TEGUCIGALPA, HONDURAS. La presidenta de Honduras, Xiomara Castro, habló el martes ante la 77 Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU) donde hizo referencia al gobierno anterior, la pobreza y a los efectos sobre Honduras de los huracanes Eta y Iota.
Luego de sus reuniones en Nueva York, la mandataria hondureña presentó su discurso en el que además criticó a la comunidad financiera internacional por lo que sucede en el país.
Castro inició saludando a las autoridades presentes y posteriormente realizó su disertación.
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Discurso de la Presidenta de Honduras
«Comparezco ante esta tribuna mundial, en lo que para mi país significa un hecho histórico, no solo porque soy la primera mujer que tiene el honor de dirigir nuestra nación centroamericana, sino porque también represento el primer gobierno electo democráticamente, después de transitar 13 años de dictadura, el golpe de Estado del 2009 cargado de crueles asesinatos y escuadrones de la muerte, dos sendos fraudes electorales, una pandemia y dos huracanes.
Es imposible entender a las hondureñas, hondureños y las grandes caravanas de emigrantes sin reconocer este contexto de cruel sufrimiento por el que nos ha
tocado atravesar.
Pero la democracia electoral no es suficiente para obtener el bienestar material y espiritual de nuestro pueblo.
Trece años de dictadura tutelada por la comunidad internacional nos llevó al país a multiplicar su deuda pública por seis veces, y alcanzar la tasa del 74 % de pobreza, la más alta en la historia de Honduras.
Cinco de cada diez de mis compatriotas viven en pobreza extrema. Pero tengo claro que ninguna de estas cifras impresionan a nadie en un mundo que hoy vive bajo la dictadura monetaria. A los más pobres se les impone medidas draconianas de disciplina fiscal, que aumentan el sufrimiento de las mayorías postergadas, y el capital especulativo no tiene límites.
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Riqueza en pocas manos
Es evidente que hoy, para que nuestro país sobreviva, debemos rechazar esa presunta austeridad que premia a los que concentran la riqueza en pocas manos, y aumentan la desigualdad de forma exponencial.
Desde que llegamos a finales de enero, mostramos una férrea voluntad de consenso. Expresamos siempre la más firme decisión de lograr acuerdos de nuestros compromisos, sin negar ninguno de ellos.
Pero la tarea de socavar la voluntad del pueblo nos llega desde todas las direcciones, mientras se fomentan conspiraciones entre los mismos sectores que saquearon el país y sus aliados golpistas, envalentonados por la descarada actitud antidemocrática, algunas veces disfrazada de diplomacia.
Las políticas públicas avaladas por el modelo rentista, desde la comunidad financiera internacional durante los últimos 13 años, nos arrastró a un mundo cargado de violencia y pobreza con proyectos fallidos, abandonados, corrupción, saqueo y narcotráfico.
Ninguno de los testigos internacionales de los fraudes electorales del 2013 y 2017, ignoraban a lo que estaban condenando a nuestro pueblo. Y sin embargo, se mostraron complacientes con la peor plaga que ha azotado a nuestro país.
La soberbia del capital y del interés mezquino, hizo a muchos optar por el engaño, mientras el crimen organizado llevaba al país al desfiladero.
Grave deterioro ambiental
Las naciones pobres del mundo ya no soportamos golpes de Estado, el uso de lawfare, ni revoluciones de colores, usualmente organizadas para espoliar nuestros vastos recursos naturales.
Las naciones industrializadas del mundo son las responsables por el grave deterioro del ambiente, pero nos hacen pagar a nosotros por su oneroso estilo de vida, y para ello, no escatiman nada, para sumirnos en sus planes y en una crisis sin fin, pretendiendo que estemos atados de pies y manos.
La Honduras que dirijo, se está construyendo bajo una visión de refundación humanista, impregnada de dignidad y soberanía, que hará lo que legalmente sea importante para recuperar nuestro medio ambiente, y alcanzar el bien común para toda nuestra población.
Por ello, nos resulta inaceptable este orden mundial arbitrario, en el que existen países de tercera y de cuarta categoría, mientras los que se creen civilizados no se cansan de hacer invasiones, guerras, especulaciones financieras y crucificarnos con su inflación una y otra vez.
