
«Hay que dejar de pensar que cuando un hombre se desploma es a causa de un infarto, mientras que cuando le sucede a una mujer, es un simple desmayo», añade.
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