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jueves, noviembre 21, 2024

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CORTÉS. Las clases semipresenciales arrancaron en Honduras, pero, específicamente en La Lima, municipio que fue devastado por los huracanes Eta e Iota en noviembre pasado, los niños reciben su pan del saber entre paredes decoloradas, suelo sucio y sin pupitres.

Una maestra de educación básica que trabaja en la Escuela Ramón Amaya Amador de La Lima, dio a conocer a través de TIEMPO Digital la situación deplorable a la que se enfrentan sus alumnos.

Puede ser una imagen de niños, sentado e interior
El niño decidió sentarse en el suelo, porque la silla que le dieron es muy grande y no podía hacer sus tareas cómodamente.

Con su respectiva mascarilla y procurando distanciamiento entre sí, los niños y maestros están poniendo de su parte para un seguro regreso a clases, pero, lastimosamente, las aulas reúnen las mínimas condiciones para todos.

Escuela clases La Lima
Los niños vestían de color, no uniforme.

Los niños están sentados en sillas de plásticos, aunque, para escribir en sus cuadernos, no es nada adecuado, por tal razón, algunos deciden tirarse al piso y utilizar sus asientos como mesa. Otros utilizan dos sillas.

Escuela clases La Lima
Así luce por fuera la Escuela Ramón Amaya Amador.

Esta es la realidad de los niños limeños luego de las inundaciones provocadas por los huracanes. Cuatro meses después de los tristes acontecimientos, las cicatrices del desastre siguen frescas.

Pido a los del gobierno «que se solidaricen»

La maestra Wendy Ramos conversó en exclusiva con TIEMPO Digital, y durante la plática, envió un mensaje a las autoridades de la Secretaría de Educación.

«Que se solidarice con los centros educativos que quedaron destruidos, por qué no solo es este, sino varios centros en el sector de La Lima. La escuela Ramón Amaya Amador no cuenta con nada», pronunció.

Y es que, a pesar de que en realidad la escuela aún no tiene permiso para abrir sus puertas, los profesores se esfuerzan para hacer que sus educandos aprendan, pues no todos pueden recibir clases virtuales, por falta de internet y tecnología.

«Llegamos y le dejamos tareas a los niños, reforzamos las áreas de matemáticas y español, que son una de las más fundamentales. La escuela después de las tormentas Eta e Iota quedó totalmente destruida. la escuela no cuenta con mobiliario, y los padres, la mayoría, no tiene acceso a un teléfono inteligente ni mucho menos los niños», comenzó explicando.

«Lo hacemos de forma voluntaria y con mucho amor para los pequeños. Si ve, los niños llevan sus sillas el día que les toca ir a revisión de tareas, y explicarle los temas que trabajarán en casa», agregó.

Por último, Wendy Ramos hizo un llamado a personas de buen corazón que, en caso de que quieran cooperar, puedan hacerlo. «(…) O si saben de algunas instituciones sin fines de lucro que apoyen en el área de educación, para gestionar ayudas para la escuela y los niños», cerró.

Para contribuir, puede comunicarse al número +504 9586-0311

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