Estados Unidos. La violencia es una de las razones principales por la que los hondureños se convierten en inmigrantes. Y la historia de dos hermanas que huyeron en Estados Unidos ha conmovido a raíz de que ese país invalidara la la violencia de las pandillas y maras como motivo para otorgar asilo.
Según publicó Univisión, las catrachas sobrevivieron de la persecución, el secuestro y la sentencia de muerte que que recibieron de las maras en Honduras al emigrar. Por lo que su misión era llegar a EEUU y pedir asilo político basándose en la pesadilla que vivieron.
Sin embargo, cuando lo iban a hacer, el Gobierno de Donald Trump canceló esa razón para asilar a emigrantes centroamericanos.
Según el relato de la cadena hispana, Poco antes de intentar entregarse en la garita de Otay en California, Nelly y Stefani (sus nombres falsos) hablaron sobre la la violencia de la que tuvieron que huir.
Las maras quisieron reclutar a la fuerza a su hermano menor. «Le dijeron que para incorporarlo, tenía que asesinar a unas personas, pero él les avisó a esas personas para que huyeran», dijo Nelly.
Los pandilleros no perdonaron a su hermano, quien decidió huir y tratar de llegar a Los Ángeles a buscar la protección de una tía. Pero el joven de 22 años desconocía que podía pedir asilo y fue detenido por la patrulla fronteriza al cruzar la frontera en California. Sin pruebas del peligro que corría, fue deportado de regreso a Honduras.
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Desesperadas
Por un tiempo, la familia lo ayudó a esconderse: el joven vivía por temporadas en diversos sitios y ciudades, «pero siempre daban con él, así que decidió volver a la casa» en San Pedro Sula, donde una tarde los mareros entraron armados y lo hicieron salir para quitarle la vida a la vista de sus familiares.
Indignado, días después un tío de Nelly y Stefani acudió a denunciar el homicidio a la policía, pues conocía a los asesinos. «Pero en menos de una hora los pandilleros ya sabían quién los había denunciado y lo que había dicho, porque la policía está coludida con las maras”, contó Nelly.
A las hermanas, los pandilleros apenas dieron tiempo suficiente para recoger los cuerpos de sus familiares ante el médico forense, pero no pudieron quedarse al velorio; les dijeron primero que tenían 24 horas para huir y no volver a San Pedro Sula, pero después redujeron el plazo a cuatro horas.
«Salimos con lo menos que pudimos», recordó Nelly, «nunca habíamos salido de Honduras y no sabíamos qué iba a pasar».
Cruzaron Guatemala y el 19 de marzo entraron a territorio mexicano, por donde viajaron con una visa hasta aproximarse a la frontera de Arizona, en el norteño estado mexicano de Sonora donde un grupo delictivo las secuestró.