REDACCIÓN.
Después de que los miembros del Sanedrín enviaron con triunfo a Jesús a morir crucificado, ellos temían que sus discípulos entraran al sepulcro y robaran su cuerpo, para de esta manera hacer creer que Él había resucitado.
Por tal razón, ellos solicitaron al gobernador que enviara soldados para custodiarlo, porque pese a que creían que Jesús no resucitaría, no querían que los seguidores de Cristo intentaran engañarlos.
Pero, ¿qué razón tenían los discípulos hacer hacer tal cosa?
Lo interesante de todo esto es que ni siquiera los discípulos esperaban de Jesús resucitara, pese a que Él se los había prometido, según estudiosos y teólogos.
De hecho, el día de la resurrección, dos de ellos se dirigieron hacia la aldea de Emaús del sepulcro, y Jesús mismo se les presenta resucitado, pero ellos no lo reconocen, tal como lo dice el evangelio de Lucas en el versículo 24:13. Seguidamente, Jesús les pregunta qué les sucede, y en el versículo 21 ellos le responden: «nosotros esperábamos que Él (Jesús) era el que había de redimir a Israel».
Es decir, en lugar de creer que Jesús había resucitado o de que resucitaría, mostraron su decepción, creyendo que Él no había cumplido su promesa. Se mostraron tristes aún cuando lo tuvieron delante de ellos. Es más, ni siquiera lo habían reconocido, sino hasta que Él bendijo el pan y les dio de comer, según Lucas 24:30.
Entonces, la pregunta por la que agnósticos y cristianos disputan es: si los mismos discípulos dudaron por un momento de la resurrección de Jesús, ¿qué razón tenían ellos para entrar al sepulcro y hurtar el cuerpo y tratar de engañar a la multitud?
El evangelio de Marcos habla de un engaño, pero no de los discípulos
Al respecto, el evangelio de Marcos menciona que, luego de la resurreción de Jesús, los soldados que custodiaban el sepulcro corrieron y avisaron a los ancianos de la ciudad lo que había acontecido.
¿Ellos mismo miraron a Jesús resucitado? eso no lo dice con claridad. Sin embargo, sí cuenta que luego de una reunión, los sacerdotes acordaron pagarles una suma de dinero a los soldados para engañaran, deliberadamente, y dijeran a los ciudadanos que los discípulos de Jesús habían robado su cuerpo. De esta menera, nadie creería que Jesús había resucitado, según Mateo 28:11-15.