Tomo esta tribuna para exigir que se nos respete, queremos vivir en paz. No sigan tratando de desestabilizar a Honduras y dictarnos sus medidas o escoger con quiénes debemos relacionarnos.
Estereotipo de República Bananera
El pueblo es soberano lo demostró el 28 de noviembre apoyando mi triunfo, el más grande de la historia. Y la resistencia la que luchó contra la dictadura impuesta durante estos 13 años, este 15 de septiembre día de nuestra independencia, me acompañó masivamente en las calles, conjurando las amenazas públicas y la mala costumbre de seguir entregando los bienes nacionales al mejor postor, como si fuéramos tierra de nadie. Nunca más, cargaremos con el estereotipo de República Bananera, terminaremos con los monopolios y los oligopolios que solo empobrecen nuestra economía.
Un pueblo generoso que ha regado con sangre la defensa de bosques y ríos, no va olvidar que durante la dictadura, se cometieron centenares de asesinatos de jóvenes y el de nuestra compañera Berta Cáceres; ni la desaparición forzada de hondureños y hondureñas por su forma de pensar, como 5 compañeros garífunas hace ya dos años.
Cada milímetro de la patria que usurparon en nombre de la sacrosanta libertad de mercado, Zedes, y otros regímenes de privilegio fue irrigado con sangre de los pueblos originarios. Mi gobierno social y democrático, va retomar a un estado de justicia y de derecho, para que esto, no vuelva a suceder.
Trabajamos duramente en priorizar estímulos, y la eliminación de abusos fiscales. Ya iniciamos promoviendo una Ley de Energía como bien público. Devolvimos el derecho a los trabajadores. También apoyamos nuestro mercado interno invirtiendo en el agro para la seguridad alimentaria, subsidiando a los más pobres que no pagan más la energía eléctrica.
Excesos de naciones desarrolladas
Hemos planteado renegociar los tratados de libre comercio. Hemos tomado la decisión soberana de invertir en nuestro desarrollo sustituyendo importaciones, pero compitiendo en los mercados internacionales sin subsidiar los excesos de las naciones desarrolladas.
A la mujer, a quien se le ha negado por centurias su inclusión en el desarrollo reconoceremos su importancia en la sociedad como parte de la columna vertebral de la misma, proporcionaremos salud, educación de calidad, seguridad y soberanía alimentaria a nuestra niñez y juventud.
Para Honduras, cada caravana de migrantes que sale huyendo de la dictadura que se montó por más de una década, es una dura pérdida para nuestro país y sus familias. Los números nos indican que este proceso de éxodo provocado por la injusticia neoliberal genera más desempleo y nos amarra a una indeseable dependencia.
En nuestro país paradójicamente los emigrantes generan más ingreso de divisas que muchas de las exportaciones tradicionales, nuestra solidaridad y acompañamiento con los tepesianos.
En Honduras no podemos seguir sosteniendo la hipocresía de un sistema que juzga por crímenes vinculados al tráfico de drogas. Al personaje que, sin embargo, respaldaron y apoyaron por más de una década en la comisión de delitos, dos fraudes electorales, y crímenes de lesa patria contra millones de hondureños.
Por todo esto, vamos a instalar una Comisión Internacional de Combate a la Corrupción y la Impunidad con el apoyo del Secretario de las Naciones Unidas.
La refundación
Honduras solo tendrá futuro si da pasos en firme para el desmontaje de la dictadura económica Neoliberal.
Por eso ya iniciamos la refundación de la patria y de la educación con los ideales y valores de nuestro héroe nacional: Francisco Morazán Quezada.
En Honduras, mi gobierno ha comenzado un proceso de refundación y cambio profundo que se basa en cuatro pilares fundamentales:
1. La transformación revolucionaria de la educación, elevar el espíritu humano, y terminar con el colonialismo.
2. Construir un modelo económico alternativo, profundamente soberano.
3. Construir un sistema cuyo centro es la exaltación del humanismo, la solidaridad, la integración con pueblos hermanos. También priorizando la paz y el respeto a los derechos humanos.
4. La desprivatización progresiva de los servicios públicos, como salud, agua potable, la energía eléctrica y el internet.
Hoy que la guerra vuelve a castigar a los más pobres del mundo y que somos países invadidos, pregonamos el retorno al respeto a la auto determinación de los pueblos«, concluyó Castro de Zelaya.
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